Juventud a prueba de informes

Independientemente de lo que ponga en la casilla “fecha de nacimiento” de nuestros carnés, todos pertenecemos a una camada de la que alguna vez se dijo que era la peor que habían conocido los tiempos y que caminaba hacia el desastre sin remisión. Estoy seguro de que entre los moradores de Ekain o Santimamiñe ya se daba eso que unos miles de años después sería llamado “conflicto generacional”, que no es otra cosa que un sarampión que, como la propia juventud, se cura con el paso de los años.

Casi todas las rebeldías sin causa de la Historia han devenido, siquiera sin ser conscientes de haber claudicado, en barriguitas prominentes, patas de gallo, resignado pago de impuestos y facturas y, como corolario, la convicción cascarrabias de que los que nos han sacado de la pista de baile están hechos de una pasta de peor calidad que la nuestra. No puedo evitar reírme por lo bajini cuando veo a los campeones mundiales de las gaupasas de los ochenta repitiendo desvelo, sólo que en pijama, a la espera de que vuelvan sus churumbeles adolescentes. Luego, claro, pienso en la edad que tiene mi hijo y en que pronto me va a tocar a mi, y se me congela la sonrisa.

Trabajos de “investigación”

El único cambio que veo en este eterno retorno -ley de vida, se decía antes- es que de un tiempo a esta parte pretendemos tener cartografiados a los cachorros de la tribu. No pasa un mes sin que aparezca un nuevo estudio, informe o similar sobre lo que bulle en esas cabecitas que sospechamos huecas. Sus conclusiones dan para titulares apañados -”los jóvenes de hoy son así o asá”-, pero casi todos tienen los mismos pecados originales. Por una parte, están hechos por tipos ya talluditos y, por tanto, biológicamente incapacitados para interpretar el código fuente. Por otra, se basan en encuestas a las que la chavalería responde con ánimo de choteo, de exageración o, directamente, de ocultación; a tus quince años, a buenas horas le vas a entregar voluntariamente a un pureta (lo sé, palabra en desuso) el plano de tu tesoro.

Pongamos, pues, en cuarentena los resultados de estos trabajos de campo. El penúltimo, avalado por el Departamento de Empleo y Acción social del Gobierno vasco, lleva por enunciado [Enlace roto.]. Tras ese paternalista punto de partida, concluye que la mocedad de este trozo del país -la CAV- vive obsesionada con su imagen, se aburre un congo estudiando y se chutan en vena bollería industrial. O sea, como la de todos los lugares en todas las épocas. Tremendo hallazgo.

3 comentarios en «Juventud a prueba de informes»

  1. Ja, ja, ja, ja, es cierto, coincido con Vizcaíno. Leyendo la noticia a la que se hace referencia, da la impresión de que han hecho un «copiar y pegar» de cualquier informe que pudiera haber sacado antes el propio Gobierno vasco. Esto mismo se podría haber dicho hace 20 o 30 años.

  2. Lo peor de estos informes es que detrás tienen un propósito, y mucho me temo que es el de siempre, intentar adoctrinar a una juventud que PASA totalmente de “Nuestros” políticos y que cada día son más independientes de la sociedad en que les hemos obligado vivir.
    A estas alturas de la película creer en las encuestas del Gobierno proespañol.. perdón quería decir vasco, es como tomarse en serio a Torrente.
    Por cierto los jóvenes de ahora beben bastante menos que lo hacíamos los no tan jóvenes en nuestro tiempo, ahora se bebe mucho en un solo día y luego 6 días de secano, antiguamente la “julepa” era diaria y no digamos nada de los Chiquiteros que en su mayoría el encontrar no ya la cerradura de la casa si no la misma casa era toda una odisea.
    Aurrera jóvenes, que el futuro a pesar de estos carcas es vuestro
    Salud

  3. Otras veces estoy más de acuerdo contigo, Javier.
    Sí es cierto que estos informes son más de lo mismo, que todas las generaciones son antisistema con la anterior. Pero no se debe tomar tan a la ligera los analisis sobre juventud y adolescencia. Hoy no sólo no estamos en la cueva de Ekain, que efectivamente los ejemplares más jóvenes y válidos ya pasarían de sus padres más viejos. Hoy hay más: Mi anterior generacion (tengo 55) transmitió sus valores en dos vias: casa y escuela (formacion personal + formación académica = formacion social). Nosotros hemos tratado de hacer lo mismo y me he dado cuenta (mi hijo tiene 25) que la siguiente generacion se ha «educado» con una tercera vía que supera y anula las anteriores : Medios de comunicación (primero TV con multitud de cadenas, un cine americano dominante etc.. y desde hace 10 años, internet. ) No es malo, es perfecto. Sólo que hay que tenerlo en cuenta, porque los canales ya no son canales. Son un mar, un océano. Hace falta un analisis más serio, porque a lo mejor tiene más influencia en nuestros hijos un integrista cristiano neo liberal que sus padres o educadores de su propio entorno. Los medios de conocimiento son globales, y eso nunca ha pasado, ni en Ekain, ni en la educación del XIX y XX.
    Por lo demás, sigo contento de leerte.

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