¿Miquel Iceta, presidente del Senado? Mi primera reacción al escucharlo fue reprocharme mentalmente que no tuviera la menor idea de que se había presentado y salido. Menudo periodista de las narices, me flagelé. Dado que los medios, empezando por el que lo anunció a todo trapo, no hablaban de posibilidad sino de algo que no tenía vuelta de hoja, ni se me pasaba por la imaginación que estuviéramos ante una cuestión que antes de confirmarse debía pasar por una serie de trámites no necesariamente fáciles.
Porque sí, mucha cortesía parlamentaria y lo que ustedes quieran, pero sucede que Catalunya vive en la excepcionalidad desde hace tiempo. Con presos y fugados, nada menos. Que el PSOE diera por hecho que todos los grupos del Parlament se iban a avenir a designar a Iceta senador autonómico en sustitución (o en laminación) de Montilla como si tal cosa resultaba o ingenuo o prepotente. No sé ustedes, pero servidor se inclina por lo segundo. Desde que Sánchez, el renacido, sacó al PSOE del pozo y lo tiene camino de un segundo mandato y hasta, como apunta el CIS tezanita, de darse un festín en las inminentes autonómicas y municipales, está muy crecidito. Y la cosa es que casi me atrevo a decir que con razón y sabiendo que se saldrá con la suya pase lo que pase. Si los que ahora juran que no facilitarán el nombramiento, da igual requeteunionistas que megasoberanistas, acaban cediendo, quedarán como Cagancho en Almagro por tener que tragarse sus bravatas iniciales. Si se mantienen en sus trece —y aquí los peor parados sí serían ERC y JxC—, se arriesgan a ser retratados como intolerantes cerriles. Veremos qué eligen.