Los chismes de Bono

Se oye comentar a las gentes del lugar —escojan ustedes de cuál— que el felizmente reimplantado capilar José Bono anda por ahí promocionando un libro dizque de memorias, el tercero de los que lleva no sé si escritos, pero sí publicados. Compite en el negocio de la venta de recuerdos trucados a granel con Mariano Rajoy Brey, al que dejaremos para mejor ocasión. Bastante material tenemos con don José de la Mancha, sin discusión, uno de los políticos más infames del abigarrado ránking hispanistaní de sanguijuelas de lo público. Guardo para cuando me llegue a mí el momento de compilar mis pedestres vivencias las perrerías que me contó sobre el individuo el difunto juez Joaquín Navarro, antiguo compañero de militancia en el PSP de Tierno Galván.

Pese al escaso cariño y nulo respeto que dispenso al personaje, confieso que me tienta echarle a la escudilla unos euros en concepto de derechos de autor. Por lo que leo en entrevistas y reseñas, el opúsculo, titulado Se levanta la sesión, es un refrito de jugosos chascarrillos y sonrojantes indiscreciones sobre —ahí está la gracia— las supuestas instituciones básicas del reino. Con el antiguo monarca como bochornoso protagonista de buena parte de los sucedidos narrados por el cotilla ególatra. Y los chismes son farlopa de categoría. El lenguaraz Bono desvela desde los amoríos del bragueta suelta con una Miss Mundo peruana a su nula confianza en su vástago Felipe “porque no es tan campechano como yo” —literal—, pasando por un lisérgico ensayo compartido de saludo con cara de mala uva para recibir al diputado de Amaiur Xabier Mikel Errekondo tras las elecciones de 2011.

¿Merece un aplauso?

Ocurrió el lunes por la tarde y sigo sin dar crédito. Representantes significados de las que llamamos, en un tópico que empieza a caducar, fuerzas del cambio en Navarra aplauden a rabiar al artista (será para gustos) Abel Azcona. Su hazaña consistía en haberle soltado cuatro frescas en Twitter al que fuera concejal delegado de Cultura del ayuntamiento de Iruña, Fermín Alonso, sobra decir que militante de UPN. La actuación del hábil conseguidor de espacio mediático merecía la que actualmente es la máxima calificación en materia de polémicas, principalmente en redes sociales: un zasca. Grande, inmenso, enorme, antológico… variaban las glosas de hombres y mujeres que uno tiene por progresistas y, en la mayor parte de los casos, personas muy razonables.

Y sí, muy bien, resulta que en la desigual esgrima dialécticoa, Azcona desenmascaraba, amén de una notable incoherencia en la actitud de UPN, prácticas de abierto favoritismo de los regionalistas… respecto a él mismo. El asunto podría haber quedado ahí, pero el as de la provocación necesitaba despedazar a su rival y para hacerlo no dudó en llevar la diatriba al barro. Atentos, si no la conocen ya, a la demasía que escupe el individuo: “Además tuve reunión y tu partido me ofreció plaza pública en cultura porque me estaba follando a uno de vuestros parlamentarios”.

En ese punto, la denuncia, que es gravísima, pasa a quinto plano. Nada de “tenía una relación”. Qué va, se lo follaba, al estilo de esos caspurientos machotes que cuando son de la diestra, nos merecen la repulsa más firme. En este caso, sigo sin entender por qué, el tipo ha salido a hombros.