Quién nos lo iba a decir hace solo diez días. Cautivo, desarmado, pero sobre todo, herido en lo más profundo de su alma al final no tan tancrediana, Mariano Rajoy Brey arroja la toalla y renuncia a luchar, seguramente, por primera vez en su carrera de berroqueño fajador. Lo que no hicieron dos humillantes derrotas electorales a manos de una menudencia política lo ha conseguido una moción de censura de carambola encabezada por otro que tampoco parece Churchill. Sí, de acuerdo, con la ayuda de una condena de corrupción de pantalón largo y el anuncio de otras cuantas que vendrán, pero hasta de mantenerse impertérrito ante eso lo creíamos capaz. Ya vemos que no. En esta ocasión el golpe ha debido de acertarle en medio de la madre y le ha hecho entregar la cuchara y coger la puerta, todavía no sabemos si giratoria (puede que en su caso, no) hacia la segunda parte de su vida.
Por de pronto, y más allá de otras consideraciones de mayor enjundia, que le vayan quitando lo bailado. Si tienen memoria, recordarán que, como todos los presidentes del Gobierno español —quizá salvo Felipe— llegó de pura chamba al puesto desde el que opositó a Moncloa. Nadie entendió en su momento que lo señalara el dedo todopoderoso de Aznar, teniendo por rivales a (entonces) dos pesos pesados como Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja. Y todavía le quedaban las mentadas bofetadas en las urnas y las consiguientes intentonas de la vieja guardia pepera de convertirlo en picadillo con la colaboración de los príncipes de la caverna Pedrojota y Losantos. Pero siempre salió airoso de cada envite dejando muertos a sus pies. Justo hasta ayer.
Me pregunto a qué se debe esa admiración, o como mínimo interés teñido de cierta simpatía, que proclaman Javier Vizcaíno, Antón Losada y otros por Rajoy y su forma de ejercer la política. ¿Es esta muy peculiar? Por supuesto, igual que lo es la de otros dirigentes, que también tuvieron sus costumbres, manías, obsesiones. ¿Sus rivales son menudencias políticas? También; más o menos como el propio Rajoy, o a mi modo de ver, Urkullu, PPatxi López, Iglesias, Rivera y tantos otros de antes y de ahora.
Finalmente se va denostado y después de generar un hartazgo importante en buena parte de sus gobernados. Exactamente igual que sus predecesores (salvo el mitificado Suárez) y que Winston Churchill. Bueno, con la salvedad de que no hizo falta esperar a unas elecciones generales.
Totalmente de acuerdo, ha sido un presidente nefasto con un gobierno déspota y corrupto hasta el infinito donde nunca han faltado navajazos fratricidas.
Como un buen capo de la mafia se ha movido con soltura después de ver el reguero de «cadaveres» en su cártel particular hispanistaní.
Pasará a la historia como el personaje de los tics siniestros y las frases maleavelicas o ridiculas.
No se le puede negar que ha sabido marcar su territorio.
A ver lo próximo del nuevo macho Alfa.
Un saludo.
¿Simpatía? Si le vale para construir su relato, de acuerdo. Así es muy fácil argumentar, atribuyendo al de enfrente lo que se quiere.
Bueno, pues corrijo y digo que en lugar de simpatía aprecio el reconocimiento de unas presuntas virtudes que, al menos en mi opinión, no son cualidades excepcionales, ni mucho menos, admirables. Esa presunta habilidad de Rajoy para sobrevivir haciendo la estatua mientras sus enemigos se sableaban me parece similar a la capacidad de Mr. X para camelar a todo hijo de vecino o al talante y buenos modos de Rodríguez Zapatero; es decir: milongas que funcionaron hasta que dejaron de funcionar.
Hace unos días…en una tertulia de barra de bar surgió una especie de ranking de presidentes desde las elecciones del 77, o sea, de la democracia, como se dice.
Del mejor al peor.
Había bastante coincidencia en situar como el mejor a Suarez…y eso que la mayoría de los presentes eramos unos críos cuando gobernó; quizás por eso y porque lo que valoramos es el mito que se ha creado alrededor de su figura, de su final en términos de historia humana….
Dependiendo de las simpatías o manías de cada cual (o sea; de si ideología) el peor valorado era ZP para unos y Rajoy para otros.
Sin embargo para mí…los peores, casi empatados, han sido González y Aznar. Dos egos desproporcionados, dos personas de muy dudoda moralidad, que acumularon un poder tremendo y que son los principales causantes de que la cultura política en España esté hoy a la altura del betún.
Zp Y Rajoy para mí han sido dos tipos que no me caen mal, que o creo que sean mala gente, muy mediocres (aunque menos mediocres que Aznar a quien no se podía aplicar aquello que Churchill decía de Attlee: «un hombre modesto que no carece de motivos para selo», Aznar..ni modesto)…a los que además les han tocado circunstancias que les han venido muy grandes. Dos desastres en muchos aspectos (ZP en lo económico aunque tuvo méritos en otros temas y Rajoy en casi todo…auque quizás menos en lo económico con la que le ha tocado) a los que no me pide el cuerpo juzgar con mucha severidad.