Como sabrán a poco que le echen un ojo a estas líneas, no soy el fan número uno de Pablo Iglesias, pero empiezo a bendecir la hora en que emergió de entre los lodos para liderar —no caben dudas sobre el verbo— un movimiento que solo con una ceguera cósmica puede ser considerado una anécdota. Mis recelos respecto a forma y fondo, que no son escasos, ceden ante la evidencia palmaria del tantarantán que la irrupción de Podemos está provocando en el cementerio de muertos vivientes que es la política española. Para acrecentar mi sorpresa (y mi gustirrinín), los afectados por el tembleque, en lugar de disimular como haría cualquiera bregado en los mil navajeos del poder, reaccionan con un histerismo que sobrepasa lo patético. ¿Es que nadie les ha explicado el mecanismo del bumerán? ¿No se dan cuenta de que con cada uno de los esperpénticos titulares que le lanzan al colodrillo a Iglesias, amén de no hacerle ni cosquillas, lo único que consiguen es agigantar su leyenda? Poco parecen haber aprendido en la guerra del norte o, más recientemente, en la contienda catalana: un exabrupto grotesco equivale a un simpatizante más de la causa contraria.
Tan atribulados y presos de la congoja están los dueños del balón, que incluso lo dejan por escrito. Ayer el que fuera diario de Pedrojota hasta que el de los tirantes cruzó la última frontera gaviotil remataba tal que así su editorial pro-regeneracionista: “PP y PSOE tienen que capitanear ese movimiento de limpieza política que vuelva a ilusionar a la gente, única forma de impedir el ascenso de Podemos”. Tracatrá. Lampedusa volvió a morirse, esta vez de risa.
Para la gentuza del partido biunívoco, la existencia de Podemos es altamente alarmante dado que el partido bisagra que han creado en UPyD, que les serviría como apoyo en el caso de necesitar componendas para sus mayorías absolutas, tiene un gran competidor, pero no colaboracionista, e incluyo con más tiro que los magenta. No sólo sacan más votos en las europeas, sino que destellan con luz propia (espero que no prestada) en radicalidad y coherencia: Mientras unos renuncian a escaño otras se defienden balbuceando la legalidad de sus paraísos fiscales. Mientras unos tratan de explicar lo indecible (conocido por todos) de la existencia de Eta (que tiene causas políticas), otras reclaman la unidad de España como paradigma de la igualdad. Y se nota. Se nota mucho. Lo de Podemos podrá ser una cáscara, una forma sin fondo, todo lo que quieras, pero tira de share y de urna. Solución: Causa de Estado. Ibarretxe lo fue. Ahora el coletas. Esto es la democracia carpeto-betónica. Volvemos a concebir la alternancia de partidos como democracia, igual que con Cánovas.
Yo estoy contigo. ‘Podemos» (el We can ibérico) les ha roto el txiringuito y eso MOLESTA. Es algo que, espero, la historia contará: «Y el montaje del bipartidismo imperante se fue al traste con la irrupción en el panorama político de otras fuerzas y blas, bla, bla…» Yo confío en que no sea esto unos juegos malabares, confío en que de veras ese bipartidismo pase a la historia como ejemplo nefasto de esta democracia por decreto.
Está visto que PNV y CIU no dan tanto miedo,ahora, como un partido como Podemos.