«No es lo mismo»

Tal y como esperaba, la reacción más repetida a mi reciente columna sobre las dos querellas argentinas consistió en el gran comodín: no es lo mismo. Y sí, de acuerdo, si vamos por la literalidad, es innegable que la causa sobre el franquismo y el sumario sobre ETA presentan notables diferencias. Habría que señalar, claro, las objetivas u objetivables.

Decir que los impulsores de la primera buscan justicia y los segundos solo pretenden venganza es un juicio de intenciones. Reversible, por lo demás. Por supuesto que unos nos caen más simpáticos que otros, o que, por vivencias o convicciones políticas, nos sentimos especialmente cercanos a sus postulados. Algo parecido podemos apuntar respecto a los jueces argentinos que llevan las investigaciones. Si el instructor del dossier sobre ETA, Rodolfo Canicoba, es un tipo claramente ideologizado hacia la derecha, incluso extrema, la responsable de las pesquisas respecto a la dictadura de Franco, María Servini de Cubria, es abiertamente de izquierdas. O ambas posiciones son legítimas o no lo es ninguna.

En cuanto a lo puramente técnico, seguro que los fundamentos jurídicos de cada denuncia son distintos, y también su encaje respecto al principio de Justicia Universal. Ahí cabe hacernos trampas al solitario, pero yo prefiero intentar ser ecuánime. Primero, para reconocer que ambos procesos están traídos por los pelos, y que no son más que una bienintencionada triquiñuela para, siquiera, hacerle cosquillas a tipos e instituciones que han disfrutado de la impunidad.

Billy el niño y el capitán Muñecas tienen réplicas exactas allá donde algunos no quieren mirar.

Dos querellas argentinas

La Justicia argentina investiga a 41 dirigentes de ETA y Batasuna —sí, en el mismo paquete— como posibles autores de crímenes de lesa humanidad a instancias de la asociación de víctimas del terrorismo Dignidad y Justicia. Tras admitir a trámite la denuncia, un magistrado llamado Rodolfo Canicoba ha comenzado a pespuntar la investigación. De momento, ha requerido a España a través de la figura del exhorto internacional todos los datos de los que pueda disponer merced a actuaciones políticas y judiciales.

Nadie duda que, a diferencia del obstruccionismo cerril que las autoridades hispanas están mostrando respecto a las peticiones de la querella —también argentina— sobre los crímenes del franquismo, en esta ocasión la colaboración será plena. Mandarán hasta el último papel y se desvivirán para que la causa prospere y llegue al puerto deseado, es decir, la condena con sello internacional. Quedará patente una vez más la desvergonzada doble vara para amparar a los investigados en la causa de la jueza Servini y procurar la culpabilidad de los que figuran en el sumario de Canicoba.

Lástima que el juego de los paralelos acabe atrapándonos también a los presuntamente buenos de esta película. Si nos parecía bien que en nombre de la Justicia Universal se intente desentrañar desde Buenos Aires los crímenes de la dictadura, lo tenemos complicado para criticar que en nombre de idéntico principio se proceda del mismo modo y también a 10.000 kilómetros de distancia para esclarecer los crímenes de ETA. Ya verán, no obstante, lo fácilmente que muchos encontrarán el modo de argumentar que son cuestiones diferentes.