Quién me lo iba a decir, los años me van haciendo un tipo eminentemente pragmático. Nada para evitarse berrinches ulcerosos como practicar la limitación preventiva de daños. Imaginemos, por ejemplo, que por una serie de carambolas insospechadas, llega a juzgarse a una infanta de España —hija y hermana de sendos reyes ejercientes—, a su jacarandoso marido y a una patulea de cortesanos sinvergonzones que (presuntamente, vale) se lo llevaron crudo traficando con pasta del común de los mortales. Lo último que me da por pensar es que la monarquía española se va a ir al guano en el mismo viaje. Y lo penúltimo, que a los procesados les va a caer la pena que se merecen. Qué va. Tiro de realismo liofilizado en mi propia bilis, y al escuchar la impepinable sentencia aguachirlada, me digo que menos da una piedra y que no arriendo la multimillonaria ganancia a la señora de sangre azul, su consorte y el resto de jetas que han pasado el tragazo del banquillo, acaben o no en la trena.
Lo único que lamento y de verdad me produce una notable quemazón es saber que el parné no será devuelto y que se seguirán repitiendo todas estas mangancias avaladas por el timbre y lacre de la borbonidad. A partir de ahí, me sitúo en modo junco hueco, abro la espita del cinismo, y me aplico a contemplar el espectáculo que acarrean los episodios así. Este en concreto tiene su puntito de circo romano, con la plebe enfebrecida mostrando el pulgar hacia abajo. Es para tesis, oigan, lo de esos que suelen dar teóricas sobre la inutilidad de la cárcel pidiendo ahora que encierren en una mazmorra oscura a los otrora duques empalmados.
Once años después, tras una inversión de papeles en el fiscal y un sindicato fascista convertido en justiciero antimonárquico (resultado oportunamente extorsionador y malo de la película), una real abdicación mediante, y el dedo condenador de la plebe, a pesar de todo ello, la sentencia para mí solo tiene la conclusión contraria a la que sacan los ortodoxos cortesanos en los distintos abrevaderos medatico-políticos: La Justicia en España no funciona, no.
Pasé el fin de semana dándole vueltas a la cabeza sobre la esperada andanada que nos traería hoy Vizcaíno sobre la sentencia del Caso Nóos. Me siento decepcionado, especialmente tras conocer el hilarante, aunque impreciso, titular de la portada del Diario Noticias del sábado.
¡Enhorabuena al diario navarro y al Grupo Noticias!