La primera vez que lo hice, a la altura del martes, iba de guasa, pero en este punto y hora lo hago completamente en serio: propongo que Albert Rivera y Pablo Iglesias —tanto monta, monta tanto— compartan precampaña, campaña, y si procede, después de votar, se casen por lo civil. O por lo militar, que tanto les gusta a ambos. Al modo de las giras de Serrat y Sabina, dije yo. Mejor en plan Pimpinela, me corrigió con mucho tino un tuitero de colmillo retorcido.
Aunque ni de lejos soy el fan número uno de Jordi Évole, me quito el cráneo ante su hallazgo del pasado domingo. No ya por el audiención que se cascó —mejorando lo presente en estas tierras de por aquí arriba, siempre lo subrayaré—, sino por su repercusión posterior, que todavía no ha cesado, como prueban estas mismas líneas. Pero más incluso que por eso, por haber conseguido el retrato más fiel de la cacareada nueva política, y sobre todo, de sus creyentes y practicantes, cuyo sentido crítico es tan profundo que les dicen a la cara que el invento consiste en una charla de barra de bar, y ni se huelen que les están llamando imbéciles.
Anoten la secuencia desde que todo esto explotó. Surge un fenómeno morado, luego uno naranja creado por ingeniería inversa, y cuando parecía que ambos entraban en horas bajas, el productor —La Sexta, o sea, Atresmedia, o sea, Planeta— les hace coprotagonizar la secuela. Una idea brillante, porque estando frente a frente, en lugar de las diferencias, lo que se aprecian son las mil coincidencias, y como resumen, que son tal para cual y cual para tal. Eso sí, para jugarse el tercer y cuarto puesto, no jodamos.
Habrá tantas interpretaciones como colores, pero cuando Pablo dijo aquello de “presentémonos juntos” más bien le estaba diciendo al “primo” Rivera: “NO TE PASES QUE TE ESTAS PASANDO”.
Confieso que los ahora igualadores me desconciertan, porque siempre han presumido de saber ver, vislumbrar, por encima del común de los mortales, pero se ve que la inquina les puede.
Cuando el muy osado, circunspecto y carpetovetónico delegado del gobierno -“ojos de huevo”- condena la violencia, defiende a las víctimas, se posiciona contra el terrorismo…….. dice lo mismo que, por ejemplo, el conductor de estas páginas. Sin embargo no creo yo que diciendo lo mismo, piensen lo mismo y actúen de igual forma: cada cual lo hace de un modo incluso contrapuesto. Ahora bien, cada vez que ambos condenen lo mismo podríamos decir aquello de: “Carlos Vizcaíno” o “Xavier Urquijo”. Yo creo que no. ¡Igual me equivoco! Pues es lo mismo que ocurre cuando Pablo y el “primo” Rivera -(por lo de “Primo de Rivera” que es un chiste que ahora se está llevando)- coinciden. Un ejemplo: las relaciones a mantener con la iglesia católica por mucho que ambos digan “hay que meterles mano”, la mano de uno no será igual que la del otro. Mas ejemplos: cuando Rajoy habla de procurar el beneficio ciudadano, ya sabemos todos lo que significa, algo que nada tiene que ver con ese mismo concepto en boca de Pablo u otros. Por tanto, seguir chapoteando en el “salvados” de Pablo y el “primo” Rivera sólo sirve ya para posicionarse y algunos ya nos han dicho que aborrecen a ambos. Bien, vale, entendido. Pero guste o disguste, no dijeron lo mismo incluso diciendo lo mismo y no hace falta muchas entendederas para haberse dado cuenta de ello.
PODEMOS-AHAL DUGU se parece a C’s tanto como la COPE a Onda Vasca. A QUE SI?????