DEPORTE ( y «muñecas hinchables»)

«Espectador de espectadores» Equipo Crónica (1972)

Hace ya una veintena de años formé parte del profesorado de la Escuela Superior de Gestión Deportiva Johan Cruyff, desarrollando una asignatura que llevaba por nombre «Ciencias Sociales de la Actividad Física  y del Deporte» y que venía a ser una Sociología del deporte.

Se trataba de una materia que no había tenido mucho eco en estos lares, aunque se contaba con un manual incipiente y bastante completo y, sobre todo con algunas investigaciones iniciales llevadas a cabo por profesionales de cierto prestigio como Pierre Bourdieu o Norbert Elías .

Entre los debates que surgían al calor de los diferentes temas que íbamos recorriendo, había siempre dos aspectos que salían, bien como constatación , ya como queja. Uno de ellos era la progresiva imbricación del deporte profesional y el mundo de los negocios , y el otro su conversión, sobre todo en el caso del fútbol , en un mero espectáculo.

En aquel tiempo, el aspecto económico de la actividad deportiva todavía no implicaba, como comenzó a ocurrir poco después, salvo excepciones, la entrada de los fondos de las multinacionales de la construcción y el petróleo , y la subasta periódica de los jugadores , así como el progresivo enrarecimiento de la gestión hasta llegar a niveles de corrupción insospechados incluso en las más altas esferas.

Ni tampoco la dimensión de espectáculo de las competiciones había llegado a trastocar los ritmos de los encuentros según los intereses de quienes los retransmitían y de quienes les hacían el caldo gordo, saturando la parrilla televisiva a todas horas , todos los días y , por supuesto pay per view, llegando a admitir que no se hicieran retransmisiones sin una cierta cantidad de público.

Me he acordado de todo esto al enterarme de que se ha reanudado la Bundesliga para evitar el colapso económico del deporte rey, y que se ha hecho sin público, prietas las filas tras las pantallas, y de que , por ejemplo en Seul, se ha celebrado un partido disponiendo unas maniquíes ( o unas «muñecas hinchables/ sexuales», todavía no se ha aclarado) en las gradas para alentar (?) a los jugadores…

Y , en fin, como es posible que por aquí alguno ya se estará devanando los sesos para activar el ocio y el negocio cuanto antes, se me ha ocurrido que nada mejor para rellenar los estadios vacíos que unos cientos de aquellos muñecotes grises con gafas negras que en su momento fueron el santo y seña del «Equipo Crónica». Claro, que a lo mejor es un poco caro y no salen las cuentas: el mío, conseguido por sorteo en 1972 en los Encuentros de Pamplona, lo alquilo barato.

UTOPÍA EN LA DISTOPÍA (sobre «Enjambres» de Edgar Borges)

He recibido y leído la última obra de Edgar Borges (Caracas, 1966), a quien conocí hace ya algunos años a raíz de su investigación novelada titulada El hombre no mediático que leía a Peter Handke ( recientemente reeditada en Ediciones Carena).

La nueva novela se titula Enjambres y ha aparecido de la mano de Altamarea Ediciones. Con ella el escritor venezolano continúa un ciclo literario singular iniciado por La ciclista de las soluciones
imaginarias (2014), y que se ha desarrollado entre El olvido de Bruno (2016) y La niña del salto (2018).

Una vez más, Borges aprovecha su narración para recorrer algunos ámbitos de la realidad circundante desde una mirada deconstructiva y por ello alternativa.

En este caso, y como si presintiera el confinamiento obligado a que nos ha conducido la pandemia del COVID- 19, Enjambres describe un confinamiento, en este caso voluntario, de un grupo de amigos que se encierra en una casa apartada en medio de un bosque y junto a un lago, huyendo de los enfrentamientos civiles que les rodean.

El grupo de amigos, encabezado por una joven, intenta sobrevivir acogiéndose a una inocencia primitiva, acaso tan infantil como rousseauniana, y , a pesar de las decepciones y de las deserciones, se reclama de la utopía como sólo se puede hacer desde la virtualidad de la literatura, es decir , haciendo posible en el texto lo que parece más bien inviable en la realidad empírica e histórica.

Se cumple así a largo plazo, una , acaso la más importante, de las funciones del arte que no es otra sino dar cuenta de lo que puede ser más allá de lo que es , o , en terminología aristotélica, de lo que pudo ser más allá de lo que fue.

Y, por una casualidad, como siempre inesperada – ¡ Ah escurridizo Kairós! – las palabras de Enjambres se elevan desde sus páginas como la ocasión para meditar sobre un confinamiento deseado en medio de la distopía que nos rodea…

«AÑOS DE PLOMO» ( Una crónica de Kepa Bilbao Ariztimuño)

Han sido numerosos los estudios y las investigaciones que se han llevado a cabo acerca de la denominada Transición Política española. También desde algunos medios de comunicación se han ido ofreciendo versiones documentales oficiales y alternativas – aquel fue el caso del famoso programa de Victoria Prego. Asimismo se han sucedido toda una serie de memorias y testimonios más o menos apologéticos o exculpativos. Más recientemente, ha emergido una variante de ficción articulada en torno a la actividad de ETA ( como la novela Patria, o la serie La línea invisible) si bien bajo un esquematismo y un simplismo bastante insustanciales que no parecen ayudar en nada a la «comprensión» – en el sentido de Max Weber- de lo que estaba ocurriendo durante aquellos años.

El profesor Kepa Bilbao, autor de una larga bibliografía, acaba de publicar Años de plomo. La excepcionalidad vasco-navarra en la transición (1975-1985). Hechos, movimientos sociales, ideologías, violencia política y la izquierda radical (Tercera Prensa-Hirugarren Prentsa , 2020), un intento de reconstruir el ambiente sociopolitico que se vivió en el País Vasco entre 1975 y 1985.

En esta obra se describen los principales acontecimientos ocurridos durante estos años, escogidos particularmente por coincidir con los momentos más tensos del proceso de desestructuración del franquismo. Y si bien el tono general y conclusivo es que por un lado el movimiento obrero contribuyó con un gran despliegue de movilizaciones y huelgas a facilitar la esperanza de una ruptura política, por otra parte , y con carácter retrospectivo, se aprecia un maximalismo ineludible en las exigencias políticas entre las fuerzas opositoras más radicales: «Se vivió un momento de euforia por la utopía hasta el punto que el sector más radical creyó que lo deseable era posible y bueno para la mayoría social, posibilidad que pasaba por una ruptura a través de la violencia»

Pero lo mas interesante de esta nueva publicación es la aportacion directa de diversos testimonios y documentos de aquella izquierda denominada revolucionaria , tan repartida entre grupos leninistas, maoístas, trotskistas y nacionalistas abertzales, y de sus cábalas en aquellos sugerentes e interesantes momentos historicos. Y también, toda una serie de reflexiones sobre los diversos movimientos sociales que surgieron al calor de aquellos años de plomo, como el ecologismo, el feminismo , el anti-militarismo o los movimientos de liberación sexual, así como el interesante capítulo sobre el Rock Radical Vasco y su impregnación social.

Un libro, en fin, tan complementario como necesario para volver a meditar, sine ira et studio, sobre una década trascendental.

CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (35.- Covidiotas)

«COVIDIOT»
life.spectator.co.uk

Ahora que every body va a poder salir a la calle en pareja, cada uno y cada una según su forma y condición como en el Génesis entraban en la salvífica Arca de Noé, ya puedo hablar de él en la conciencia de que , a partir de ahora, pasará desapercibido.

Pues el tal, que es más bien delgadurrio y mal encarado, ha ido saliendo durante el confinamiento cuando le ha dado la real gana y bajo subterfugios sucesivos y sistemáticos: como no tiene mascota ni niño ( y perdón por la comparativa alusión) ,desde el punto de la mañana hasta la hora del vermú, ha estado yendo y viniendo en sucesivos viajes ya tirando una minúscula bolsa de basura, ya comprando el pan , ya paseando una bolsa inane y coloreada , recorriendo al efecto las manzanas aledañas, y por fin , moderadamente atravesado en el portal de su casa ,con una lata de cerveza abierta en una mano y un cigarro encendido en la otra. Y, por supuesto, sin mascarilla ortodoxa o heterodoxa.

Si lo cuento es porque lo he visto una y otra vez desde la ventana de mi estudio que es más indiscreta que La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock, y otro sí por mi vocación trangenérica de «vieja del visillo», aledaña de mi espíritu post-micro-sociológico.

Mikel, mi amigo todavía superviviente por mor de la edad en la selva académica, y piloto-macro-sociólogo de altura, con quien me he encontrado al ir a comprar el periódico, me ha comentado a los dos metros de la rigurosa distancia, que en otros lares, acaso más responsables por herederos de Lutero y de Max Weber, se ha acuñado un neologismo para tildar a este tipo de individuos que han pasado de todo .

Llámaseles al parecer «covidiotas», y el palabro, como suele ocurrir últimamente en la jerga para-científica ,proviene del inglés » covidiot», de fácil etimología, que designa a quien, en plena pandemia del COVID-19, comete irresponsabilidades que perjudican a los demás. Y supongo que está bien poder subsumir en una clasificación operativa a deambuladores irredentos como este, pero asimismo a quienes ignoran la distancia social, extienden bulos, o acaparan por encima de sus necesidades- tal es también su amplitud semántica.

Any way, despedido de Mikel con un namasté, y protegido ya con mi armadura de periódicos varios y en papel, he concluido de camino a casa que los covidiotas no son sino una variante accidental de una sustancia de idiotez en cuanto que idiotez irremediable , lo cual que ya no se podrá corregir con tácticas de contención coyunturales como las tan maníacas de las fases de desescalada… Y en subiendo las escaleras se me ha escapado un «Oh , my God!» con acento de Chicago…

CRÓNICAS DEL CORONAVRUS( 34.- «La vida sigue igual…»

Yo era el segundo en la larga cola para entrar en el supermercado. Quien daba el nihil obstat para avanzar ( y de paso repartir unos guantes), un joven de rostro amerindio , charlaba con mi inmediato anterior.

Y le decía: «Parece como si , con este virus, la Tierra nos quisiera expulsar del planeta…Tendremos que hacer grandes cambios para no desaparecer…» Su interlocutor, a quien yo veía de espaldas – grandes y anchas, por cierto – le ha contestado en tono tajante con un punto de ironía: «Ya, ya, en cuanto aparezca la vacuna y este maldito bicho infecte solo como una gripe, nos olvidaremos de todo…»

El grandullón ha entrado en el local y yo no he tenido la oportunidad de continuar la conversación porque ante , supongo, la frustración previa, mi Caronte había decidido ensimismarse con un perrillo aburrido atado a una farola cotangente.

Y luego me ha tocado iniciar el tránsito entre las estanterías, algo que ya llevo a cabo con un ritmo casi de sonámbulo por rutinario.Y en este ir y venir, bien guiado por mi lista de la compra que siempre es más lista que mi memoria, me he acordado de algunas secuencias de una película que vi hace ya mucho tiempo. Se titulaba Grand Canyon , la dirigió Lawrence Kasdan en 1991 y obtuvo el Oso de Oro de Berlín el año siguiente.

En ella se relata la vida de un grupo de personas de distintas clases sociales que viven en la ciudad de Los Ángeles y que por diveros motivos coinciden entre sí tras algunos episodios azarosos , y para celebrarlo organizan una excursión al Gran Cañón del Colorado. En el viaje de vuelta, un productor de cine interpretado genialmente por Steve Martin, que se ha salvado de un atentado por los pelos, le confiesa a un compañero (Kevin Kline) que la «serena contemplación del Grand Canyon» le ha hecho comprender lo banal de su vida y que aquel viaje va a suponer un antes y un después…Sin embargo, al poco se le puede ver reincorporado a su vida hollywoodiense, más perro y frívolo que nunca, pues tras un nuevo a modo de corte epistemológico, concibe que su supervivencia ha sido obra de su astucia…

Y a la salida del super , con el carro medianamente lleno, he vuelto a casa con la sensación de que a lo peor el grandullón tenía razón y que, tras la desescalada y a pesar de haberle visto los dientes al lobo ( sanitario, económico, social y político), algunos (y algunas, of course) pensarán ( o desearán pensar ) que «la vida sigue igual…»

CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (33.-Residencias)

Según los datos actualizados al día de la fecha, en Europa ha habido 119.917 fallecimientos debidos al COVID -19 , y la mitad de las muertes ha ocurrido en residencias de ancianos según Hans Kluge, director regional de la oficina de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Así que puede parecer que este coronavirus estaba diseñado para limpiar el Sistema de gentes improductivas pero que suponen un gran gasto, un poco como en su momento el VIH pareció servir para limpiar la Sociedad de homosexuales y drogadictos.

Pero sin incurrir en hipótesis siniestras más propias de El Caso, los datos son escalofriantes y la pregunta es insoslayable: ¿Por que tantas muertes en las residencias de ancianos?

Pues bien, a pesar de la poca información que hay al respecto, se va sabiendo que son cerca de medio millón los residentes en esas instituciones y que las tales son mayormente privadas, o mejor, privatizadas tal y como cantan los números de , por ejemplo ,Madrid y Cataluña. Asimismo se va conociendo que , sobre todo en estos últimos casos, se ha ido recortando la plantilla, reduciendo la calidad de la comida, ahorrando en limpieza y en mantenimiento del edificio, así como disminuyendo la atención sanitaria y los suministros de protección e higiene.

Esta degradación ha tenido mucho que ver , al parecer, con la política de austeridad pública que se implantó a raíz de la crisis de 2008 y que ha sido aprovechada por numerosas empresas ajenas a estos servicios para diversificar su negocio acogiéndose a las privatizaciones: es el caso, según las informaciones proporcionadas por las mismas entidades, de ACS (Actividades de Construcción y Servicios), presidida por el también presidente el Real Madrid, Florentino Pérez; o del Grupo Murias – que por cierto está implicado en uno de los proyectos inmobiliarios más especulativos de Bilbao.

Por si lo anterior fuera poco, en muchos casos se ha podido comprobar que estos geriátricos han ido recibiendo cuantiosas subvenciones públicas, mayormente gestionadas por ex-cargos políticos que , además, se incorporaban al negocio como directivos percibiendo altísimos ingresos.

De modo y manera que ante la crisis suscitada por la extensión de la pandemia del COVID-19, estas instituciones, mayormente reconvertidas en nichos silentes de negocio, han sido incapaces de reaccionar con la eficacia que se merecían sus residentes, y de proporcionar la calidad, los recursos y los sistemas de atención necesarios para defender su dignidad como personas.

Es de suponer que alguien tendría que hacer algo al respecto…

CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (32.-Evaluaciones)

Cuando comenzó el confinamiento se tomó con mucha alegría la posibilidad de emplear los medios electrónicos para continuar con la labor docente en los diferentes niveles educativos que así lo permitieran: parecía una extensión natural del teletrabajo.

La estudantina y el profesorado se pusieron a la labor y, a pesar de las dificultades derivadas de la premura y de la falta de materiales, hubo una remontada significativa de la actividad que se ha mantenido incluso hasta en las vacaciones de Pascua.

Sin embargo, la entrada de la primavera y la inminencia del verano han traído consigo un aspecto que hasta ese momento apenas se había atisbado: la evaluación, no sólo del periodo de cuarentena , sino de todo el curso académico. Y con ello se han desatado los demonios de la incertidumbre y de la duda.

Así, desde determinadas instancias se ha argumentado a la contra que «no habrá un aprobado general», que ha sido interpretado por otras instancias como que sí lo habrá y que por lo tanto se ha de justificar de un modo contrastable cuando ya casi no se pueden aplicar esos mecanismos de control tecnocrático denominados «rúbricas». Y así , a la vez que se ha incrementado el volumen de los contenidos , se han afilado las armas de la evaluación con el objetivo trasnochado de que «nadie copie», planteando tests de rápida y controlada contestación o incluso «un sistema de espejos ubicados en los puestos domésticos discentes para vigilar adecuadamente a los examinandos» (sic y documentado)

No es de extrañar este tipo de reacciones que se podrían calificar como histéricas, toda vez que , por lo general, la enseñanza virtual – como lo he podido comprobar durante mis casi 40 años como profesor-tutor en la UNED- ha tenido siempre una componente evaluativa presencial, o si no, se ha vehiculizado a través de trabajos en los que se estimaba más la reflexión o el espíritu crítico que la erudición.

Soy consciente de que esta última opción puede ser de dificil aplicación en algunas materias- pero aun de ellas hay ahora mucho material utilizable- mas en una situación como la que estamos viviendo, no se puede pretender aplicar los mismos criterios y procedimientos evaluativos que en lo que hasta ahora considerábamos normalidad.

Por lo demás, lo que nos espera, también en este ámbito educativo, es probablemente un cambio de paradigma , con la plena incorporación normalizada de la enseñanza on line, como recientemente comentaba Andreas Schleicher ,Director de Educación de la OCDE.

Un cambio que se está ya produciendo como consecuencia de la adaptación a la nueva situación y ante cuyos primeros brotes deberíamos prestar mucha atención porque son sugerentes pistas para el futuro, tal y como ha señalado mi compañero de globosfera y ex-rector de la Universidad del País Vasco, Juan Ignacio Pérez.

CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (31.-Grândola…)

Al amanecer del 25 de abril de 1974, pese a los continuos llamamientos de los luego denominados «Capitães de Abril» para que la población permaneciera en sus hogares, miles de civiles portugueses ganaron las calles en varias localidades, mezclándose con los militares sublevados.

Los militares del Movimiento de las Fuerzas Armadas se habían levantado contra la dictadura durante la noche anterior al son de
«Grândola, Vila Morena» la canción prohibida de José Alfonso y poco después habían ocupado los puntos estratégicos del país. Ya por la tarde, el presidente Marcelo Caetano se rendía ante el general Antonio de Spinola y partía para el exilio.

Han pasado muchos años desde aquellos acontecimientos y Portugal ha cambiado también mucho. Pero aquella «Revolución de los claveles» generó una enorme expectación en estos lares en los que el franquismo daba sus últimos estertores, aunque el dictador Francisco Franco continuara vivo. Aun así, nadie esperaba un movimiento semejante de unas fuerzas armadas todavía copadas por antiguos alféreces provisionales, promocionados tras la Guerra Civil.

Sin embargo, y más allá de aquella extraña solidaridad entre la gente del común y los militares, lo que más sorprendió fue la ocupación masiva de las calles y de las plazas, aquel deseo de roce colectivo que parecía haber sido evitado por prohibido durante largos años bajo la tutela de la policía política, la temida PIDE, cuyos miembros pronto fueron objeto de persecución y detención.

Deseo de encuentro, de roce colectivo, de alegría compartida, de futuro abierto, de , por fin , esperanza, de aquella esperanza de la que tan expléndidamente hablaba Kant en su famoso texto «¿Qué es la ilustración

CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (30.-Metrópolis)

La excelente y oportuna reflexión de Javier González de Durana sobre la actualidad del Panóptico de Jeremy Bentham (1748-1832),  me ha llevado a buscar en mi videoteca Metrópolis  ( 1927), la famosa película dirigida por Fritz Lang con guión de su esposa Thea von Harbou.

Metrópolis, rodada entre guerras, en un ambiente de desolación total tras la derrota alemana , fue censurada y mutilada en numerosas ocasiones, según los regímenes de los países en los que se fue estrenando, y asimismo criticada dura y sucesivamente como apología del nazismo, del cristianismo o del marxismo según las versiones.

Pero,a pesar de todo ello, e incluso en su versión más corta, es un film calificado en su momento de ciencia ficción y acaso hoy de «distopía», en el que se muestra con la grandiosidad del expresionismo alemán y del cine mudo, una sociedad drásticamente dividida entre ricos ( los de arriba) y pobres ( los de abajo), el sometimiento a un maquinismo infernal, un poder político omnímodo y hasta la utilización de las mejores y más generosas intenciones, pervertidas por la Ciencia vendida al Sistema del inventor Rotwang.

Pero aun así ,lo más sorprendente de esta sociedad, ubicada por cierto en el año 2026, es el control exhaustivo de la población, magníficamente metaforizado en el despacho de Joh Fredersen, el amo de Metrópolis , lleno de teléfonos, pantallas y palancas.

Y sin quererlo, se me ha ocurrido que la utopía de Bentham y la distopía de Lang, pueden convertirse en el modelo de poder recauchutado que aflore por defecto tras los meses de disciplina social que está suponiendo la larga cuarentena de contención del COVID-19… ¿Tendré un mal día?

CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (29.-Lee Konitz)

Entre los pocos fallecimientos ajenos a la pandemia del COVID-19, recientemente se ha difundido la noticia de la muerte del saxofonista Lee Konitz a los 92 años de edad.

Konitz, conocido entre la afición y la crítica por haber sido uno de los fundadores del free jazz, con una larga trayectoria como solista y también como participante en numerosos sextetos y nonetos – el más famoso el que compartió con Miles Davis tras la Segunda Guerra Mundial -fue un saxo alto con gran capacidad de improvisación sobre una base muy elaborada que algunos calificaron de «cerebral».

Las piruetas asombrosas de Konitz me han acompañado durante muchos años a lo largo de densas horas de trabajo en las que, de vez en cuando, cerraba los ojos y me sumergía en la melodía fascinante que lograba enhebrar sin fin.

Se suele decir cuando fallece algún creador que siempre queda su obra. Y creo que es cierto: quedan los cuadros, los libros, las esculturas…los edificios singulares. Pero la música tiene de particular su viva reproductividad, su amplia versatilidad, su específica realización que la suele hacer única.

Y así, sin pensarmelo dos veces, he puesto en el reproductor , una vez más Subconscious-Lee. Y he cerrado los ojos, en esta ocasión desde el principio, para dejarme llevar mejor por su saxofón, tal y como en muchas ocasiones anteriores me los ha mantenido abiertos, muy abiertos, sobre todo mientras escribía, ahora lo sé, impulsadas mis palabras por su melodía…