Qué asco, alé, alé

No han pasado ni tres meses de las lágrimas de cocodrilo, los golpes de pecho y la indignación de plexiglás. Tras el asesinato de un hincha del Dépor a manos de una jauría de miembros del Frente Atlético, el fútbol patrio(tero) tocó a rebato. Se suponía, y así se cacareó, que aquello era el non plus ultra. De ahí en adelante, los energúmenos serían expulsados de los estadios y se perseguiría con lupa de un millón de aumentos cada acto reprobable que tuviera lugar en las gradas. El listón se puso tan ridículamente bajo, que en el campo del Villarreal fue requisada una tosca pancarta en la que se leía “Sexo, gol y Finnbogason”. Medio diapasón más arriba, la farisea Liga de Fútbol Profesional puso en búsqueda y captura a unos aficionados que habían coreado en el Camp Nou “Cristiano Ronaldo, borracho, oé, oé”.

Comparen ese cántico casi infantilón dedicado al astro portugués con este otro que se entona en el Benito Villamarín en cada partido para animar a un jugador del Betis al que se le piden dos años de cárcel por malos tratos a su exnovia: “Rubén Castro, alé, alé, no fue tu culpa, era una puta, alé, alé, lo hiciste bien”. Aunque fue el pasado fin de semana cuando saltó la noticia, provocando el fingido escándalo de dirigentes del club sevillano y de mandamases del deporte español, lo cierto es que hace ya muchos meses que esa atrocidad se berrea ante el silencio cómplice general. Silencio nauseabundo que incluye a la directiva bética, al cuerpo técnico, la plantilla en pleno, la afición verdiblanca con honrosas excepciones, y desde luego, a la prensa local, que ha hecho literalmente oídos sordos. Alé, alé.

5 comentarios en «Qué asco, alé, alé»

  1. Siento estar opinando tanto, pero esto me interesa mucho más que Podemos palante y patrás. Lo primero decirte que anoche no me enteré de nada en la tertulia porque entrasteis a comentar sin presentar la noticia y yo la desconocía totalmente, fue un poco irritante, a la señora del PNV casi nunca lo entiendo de todas formas.

    Esto tiene que ver con lo del gregarismo del otro día y defender a quien piensas que es de tu tribu porque mete goles, a capa y espada, como defendían a Ortega e lsandinista por serlo a pesar de que su hija le acusa de abusos, como Woody Allen como Roman Polanski. Total, que todas estas campañas contra el maltrato y las pancartitas y demás, una chorrada más para mantener las formas.
    Lo siento mucho por esa chica porque al tipo este todavía no le han echado del trabajo y encima su nombre ( el de ella) se ve arrastrado por el barro. Tuvo unas agallas muy grandes al denunciar a un tío tan popular, pero justo por esto no denuncian otras mujeres, porque a la agresión inicial se suma la del entorno y encima el Juzgado puede que no te crea ( en este caso se desestimó el cargo de violación y sólo se le juzga por 4 cargos de maltrato).

    La gente se convierte en populacho muy fácilmente, la cosa es aplastar al más débil y salir victorioso como sea, como en el fútbol. Somos unos malos bichos. Por cierto que se vaya preparando la siguiente, que es una televisa tronista y encima van a tener un hijo (eso he leído), que siga el espectáculo bochornoso. Hay que tener más ojo y ver con quién se anda, no tenemos ni pizca de inteligencia ni de solidaridad entre las mujeres.

  2. Reconozco que no entiendo «non plus ultra» en este contexto.
    En cuanto a los cómplices de los que han coreado este cántico un año entero: es verdad que tarde, mal y obligados por otros igual de hipócritas que ellos, pero, ahora, al menos, van a tener que pararlos. Espero que solo sea el principio y que tengan que hacer mucho más, aunque será para evitar las consecuencias.

  3. Me decepciona, señor o señora M. Pocos contextos más sencillos. Basta la traducción literal.

  4. Si creyera realmente en su decepción, señor Vizcaíno, no sabría si lamentarlo, agradecérselo o las dos cosas. Por favor, escoja la alternativa que prefiera.
    En todo caso, a lo mejor me sirve de atenuante admitir que no sospechaba el uso de la locución latina «non plus ultra» en su traducción palabra por palabra, es decir, «no más allá», en vez del habitual sentido metafórico, «cosa que ha alcanzado la máxima perfección».

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