Sánchez, el gran vacunador

He perdido la cuenta de las veces que habré escrito aquí mismo que quien nace lechón muere gorrino. Ay, Sánchez, eterno Sánchez. Llevaba el tipo silbando a la vía de perfil durante lo más crudo de la segunda ola, dejando que se comieran el marronazo las autoridades de cada Comunidad, y cuando parece que dejan de pintar bastos, sale a darnos la buena nueva. Otra vez, en un aló, presidente dominical de los de hace unos meses. Españoles, españolas —inclúyanse ahí los y las de novísima obediencia, ya saben quiénes—, sepan que tenemos un planazo de vacunación contra el bicho que es la leche en verso. Oigamusté, que en esto vamos de la mano de Alemania, por delante de toda la purria de la UE, también de aquellos a los que les vamos dar el sablazo para pagar la ronda.

Un notición, ¿verdad? Tal que así les coló a los ingenuos y pelotas de diverso cuño. Este servidor, con pellejo duro y renegrido, olió el tufo a gato encerrado incluso bajo tres capas de mascarillas. Y así se lo solté a los oyentes de Onda Vasca: ¿Cuánto les va a que las autoridades de cada terruño, que son las que habrán de llevar a la práctica el pomposo plan de inmunización, no tienen ni pajolera idea de lo que ha anunciado urbi et orbi el prohombre de Moncloa? De nuevo, bingo. El lehendakari lo confirmó resignado y contrariado. Un caso.