Un gobierno paradisíaco

Tiene su gracia, no me digan que no, que el hueco que deja el trolero Soria en el gobierno español en liquidación por derribo lo vaya a cubrir, ensanchando el culo, el titular de Economía, Luis de Guindos. Lo anoto porque si el desmemoriado y/o jeta sosias canario de Aznar tiene acreditado algún pufete en nirvanas libres de impuestos, el calvorota del ricito a lo Estrellita Castro es un auténtico profesional del tiburoneo a gran escala. Su currículum imposible de esconder delata que el individuo fue responsable para España y Portugal de Lehman Brothers hasta 2008, el año en que el macroemporio de la estafa entró en barrena, inaugurando ese inmenso pantano que fue, es y seguirá siendo la recesión mundial.

¿Por qué lugares del globo podía mover la pasta una organización facinerosa como la susodicha? Pues sí, justo por donde están pensando, y Guindos no era precisamente el botones. Para que luego venga ese personaje de Rafael Azcona que atiende por Cristóbal Montoro a proclamar que “Nadie puede estar en el Gobierno si ha operado en paraísos fiscales”. Que se lo cuente al compadre Luis, y ya puestos, a Pedro Morenés, baranda de una empresa de armamento, un tipo de negocio que no se desenvuelve precisamente ante la luz y los taquígrafos.

Por más que el comisario honorario Marhuenda y otros patrulleros gaviotiles traten de vendernos que la enseñanza de estos días marrones es que el que la hace la paga, no cuela. Si el tramposo Soria ha caído, no ha sido por un ataque de decencia. Como hemos visto en tantas películas y novelas de mafiosos, simplemente se había convertido en un lastre para el negocio.