En estos días en los que , como se decía antes, » mayo marcea» y la lluvia y el frío viento del noroeste apenas si se dan un respiro, me he resguardado en casa, saliendo tan sólo lo imprescindible para despejar la cabeza y el corazón.
Ayer, buscando Figures III del recientemente fallecido Gérard Genette, encontré escondido un viejo cuaderno escolar. La portada presentaba una gran pluma que a modo de proa náutica se abría paso entre grandes olas torpemente dibujadas. En las amuras de la nave, llena de libros, se podía leer: «Con la pluma me abro paso». En la primera página yo había escrito , ahora hace más de cincuenta años y bajo una pequeña cruz: V.J.M.J. ( o sea, Viva Jesús , María y José) , seguido de ¡Viva el beato Marcelino Champagnat!, a la sazón fundador de los Hermanos Maristas, partidarios de «la letra con sangre entra», aunque de un modo no tan definitivo como otras órdenes religiosas que se dedicaban a la enseñanza ( y entre las que se llevaban la palma los Escolapios.
Y mirando y remirando el cuaderno me di cuenta de que ciertamente con la pluma me he abierto paso en estos últimos cuarenta años en los que he alternado la oratoria docente con la escritura de algunos librillos de ensayo, una treintena de artículos y dos recopilaciones de haikus- y de esto último es de lo que me siento más orgulloso.
Y también me percaté de que, a pesar de que ya no pongo al principio de mis escritos ninguna crucecita ni aquello de V. J.M.J. , ni recuerdo al beato Marcelino Champagnat- que probablemente habrá llegado ya a ser santo – debería tomarme más en serio otros signos predominates y otros vivas y santidades en este mundo en el que en ocasiones parece instalada la post-modernidad del todo-vale, sin haber pasado por la modernidad del juicio crítico…