El gran argumento contra el procés, el comodín que resume todo el discurso de quienes niegan el derecho a decidir o incluso a preguntar, es que supuestamente divide a la sociedad catalana. “La parte en dos mitades”, se suele pontificar a ojo de regular cubero. Pasando por alto el hecho obvio de que mantener las cosas como están provocaría exactamente la misma división, hay una evidencia cada vez más clamorosa: esa pretendida mitad de catalanas y catalanes que quieren mantener la actual relación con España o que rehúsan siquiera ser consultados no se deja notar.
Ojo, que no afirmo que no exista. Aunque la traducción de los resultados electorales no sea tan matemática como la interpretación tramposuela nos vende (eso de “en votos son más los no soberanistas que los soberanistas”), sí se puede intuir que una parte considerable del censo está en radical desacuerdo con el camino emprendido hace ahora cinco años. Resulta muy llamativo que esa postura, que se entiende que deriva de unos principios o de unas convicciones firmes, solo se manifieste en las citas convencionales con las urnas. Se diría que el resto del tiempo estas personas se hacen a un lado, rumian su malestar en privado o desde el anonimato en las redes sociales, y delegan en sus airados y sobreactuados representantes políticos, amén de en las numerosas terminales mediáticas que vocean la unidad inquebrantable de la patria española. Incluso cuando los hechos tozudos van mostrando que al otro lado el movimiento es imparable y que no dejan de crecer las adhesiones, siguen sin ser capaces de llenar una plaza. Desconozco los motivos.
Yo creo que si en todas partes analizamos los datos de los citas electorales vemos siempre que la opción (que ya sé que no se puede considerar como única y que será plural) de la abstención es la muy mayoritaria.
Ello implica que hay una gran mayoría de la población que no está politizada (no sé si eso es bueno o malo). Y ello no quiere decir que no tengan opinión o preferencias. Algunos las tendrán (a otros les dará igual todo) pero no se dejan arrastrar por pasiones en este aspecto y le conceden poca importancia y desde luego no es compensa movilizarse por temas políticos porque además están bastante desengañados de los políticos y ven mismos perros con distintos collares pero con los mismos vicios.
Así que lo mismo que no votan…no se movilizan. Pero existen. ¿Se puede adscribir esa masa a una opción política? Evidentemente no. Pero tiendo a pensar que hay mucho moderado, capaz de ver los vicios y los excesos de unos y otros.
En el caso catalán creo que habrá dentro de esa masa «pasiva» un porcentaje minoritario más cercano al «españolismo» pero que no se manifiesta abiertamente (salvo cuatro radicales) porque es evidente que no resulta cómodo no aconsejable dada la presión ambiental del nacionalismo catalán (creo que eso es indiscutible) y porque tampoco les va la vida en ello.
Y habrá un porcentaje muy mayoritario que están viéndolas venir, que están muy hartos del trato dado por parte de España a Catalunya (aquí habría mucho que hablar en el sentido de qué es realidad y qué percepción alimentada por el entorno), que son favorables del derecho a decidir y de votar, que detestan la política del PP en relación con Catalunya, pero que no les gusta la deriva que ha tomado el soberanismo, que están asustados por lo que representa la CUP y el peso que está adquiriendo, que no quieren una confrontación abierta, etc.
Y en ese sentido creo que el soberanismo se está equivocando. Porque para una apuesta unilateral y de órdago como la que plantean necesitas un pueblo unido y movilizado, un pueblo en su conjunto, un 90% u 80% comprometido. No un 50% ni un 60% y el resto o reticente o asustado. Y están actuando de una forma que están sembrando muchas dudas en toda esa gente moderada.
La verdad, creo que la única palanca que puede impulsar este proceso y hacerlo viable puede ser la torpeza del gobierno español y que se vengan arriba lo cual..pese a que parece que intuyen que al independentismo le interesa el cuanto peor-mejor…no es descartable.
Pues yo creo que está muy bien la unidad de la patria española. Que hagan lo que quieran en España.
Los vascos y los catalanes también tienen el derecho a la unidad de su patria, sin injerencias de ningún tipo…
Los del NO se dejan ver en los procesos electorales, que es donde hay que dejarse ver y donde son mayoría, porque todavía no se ha dado ningún proceso electoral en el que los independentistas hayan sacado mayoría.
En manifestaciones los independentistas, si, ahí si que no tienen rival, arrasan.
Hasta el punto que va más gente a las manis que a las urnas. A las manifestaciones dicen que han sido 3 millones y luego en las urnas no llegan a 2.