Bogando por la red: El verdadero mérito al trabajo

El verdadero mérito al trabajo

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El gobierno ha concedido la medalla del mérito al trabajo a María Teresa Campos y a Pau Gasol. No hay que desmerecer a ambos, ni un ápice de reproche, ya que dedican muchas horas a hacer lo que les gusta por una remuneración algo más que generosa. Aunque no hay que olvidar todos esos anónimos trabajadores, con jornadas interminables, con un sueldo mínimo, que en muchas ocasiones ni se acerca a lo que fue su sueño aunque lo realizan como si lo hubiera sido. Esos que jamás recibirán ningún premio.

Los jóvenes y el enchufe

Seguimos en el mundo laboral, si ponemos en valor el escaso número de trabajadores bien remunerados y satisfechos con sus condiciones, es obligado citar a aquellos que les dieron su primera oportunidad. Según un estudio del INE, los jóvenes utilizan el “enchufe” como método primordial para encontrar un trabajo. No debería extrañar a nadie que acudan primero a familiares y conocidos antes de lanzarse a la búsqueda en una oficina de empleo, que todos conocemos como “el paro”. Sintomático, ¿verdad?

Conexiones que explotan

Es perfectamente justificable recurrir al entorno más cercano para lograr encaramarse al mercado laboral, aunque temblamos de terror en el ámbito del Partido Popular, allí las conexiones se sobrecargan y explotan con facilidad. La quiebra de Emarsa, una de las depuradoras más importantes, viene precedida por un mayúsculo escandalo de sueldos desorbitados, casas, coches, viajes y hasta prostitutas pagadas con dinero público. Hablamos de una empresa que triplicó la plantilla para hacer hueco a todos los amigos.

La banca siempre gana

En el negocio bancario, aunque acumule perdidas, los que siempre acaban con el bolsillo roto son los clientes. La caída del banco Popular habrá movido ligeramente los guarismos de las saneadas cuentas de los más pudientes. Sin embargo, para los miles de pequeños inversores que han perdido sus ahorros el varapalo es de consideración. De nuevo comenzará la ruleta judicial para intentar recuperar lo desaparecido, aunque ya sabemos que la banca siempre gana. Y si pierde, el que paga suele ser el Estado.

El ecosistema televisivo

En el jurásico televisivo sólo existían dos cadenas, luego llegaron las privadas y autonómicas. Se repartió la tarta publicitaria. Más tarde la cadena pública española retiró su porción y pasó a vivir únicamente a costa del presupuesto del Estado. Se fusionaron grupos privados, convirtiéndose en un duopolio. La evolución del panorama televisivo se asemeja a un delicado ecosistema, en el que ahora los más débiles se intentan asociar para no caer devorados por dos depredadores que controlan el 86% del mercado.

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