Ante la posibilidad, nada descabellada, de que hoy gane el sí en Escocia, algunos uniformistas —gracias por el término, Joxean Rekondo— han corrido a ponerse la venda sin aguardar a tener la herida. Ya no dicen que el proceso es un despropósito ni se esfuerzan en describir las penalidades sin fin que padecerían los ciudadanos del futuro estado independiente. También les empieza a parecer medianamente lógico que la UE acoja a la nueva nación en lugar de condenarla al ostracismo. Como guinda de la ciaboga argumental, Salmond ha dejado de ser un rompepatrias egoísta y desalmado para convertirse en un político cabal que ha sabido guiar a sus conciudadanos, fuera de grandes estridencias, hasta las puertas de tomar las riendas de su destino. Creo no equivocarme mucho si achaco este cambio diametral de opinión al énfasis —diría que excesivo— que el líder del SNP está poniendo en diferenciar el caso escocés de cualquier otro con el que pudiera ser comparado, y en particular, del catalán o, en quinta derivada, el vasco, que ni se contempla.
Ahí está el clavo ardiendo al que se aferra ahora el centralismo español que quiere pasar por más moderado. “Escocia es única”, proclamaba hace tres día el editorial de El País. La idea nuclear, apuntalada por reportajes in situ y entrevistas a personalidades cuidadosamente seleccionadas, era que lo que se ha dado en aquellos parajes se parece como un huevo a una castaña al resto de las aspiraciones de emancipación en Europa. En resumen, que este referéndum, salga lo que salga, supone el una y no más. Comprobado lo voluble de los argumentos, añado: eso ya lo veremos.
Los amos del Estado (léase Iberdrola, Santander, Telefónica, Repsol) tienen demasiados intereses escoceses como para que sus empleados (Rajoy, de Guindos, un hipotético Sánchez..) estigmaticen a una Escocia independiente con el hierro de «no deseada» en Europa. Se ha amenazado por Cameron a los partidarios del «yes» con que España iba a vetar a Escocia en la UE para que no sentara precedente para Cataluña.
Y Salmond responde separando el grano de la paja, y a El País (diario de avisos) le viene bien subirse a la ola recalificando de nuevo el caso escocés como único, para que, caso de ganar la independencia, no haya ningún problema en admitir a Escocia casi automáticamente en el club. (Caso contrario se le daría un bocado del 25 % a la capacidad energética de la UE)
Pero no se quiere tampoco que los catalanes piensen que su carácter de parte importante del PIB español les facilitará la futura integración.
Completamente de acuerdo contigo Javier: Eso ya lo veremos.
Ay ! Qué problemas causa la democracia en algunos…
Javier, perdona que insista, pero es que no sólo el centralismo español es el amo de las ciabogas argumentales. Ahí estaba Ortuzar leyendo el manifiesto consensuado con CDC y los flamencos del N-VA y defendiendo el modelo escocés como referente. Y lo escribía el otro día en el otro post tuyo, Josu Jon decía en su carta: «Una consulta ciudadana planteada como escenario de acumulación de fuerzas para una confrontación política es muy discutible, y desde luego contraria al espíritu y a la letra de la posición de EAJ-PNV …».
Perdón por la insistencia en el argumento, pero es que en Euskadi también sabemos de ciabogas.
Pues ha sido fin…de momento y por un largo tiempo, me imagino. Ya lo decía Jobim, la tristeza no tiene fin, la felicidad sí.
Por mi bien, espero que la insistencia no esté demasiado mal vista por aquí: en la línea 17, «tres días», no «tres día». Y a ver qué hago yo si me quita una letra del nombre…