Los «virtuosos y decentes» del TC

A buenas horas, mangas verdes. Juan José González Rivas se despidió ayer como presidente del Tribunal Constitucional español clamando que los miembros de la entidad que abandona deben ser ejemplo de virtud y de decencia. Y con la carrerilla cogida, pidió a los cuatro magistrados de estreno tras el último enjuague partidista que actúen con discreción, lealtad institucional y huyendo de la crispación. Lo sorprendente es que nadie en el auditorio rompiera reír o a llorar amargamente ante semejante muestra de cinismo. El cesante sabe (o debería saber) mejor que nadie que si por algo se ha caracterizado el Constitucional en sus últimas actuaciones ha sido exactamente por lo contrario de lo que él aventó. Basta repasar las actuaciones recientes para comprobar que el altísimo Tribunal ha ejercido no ya de contrapeso sino de tosco enmendador de los otros dos poderes, el legislativo y el ejecutivo.

Pero como toda situación mala siempre es susceptible de ser empeorada, con las últimas incorporaciones, se riza el rizo de la ideologización hasta dar de lleno en el sectarismo más grosero. Y no solo por el ya célebre Enrique Arnaldo sino por su contraparte de la izquierda en el pasteleo, Ramón Sáez, cuyas sentencias rezuman doctrina por arrobas. Para que no falte nada, hoy será elegido como nuevo presidente de la cosa Pedro González Trevijano, ponente de la desparpajuda sentencia que tumbó el primer estado de alarma y rector de la Universidad Juan Carlos Primero en los días de los másteres opacos de Pablo Casado y Cristina Cifuentes, entre otros niños bien con carné del PP. Ya ni disimulan.

El bipartidismo vuelve a ganar

Como no podía ser de otra manera, se ha consumado el pasteleo vergonzoso del bipartidismo rancio en la renovación del Tribunal Constitucional. Los cuatro magistrados de cuota, propuestos a razón de dos por cabeza, han sido refrendados en las soberanísimas Cortes españolas. Cuentan los titulares gordos, siempre dispuestos a entrar al trapo de rigor, que en la (ruborizante) votación telemática presuntamente secreta ha habido entre siete y once díscolos de las formaciones que apoyan al Gobierno de Pedro Sánchez. Se añade, como si fuera una muestra de rebeldía del carajo, que Arnaldo, el señalado como más facha de todos, ha obtenido algún respaldillo menos que sus compañeros de plancha. Tremendo logro, ¿verdad?

Vamos a ver cómo le decimos con cariño y con el debido respeto al diputado Odón Elorza y al resto de los versitos sueltos de aluvión que su autocacareada dignidad por haber seguido los designios de su conciencia es justo lo contrario de lo que predican. En plata, una muestra de indignidad como la copa de tres pinos. Si de verdad te parece mal que tu partido haya aceptado en una trapisonda a un furibundo hooligan con toga, lo que tienes que hacer es entregar el acta. Hay que ser cobarde y tener rostro para apoyar tu decencia en la certeza de que tus compañeros de sigla van a apechugar con el grueso de la decisión. En el caso del exalcalde de Donostia, ya huele el rollito de eterno enfant terrible, pero solo la puntita.

Por lo demás, si ha habido un triunfador, es el ínclito Arnaldo, que se ha hecho ungir por sus rivales ideológicos y los ha retratado como lo que son: una panda de ladradores que a la hora de la verdad no muerden.