Tanto vender lecciones de ética fetén al peso, y qué silencios más viscosos y reveladores cuando lo que hay que denunciar toca cerca de casa y tiene como protagonista a alguno de nuestros pequeños ídolos locales. Qué pedazos de tíos, ¿verdad?, Sergi Enrich, capitán (¡ca-pi-tán!) del Eibar, y su excompañero de fatigas balompédicas y hazañas lúbricas, Antonio Luna. Cuatro años después de haber grabado sin permiso un vídeo en el que practicaban sexo a tres, han reconocido en sede judicial que no deberían haber tomado esas imágenes y menos, habérselas enviado a otro tuercebotas llamado Eddy Silvestre, que fue (todavía presuntamente) quien las hizo correr y quien —tiene toda la pinta— se va a comer el marrón mayor.
Como gesto para certificar el arrepentimiento de los indiscretos pichabravas, el pago a la víctima de 110.000 euros, cantidad superior a la que había solicitado el célebre abogado de la joven. Ya ven que la contrición es proporcional al tamaño del bolsillo. Una buena inversión, en cualquier caso, pues parece que, unida al obligado reconocimiento de la mala obra, servirá para evitar que los apoquinadores vayan al trullo. Es decir, que Enrich seguirá llevando el brazalete del club armero y, a buen seguro, recibiendo ovaciones desde la grada. Y a mí, qué quieren que les diga, me parece fatal.