En Montevideo acaba de entrar el invierno. Aunque no se espera que sea especialmente riguroso, en estos primeros días, la temperatura media ha rondado los 10 o 12 grados. Muy llevaderos, seguramente, pero no tanto como para invitar al pantalón a tres cuartos de pantorrilla ni a las sandalias sin puntera ni talón que lucía el presidente de Uruguay en la foto que da lugar a estas líneas. Corrió como la pólvora por Twitter bajo la leyenda “Pepe Mujica aguardando su turno en un hospital público”, que algunos fueron apostillando según sus gustos y obsesiones predilectas: “Nunca veréis hacerlo a Rajoy”, “Para que aprendáis la diferencia entre lo que es casta y lo que no”, “Inmensa lección”, y ditirambos del pelo. Lástima que, una vez más, el derroche de épica, lirismo y ortografía manifiestamente mejorable no estuviera sustentado en hechos reales.
La instantánea no fue tomada en ningún centro sanitario, sino en unas dependencias del parlamento uruguayo —no muy lustrosas, es cierto— donde el entrañable Mujica había acudido al juramento de su nuevo ministro de Economía. Había ocurrido hace seis meses, en el verano austral que daba sentido al atuendo informal del presidente, que no obstante, por el contraste con la solemnidad de la ocasión, llamó la atención de la prensa de su país. Una mínima incursión en Google les hará llegar a la noticia original, aunque les prevengo sobre algún primer plano no demasiado agradable de las uñas de los pies del austero mandatario.
Los que se vinieron arriba con el panfleto no aceptan que tragaron como panchitos. Alegan, echándole un par, que podía haber sido verdad.