Muerte indigna

A la jerarquía eclesial (no confundir con la Iglesia, que es algo mucho más amplio y rico) le encanta imaginar canteras llenas de piedras de escándalo y disponerlas a modo de barricadas. A un lado se sitúa la realidad y al otro, sus ilustrísimas vestidas para pontificar y, en la misma homilía, envenenar la convivencia. Tanto que dicen saber sobre tentaciones, una y otra vez sucumben a la de tener la última palabra sobre lo que sea e imponerla a sotanazos. No hay debate social en el que no tercien blandiendo la amenaza del infierno para quien ose contradecir su tenebroso magisterio.

Pase, si lo hicieran con argumentos; pero los purpurados no se rebajan a opinar como cualquiera. Lo suyo son verdades reveladas y por tanto, irrefutables para el rebaño que se vanaglorian en pastorear. Y si se les mete en el entrecejo que Dios quiere que nos vayamos de este mundo sufriendo como verracos el día de San Martín, ha de hacerse su voluntad. ¿Muerte digna? ¡Hasta ahí podíamos llegar! Antes de rendir el último aliento hay que pasar las de Caín en carne propia y, faltaría más, en la de familiares y prójimos en general. Nada como un buen martirio para llegar limpios de pecado a la otra orilla. Arrepentidos los quiere el señor, aunque no se sepa de qué.

Luego, claro, los integristas son los otros. Sin embargo, la oposición de la Conferencia episcopal española al proyecto de ley que pretende hacer más llevadero el inevitable paso de la vida a la muerte no tiene nada que envidiar a las fatuas de los ulemas más cerriles. Por añadidura, roza el sadismo y, desde luego, es ajena a toda esa piedad que se avienta desde los púlpitos. ¿Dónde está el pecado mortal en renunciar al encarnizamiento terapéutico ante un trozo de carne que hace tiempo dejó de ser una persona y que jamás volverá a serlo? ¿En qué parte de las Escrituras dice que lo cristiano es alargar inmisericordemente las agonías? Ni ellos lo saben.

6 comentarios en «Muerte indigna»

  1. Has dado en el clavo como siempre. ¿Y yo como atea practicante que soy qué hago? Madre mí qué duda más grande…

  2. No es el caso, pero estoy deseando que escribas sobre Donosti la Capital Cultural y sobre todos los comentarios vertidos y por venir. Menudo filon.

    Saludos

  3. Tenemos un problema enorme tanto en España como en Euskadi y es la pleitesía a que se someten los periodistas, políticos y demás responsables del estado del país para bien o para mal.
    En un estado aconfesional de los de verdad y no esta pantomima, lo que no tenían que hacer es dar mas pábulo a estos indeseables de la iglesia que para mí son todos sin distinciones, pues si para otros temas a los que apoyan un movimiento son culpables y encarcelados por el mero hecho de apoyar esas ideas ¿Por qué siempre intentamos hacer lo contrario cuando se habla de la iglesia? Son iguales los que prohíben que los que les apoyan, hay que recordar que los más de 5.000 millones de euros que se llevan por no hacer nada los ponemos todos. A sí que no hay may0or desprecio que el menor aprecio y la Iglesia se merece eso desprecio y no salir en los medios de comunicación que para ello ya tienen sus pulpitos, claro como ya no va nadie a escucharles usan el chantaje y la ignorancia de nuestros políticos de papel

  4. ¿Qué quieres que te diga? ¿Y si existe el infierno? No hay que ser tan descreído y tener fé, por si las moscas, yo por si acaso de vez en cuando me acuerdo de Nuestro Señor, porque tengo pecados de juventud que no se si son veniales o mortales…; por mis años mozos de machito encelado, con las chicas… “Era de prometer antes de meter, después de metido nada de lo prometido”

    Respecto a la muerte indigna “Como lo dije la Iglesia” considero que es mucho mas indigno el sufrimiento perpetuo físico y moral de la persona, cuando la muerte lo tiene a pie de cama y esta se dedica a pudrir al enfermo por dentro en una lenta agonía, ¡Conclusión, si me encuentro en esa tesitura, prefiero entregar el alma al Dios del cielo, que no a su “hipotético” subalterno en la tierra

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