Perdonen la comparación un tanto frívola, pero en la cuestión de Ucrania me ocurre como con la final de la Champions de este año: no voy con ninguno. Ni siquiera me sirve el mal menor. Aquí no caben los decimales. Tengo motivos similares —no diré exactamente iguales— para deplorar de los grandes bandos que nos imponen, e incluso intuyo que, como suele suceder en la inmensa mayoría de los conflictos, hay posturas intermedias que ni llegamos a conocer. Pero no, el maldito pensamiento binario, que es un refugio de perezosos, bravucones y maestros Ciruela, impone la alineación obligatoria. Ni siquiera es necesario que la adhesión sea por acción. Es corriente que sea por omisión: quien no está con nosotros está contra nosotros y sanseacabó. Y los tales nosotros estamos a tres mil kilómetros de los disparos.
¿Cómo explicar que no son excluyentes las repugnancias que me provocan los fascistas del Maidán y los matasietes prorrusos? Y lo mismo, respecto a los valedores de estos y aquellos en la pinche comunidad internacional. Ahí sí que el calco es perfecto. Los intereses de la UE y Estados Unidos por un lado y los de la madrastra Rusia por otro son de una bastardez pareja. Es de miccionar y no echar gota que para mostrar rechazo a los mangarranes de la troika y al tío Sam haya que cantarle loas al genocida probado Vladimir Putin. Bien es cierto que esto último revela la tendencia al postureo malote de esa seudoizquierda —no hablo de toda, líbreme Marx— que a estas alturas de la liga sigue creyendo que al otro lado del muro residían la libertad, la igualdad, la fraternidad y una prima del pueblo.
Yo no creo que se trate de estar con unos o con otros ni que mucho menos mandemos todo al carajo, pero sí de defender y exigir siempre una formula universal democrática para que cualquier conflicto, necesidad o insatisfacción social pueda resolverse cordialmente. Los tiempos cambian, cada día se descubren conocimientos impensables hace años, lo que obliga constantemente a revisar “fronteras” y “leyes” y “unidades” tenidas como incuestionables, en cambio, otras elementales cuestiones, más humanas y viscerales, en las que damos por cierta su permanencia inmutable e intocable, como ocurre con las naciones, países, fronteras, etc etc, no conseguimos o no nos proveemos de herramientas que faciliten el proceso de mutación, cambio o disolución. ¿Por qué obviamos sistemáticamente que el mundo tal y como lo conocemos no es fruto ni de la casualidad ni de la racionalidad ni del amor ni del respeto, sino de todo lo contrario? El problema está en defender por un lado la democracia, “se hará lo que quieran los ciudadanos”, como forma para cambiar y conseguir ideales políticos y sociales, mientras mantenemos, también, que la FUERZA es DERECHO, es decir, “aquí se hace lo que yo digo”, y con mucha más firmeza. La ONU es una buena muestra de ello, una gran idea y herramienta donde estamos todos, pero sometida a la fuerza del derecho a veto de unos pocos, es decir, las buenas intenciones hechas herramienta inútil, “la democracia” sometida a ” la fuerza”. Esto provoca frustración, desencanto y al final caemos en manos de “hechiceros” tan depravados e irracionales como cualquier gurú de lo más recóndito de la selva. Los grupos fascista son prueba de ello y la abstención, el nihilismo, también. Todo lo que se ha hecho sobre un ideal incumplido ha terminado resquebrajándose, como ya dije, la ONU es una prueba de ello, pero también la unidad española, la unidad europea, los partidos políticos, el capitalismo, el socialismo, las religiones……… Por todo ello, tal vez, una pequeñísima victoria, un solo eurodiputado, ayude a muchos a ver que si es posible cambiar, porque un solo eurodiputado nuevo ya ha cambiado algo, al viejo eurodiputado que nos llevó a esto.
El tema de alinearse con los rusos por ser la postura histórica de izquierdas es quedarse en eso, en el pasado. Putin ni es de izquierdas ni lo pretende. Así que lo primero que deberían de hacer los que se creen de izquierdas es saber lo que realmente es la Rusia actual. Y no hay mucha diferencia con EEUU y su deseo de influir y controlar en base a las estrategias que mejor les conviene para sus negocios.
Interesantes aportaciones las vuestras.
La cosa, es que se debate, se intuye, que las naciones pequeñas son más justas a nivel social, (esto se alimenta por mov.nacionalistas) y los estados nacionales(que creen que ya supera la reivindicación nacionalista porque son auténticamete totalitarios), creen que cuanto más grandes más poderosos, más desarrollo y más justicia.
No se reivindica el socialismo, la revolución pendiente y permanente, considerada fuera de lugar, como si la desaparición de clases se solucionará con la independencia de los pueblos, o los fascistas de turno…pero es la esencia y base de todo conflicto: la lucha de clases.
¿para qué quiero una euskadi independiente si es de derechas? ¿para qué quiero una Iberia si es de de derechas PP-PSOE y monárquica? En esto estoy completamente de acuerdo con Forcadas.
Pero es que están muriendo en Europa ahora, y hoy en Eurovisión asistiremos a la repugnante comedia vomitiva de :Todos felices!