Ocurrió la semana pasada en ese inmenso estercolero llamado Twitter. Algún sabueso de pitiminí descubrió la identidad real de uno de los piadores recalcitrantes de la diestra. Resulta que bajo el alias Pastrana, envenenador de los sueños y las vigilias de la ortodoxia progresí, empezando por el pijoaparte venido a más Rufián, se ocultaba… ¡un alcalde del PP! ¿Uno de alguna capital importante, apoyado por un aparato de propaganda pagado a millón? Qué va. Se trata del primer edil de una localidad turolense de 188 almas, según el último censo, llamada Villar del Cobo.
Cabría esperar que ante semejante humillación —un remedo de Paco Martinez Soria del siglo XXI provocando el crujir de dientes de la crema y la nata urbana e hinteleztual del recopón—, los millares de aludidos procedieran a silbar a la vía y a no darse por enterados. Pero esos no son los usos y costumbres, ni de la jauría en general, ni de sus gurús, con un mal perder estratosférico. A la revelación siguió un linchamiento del fulano para la antología, encabezado por ventajistas de gran pedigrí como el mentado arcángel exterminador y comunicadores megarrevolucionarios de veinte mil euracos al mes y secundado por la cobarde manada de funcionarios aburridos y acomplejados de variada estofa.
Se le escarmentaba al osado munícipe tuitero por repartir estopa al amparo de un seudónimo. Y anda que no mandaba huevos que entre los perpetradores de la paliza se contaran varios de los anónimos y las anónimas de más relumbrón, en compañía de otros que se encaraman a los teclados dejando a buen resguardo sus verdaderos nombres y apellidos. Qué rostro.
Hola Javier. Aunque tarde, acabo de leer esta columna. Y coincido con ella en una idea: Twitter es hoy en día un compendio de colmillos envenenados, una oda al desahogo compartido. De una tendencia y de otra. Ayuda enormemente a encabronarse, sobre todo cuando intentas separar el grano de la paja (con perdón) mental individual de cada participante, y ves que los bandos bien diferenciados rezuman odio por los cuatro costados. No voy a negar que alguna vez me he dejado llevar por las tripas más que por el sentido común también. Errare humanum est, y el móvil lo carga el diablo.
Pero cierto es de igual manera que si uno busca mierda, encuentra mierda. Así pues, si se tiene el espíritu crítico suficiente para discernir entre lo que es opinión y lo que es información, creo que es un modelo válido para dar voz a las noticias que no salen en los «mass media» de mayor relumbrón, Deia incluido. De la pluralidad y la iniciativa particular de muchos también se pueden sacar notas positivas. No creo que sea correcto afirmar que «todo el cesto está podrido», por más que a veces lo parezca. Y de todos los ámbitos se pueden sacar enseñanzas y conocimientos provechosos.
Dicho eso, lo del alcalde del PP de ese municipio minúsculo que comentas me parece deleznable. ¿A que si fuese M. Rajoy el susodicho, por poner un ejemplo, le dedicarías tres o cuatro columnas? Un cargo público es un cargo público, aquí, en Osaka y en Morata de Tajuña, y se le presupone una honestidad y un saber estar que dicho individuo no engalana en su quehacer en dicho foro. Que se le recrimine públicamente no resulta, creo yo, más que darle de su propia medicina. Si escarmentase mejor, pero bueno, eso lo dejamos para otro día. Y respecto a los «anónimos (muchos de ellos no tanto) de relumbrón» que mencionas, de muchos se puede aprender una sagacidad y un manejo del lenguaje y del sarcasmo que ya quisieran para sí muchos oradores con nombre y apellidos…y poltrona, y cargo público, y sueldo estratosférico, y necesidad de saber lo que es la oratoria y la dialéctica. Incluso la gramática.
Quedémonos con lo bueno, y compremos un saco de palomitas para ver los toros desde la barrera cuando toque. Que es más a menudo de lo deseable, cierto, pero no por ello deja de tener momentos encomiables.
Un saludo.