Los huesos hablan

 

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Mientras las tardes de ETB buscan su punto exacto entre el entretenimiento y el debate social, las noches aspiran a recuperar el liderazgo perdido después de tantas decisiones erráticas en su desesperado reencuentro con la audiencia. El magazine Qué me estás contando se ha desgajado en dos, asumiendo la hora del bodrio 60 minutos a solas, producto de algún trance psicológico y de la tosca imitación de First Dates. Y así Adela González se ha hecho cargo de un tramo del portaviones y suma el hueco dejado por las citas tontas para crear Ahora, espacio concebido como un talk de actualidad que da voz a la ciudadanía en asuntos de interés, de las estafas financieras al acoso escolar. ¡Hay tantas cosas importantes que no son la desgastada política!

Se espera mucho de El lector de huesos, estrenado ayer, con el antropólogo forense Paco Etxeberria y el periodista Dani Álvarez en su propósito de fusionar investigación e historia, relato y método, todo por la búsqueda de la verdad, no la filosófica, sino la absoluta certeza de los hechos ocultados por criminales y tiranos. Al doctor le debemos mucho enigma esclarecido y ahora nos lo cuenta con detalle y criterio pedagógico. Hace bien en aportar a la narración un estilo detectivesco sin arriesgar credibilidad, pues si la serie CSI, en la que lejanamente se inspira, era ficción, lo suyo es pura realidad, su antagonista. No estamos en la era de los viejos documentales plúmbeos y cabe la dramatización expositiva.

Aun siendo un error la elección del domingo como día de emisión de El lector de huesos, empezar con el caso Bretón ha sido un gran acierto. Recordamos bien cómo el sabio, sobrio y heroico Etxeberria llegó, examinó y zanjó el asunto, arrojando al psicópata a prisión. El emocionado agradecimiento de la madre de los dos niños asesinados y calcinados solo es comparable a la admiración que sentimos en Euskadi por el trabajo del presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Como él, muchos pensamos que la única ignorancia soportable es la aceptación del misterio de la vida.

 

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No aceptes esa copa, mujer

EL FOCO

20 de octubre 2016

Onda Vasca

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Las mujeres lo tienen casi todo mal. Cobran menos que los hombres, tienen más tareas familiares, no se ven reconocidas para acceder a puestos de rango superior, tienen que demostrar más sus capacidades que los hombres, cargan con los hijos, son más vulnerables… y lo que es peor, son objeto de agresiones, asesinatos y ataques sexuales. ¿Cómo lograr un mundo equilibrado si la mitad, las mujeres, lo tienen tan difícil? Es muy desesperanzador.

Me refiero ahora a una nueva, aunque vieja, enemiga. La burundanga. Una droga a la que llaman “la droga de la voluntad” o también “la droga de los violadores”. Hemos conocido recientemente casos del uso de esta sustancia con la que unos canallas, cobardes que, por su falta de hombría y su mente criminal, someten a las mujeres a todo tipo de agresiones, del robo a la violación sexual. Un arma de destrucción masiva en ambientes urbanos. Parece, aunque no está confirmado, que pudo ser usado en los sucesos de Pamplona, donde cinco hombres violaron en manada a una joven sevillana. Y se dice, según las investigaciones, que este mismo grupo pudo usar la burundanga contra otra chica en Córdoba.

No estamos ante leyendas urbanas. Se está utilizando la burundanga para abusar de mujeres e intoxicar a ancianos para robarles el dinero de cajeros automáticos y en sus casas. Esto lo saben en los servicios de urgencia de los hospitales, donde llegan personas afectadas por la escopolamina, que produce desinhibición y amnesia. Se sabe que se adquiere por internet y su precio es asequible. En algunos portales de jardinería se pueden adquirir las semillas. Las víctimas de la burundanga no recuerdan nada. Y por eso se la llama “sumisión química”.

La burundanga proviene de la planta del estramonio. Aunque no es de nuestro clima, puede crecer favorecida por la humedad de nuestros ríos. Hoy hemos sabido que el ayuntamiento de Getxo ha retirado una docena de plantas de estramonio que había crecido a orillas del río Gobela. ¿Crecieron de forma espontánea? ¿Alguien las plantó para luego obtener con su semilla esa peligrosa droga? ¿Hay un mercado de burundanga? ¿Qué se está haciendo para evitar su proliferación, comercio y uso?

Esto no es alarmismo. Es una realidad. Y lo que puede estar creando en algunos ambientes en que las mujeres tengan que decir no a una copa, a salir con personas no conocidas o amistades eventuales. Hechos que coartan la libre relación y destrozan los vínculos humanos y sociales. Algunos expertos afirman que el 30%% de las agresiones sexuales se deben a la burundanga. ¿Y qué es lo que ocurre? Que las mujeres, al no recordar nada, no suelen denunciar estas agresiones, porque no tienen conciencia de lo que pudo ocurrir, aunque tengan la convicción de haber sido agredidas sexualmente.  Lo pueden atribuir a una borrachera. Estamos en el peor de los escenarios: la práctica impunidad. Esta es la fuerza criminal de la burundanga, que favorece la impunidad de los violadores. Contra eso, es necesario que las mujeres que tengan la sospecha de haber sido intoxicadas con esta sustancia, denuncien los hechos y acudan al hospital si tienen síntomas como  amnesia completa o parcial, resaca desproporcionada, desinhibición, parálisis sin pérdida de conocimiento, agitación o alucinaciones, pérdida de conocimiento, alteración del juicio, alteraciones en el habla, mareo o vértigo, alteraciones visuales, alteraciones del equilibrio, somnolencia, nauseas o vómitos, confusión, comportamiento inusual. Además, hay que acudir rápido, porque en apenas seis horas la burundanga desaparece del organismo.

La vergüenza de las víctimas es el mejor aliado de los violadores que usan esta droga, aunque en la orina puede haber rastro en doce horas y quedar indicios en una semana tras su ingesta. No es fácil para las mujeres víctimas, que se enfrentan al drama de no ser creídas. Anulada su voluntad, ¿cómo se puede demostrar que sus relaciones sexuales no fueron consentidas? ¿Cómo no confundirlo con el resultado de una gran borrachera de alcohol? Estamos ante un poderoso enemigo.

El resultado, en este contexto, es que las mujeres se nieguen a establecer relación con personas que no conocen. ¿Cuántas historias, bonitas e importantes, historias decisivas en sus vidas, dejarán de hacerse realdad por miedo a la burundanga? Es una tragedia, que rompe vínculos y envenena la vida social y personal de todos, sobre todo de las mujeres.

Mujer, si no puedes aceptar una copa de un hombre que te invita con la mejor intención, si no puedes establecer una relación romántica, ¿qué te queda? Es un desastre. ¿Habrá que inventar la vacuna contra la burundanga? ¿Habrá que llevar un vaso cerrado desde casa para beber en las fiestas? ¿Habrá que dejar de ir de fiesta o vigilar el vaso en el que bebemos?

¿Habrá que desconfiar de todo el mundo?

Hasta el próximo jueves.

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Irune y la estación maldita

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 Los trenes matan. También la mentira, disfrazada más o menos de información errónea. A Irune, una chica de 19 años, la mató un tren de RENFE hace unas semanas en la estación de Areta-Llodio. Los periódicos dijeron que la joven iba con los auriculares de su móvil puestos y no pudo escuchar el pitido del tren. La mató allí mismo. Lo dijeron los periódicos y yo también. Me fié de la información que, por cierto, aún no se ha rectificado en los mismos medios.

Dije en mi espacio de EL FOCO de Onda Vasca y en este blog DESMARCADOS que Irune fue víctima de esa trágica distracción. Y que, por extensión, estaba ensimismada en las redes sociales. Pero no era verdad.

Los padres de Irune, Gonzalo e Itziar, están doblemente dolidos. Por la muerte de su hija, un daño irreparable. Y por las informaciones que cargan la culpa del accidente sobre la chica. Es hora, pues, de rectificar. Porque eso es lo justo y lo que merecen la memoria de Irune y el dolor de sus padres.

El caso es que Irune no llevaba los auriculares puestos. Estos se encontraron en el bolso de la chica, como pudo atestiguar la Ertzaintza en sus investigaciones. Luego su muerte no se debió a ninguna distracción. Otras fueron las razones.

Tampoco Irune era usuaria de las redes sociales. De hecho, no tenía interés en estos medios. Era una joven abierta y moderna, pero sin ningún tipo de enganche en los Facebook, los Whatsapp, los Twitter o los Instagram. Difícilmente estaba entonces ensimismada en mensajes o chats.

La estación es una trampa. El diseño de la estación de Areta-Llodio es impropio del siglo XXI. Carece de barreras de paso y hasta de un triste semáforo que regule el paso de los viajeros de un lado a otro de la estación. Además, RENFE ha eliminado el personal que regulaba el paso de los viajeros entre los andenes. No hubo aviso de megafonía de la llegada del tren a gran velocidad. Ni se dió información por paneles electrónicos.

La curva maldita. El diseño de la estación, en curva, impide a los viajeros ver la llegada de un convoy cuando hay un tren en la estación. No deja ver los trenes que llegan.

RENFE se esconde. Quizás sea legal ese diseño de estación. Quizás tenga derecho a no tener medios ni personal suficiente para evitar accidentes. Pero lo que no puede hacer es esconderse de su responsabilidad objetiva, porque tal y como están hechas las cosas la muerte de Irune tiene que ver con la dejadez irresponsable de esta empresa pública.

Debe saberse la verdad. Se dijo que Irune se distrajo y no era verdad. Yo también lo dije, influido por lo leído en la prensa escrita y digital. La estación es una trampa. De hecho, han existido muchos sustos que no han terminado en tragedia, como el caso de Irune, pero podría volver a ocurrir. Esta es la verdad. La víctima no puede ser, además, culpable.

¿Qué está haciendo RENFE para rectificar? Nada. Dicen que no tienen presupuesto, que son cosas de Madrid, del Ministerio, de ADIF.

¿Tienen que matar a otra persona para que cambien esa maldita estación?

Irune ha sido víctima de toda esa mala gestión. De una estación que es una trampa. De unos gestores incompetentes. Y, por si fuera poco, decimos que Irune estaba distraída. No fue así. Fue la víctima de un enorme despropósito.

Descansa en paz, Irune. Abrazos para tu aita y tu ama. Perdonadme.

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Guevara, el hermanísimo

 

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A la hiperactiva dirección de nuestra televisión pública -media docena de estrenos de producción propia en apenas un mes- le ha traspasado la curiosidad filosófica de las grandes cuestiones metafísicas: ¿Quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos? Y sin tratar de resolver estos enigmas, nos ha propuesto, a nivel casero, que algunos ilustres descendientes de vascos, que viven al otro lado del Atlántico, sepan de sus raíces. Este es el noble propósito de Origen, el nuevo espacio de Olga Zabalgogeaskoa, que tira del hilo de Todos los apellidos vascos, al gusto de tantos ciudadanos que disfrutan de las fábulas genealógicas y el conocimiento de sus ancestros, una veta de la historia en la que creemos poco los mestizos. Por suerte, todos somos impureza y surtido.

El primer invitado tenía que ser especial. Y eligieron al hermano pequeño del Che. Con la eficaz ayuda de Josu Legarreta, director de Relaciones con las Colectividades con el lehendakari Ibarretxe, trajeron a Juan Martín Guevara, cuya familia vive protegida por el régimen castrista y él mismo comercializa, por concesión de la dictadura, los puros cubanos y, de paso, sus vinos argentinos. Y con estos méritos conoció sus orígenes alaveses, vizcaínos y guipuzcoanos en emocionante periplo.

El problema es que no todos nuestros herederos traen la leyenda del revolucionario, ni su coherencia hasta el martirio. Cuando pensaron en convocar nada menos que a la consorte del rey de Holanda, Máxima Zorreguieta, para mostrarle su pedigrí vasco, se encontraron con los antecedentes canallas de su padre, Jorge Zorreguieta, quien fuera secretario de Agricultura en la salvaje dictadura de Videla. También el asesino Pinochet -Ugarte de segundo- tenía lo suyo. Después del hermanísimo Guevara todo invitado parece poco. La nostalgia aspira a perfumar los hedores del pasado y encubrir su enemistad con el presente. Es mejor recordar poco y olvidar mucho. ¿Cuándo veremos en ETB la realidad de la nueva diáspora vasca, las vidas latentes de nuestros jóvenes diseminados por el mundo?

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Ser extra…ordinario

EL FOCO

13 de octubre 2016

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Ser extras… ordinarios

No sé si somos un país de película, pero si, al menos, somos, por esta vez, un país en el que se rueda una película. O mejor dicho, una serie. Nada menos que “Juego de Tronos”, que va para su séptima temporada. Pues ya sabéis que algunas de las escenas exteriores de esta exitosa serie de televisión -con millones de seguidores en todo el mundo y que aquí se puede ver desde las plataformas de pago o por Netflix- van a realizarse en Zumaia y Bermeo, aprovechando sus acantilados y playas.

Como consecuencia de este proyecto cinematográfico, la productora HBO ha solicitado la participación, como extras, de cientos de hombres -no habla de mujeres, qué curioso- que reúnan una serie de condiciones físicas: tener de 20 a 50 años, aspecto mediterráneo y caucásico, sin tatuajes visibles, con buenas condiciones físicas y medir entre 1,78 y 1,95 metros, para dar vida a soldados que desembarcan en actos de conquista. Respondiendo a esta llamada de la productora, han acudido a inscribirse más mil jóvenes, en la confianza de ser elegidos. Después de soportar largas colas y horas de espera, la selección ya está hecha. Los elegidos son 400, que trabajarán del 21 al 30 de octubre Zumaia y Bermeo, a cambio 54 euros netos por día de rodaje.

¿Qué les mueve entonces a tanta gente a vivir esa experiencia, la de ser extras en una película o serie de TV?

Se supone que los extras no han hecho todo esto -la larga espera y las previsibles horas de trabajo- por dinero, porque la paga es una miseria. Lo más probable es que lo hagan por tener unos segundos de gloria. No digo un minuto de gloria, porque ninguno de ellos se verá en pantalla más que un instante, si es que son reconocibles por ellos mismos y, en el mejor de los casos, no dejan de ser más que bultos humanos en escenas oscuras y nubladas. También será por vivir una experiencia singular, el mundo del rodaje y acaso conocer en directo a alguno de los personajes de esta serie de culto, si es que aparecen por aquí. Ya les advierto que un rodaje cinematográfico es de las experiencias más aburridas que conozco, con mucho tiempo de espera, frío, calor y tedio. Un auténtico coñazo. Pero el cine es así, lo tomas o lo dejas.

Tengo para mí que ser extras en el cine tiene mucho significado simbólico. El de menos, es el amor al cine o la televisión. Nadie que quiera ser actor o actriz empezaría así. Buscarían el camino de las escuelas correspondientes y después los contactos con las productoras y los agentes que mueven este mundo tan sutil. En mi opinión, lo que mueve a los extras a serlo es, precisamente, a querer ser extras…ordinarios, aunque sea por un instante. Ser parte insignificante, mínima,  de una historia imperecedera, que queda para siempre, como toda imagen.

Los extras aspiran, curiosamente, a algo grande, a la aproximación a los sueños en su mínima expresión. No es solo poder verse en la pantalla, y acaso presumir de eso ante sus amigos, o familiares. Es acercarse a lo mítico. Es posible que muchos de estos extras sean mitómanos. Todos los somos, un poco, porque no estamos libres de la influencia de una cultura que, como todas en el mundo, crecieron alrededor de los mitos, las leyendas, las creencias, los dioses, etc. Somos hijos de todo aquello. Claro que conviene compensar esa dependencia mítica con una fuerte iconoclastia. Casi podemos vivir sin ídolos o deberíamos intentarlo para ser más felices.

Me resulta enternecedor que haya personas que quieran ser extras en una película y quieran así vivir su instante extraordinario, su segundo de gloria, un hecho que será inolvidable en sus vidas. Creo que importa mucho de qué historia estemos hablando. No es lo mismo ser extra en una comedia barata o en una serie ramplona, o como público en un reality o debate de chismes, que ser extra en una gran producción, en una película de Hollywood. O como en este caso, en la serie de más éxito en todo el mundo, donde se cuentan las luchas de poder, las ambiciones y el enfrentamiento entre el bien y el mal. No es lo mismo estar en un sitio que otro.

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No hay duda; ser extra…ordinario es un acto de locura artística y emocional.

Esta gente lo que quiere es estar, aunque de refilón, dentro de una gran historia. Quieren ser inmortales en ese mundo mítico. Y lo hacen desde la humildad de lo más insignificante. Me parece enternecedor, como digo. Si tengo que decir la verdad, digo que yo también participaría en un rodaje de una gran película como extra. Me sentiría honrado de hacerlo. Y casi lo haría gratis. Por el honor de ser un trocito diminuto de una gran historia.

Ya solo queda que el rodaje comience en un par de semanas y que, en unos meses podamos ver las escenas rodadas en Zumaia. Me imagino que la impaciencia de los extras será enorme, por ver si se reconocen en alguna escena. Solo por eso, ya vale la pena todo lo esperado y el sufrimiento del rodaje. Es hecho muy personal y que cada uno le dará el valor que quiera. Me hace sonreír esa emoción de los extras por reconocerse en alguna escena, incluso su decepción porque ni aparecen. Ya se sabe, se rueda mucho y se elige poco para la película final.

Es una historia de Euskadi. La de hoy. Y me gusta.

Hasta el próximo jueves.

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