Vayamos haciendo acopio de palomitas, que no nos va a faltar entretenimiento en los catorce meses —sí, todos esos todavía— que quedan de legislatura en la CAV. Lástima que no resultará la pelea igualada y emocionante que nos gustaría a los que apreciamos el buen pugilato político. Tendrá más de pressing-catch amañado donde de antemano están repartidos los papeles de los contendientes. Al PSE, ni lo duden, le toca encajar las guantadas y callar. Mejor, con una sonrisa, como la que exhibieron anteayer José Antonio Pastor e Idoia Mendia al proclamar urbi et orbi que les volvía locos de felicidad tener que comerse con patatas el paletón de enmiendas a sus presupuestos que les había echado encima su socio y sostén.
Ojo, que en el paquete va un caprichoso canon de capitalidad que se le ha ocurrido a la supernova en ciernes Maroto y la fumigación de las ayudas a las víctimas de motivación política. Si lo primero pasa como gamberrada, lo segundo es una tarascada lanzada a muy mala leche contra lo poco en que hemos visto medianamente firmes a los socialistas vascos. Pues ni por esas. Testuz abajo y a seguir tragando quina.
Entre tanto asesor con fluorescente adosada en el entrecejo debería haber por lo menos uno que advirtiera de los beneficios de dar un puñetazo en la mesa de vez en cuando. Cada chantaje pagado es el anticipo de otros dos o tres por venir. Acabará López subiendo a la luna para ponérsela a los pies de Basagoiti, y ni aún así dejará de pedir el agasajado más pruebas de amor, o sea, de sumisión.
Que alguien en Nueva Lakua se detenga a echar cuentas y vea si les sale rentable ir entregando los barcos y, además, la honra. En el ejercicio puede ser de ayuda la tabla con los resultados de las últimas elecciones. Innegable, sí, el batacazo del PSE, pero así y todo, le sacó unas traineras de votos al PP. Es la tercera fuerza vasca. ¿Por qué se deja mangonear por la cuarta?