He ahí el precio de la palabra de Pedro Sánchez Pérez-Castejón. “Está haciendo un gran trabajo y lo va a seguir haciendo”, porfiaba con contundencia el presidente de los cien días y pico apenas tres horas antes de que Carmen Montón, cautiva, desarmada y pillada en un marrón de pantalón largo, cumpliera con su destino manifiesto y anunciara su dimisión como ministra de Sanidad. Tardaremos medio teleberri en estar al cabo de la calle de la intrahistoria —así se dice en fino— de este triste final a la altura del patetismo de todo el episodio, pero basta conocer una migaja el paño para tener la certeza de que en el momento de proclamar la continuidad de la atribulada miembro de su gabinete, Sánchez ya sabía que la mengana era un fiambre político. Caray con el campeón sideral de la pulcritud y la transparencia, menudo retrato.
Y respecto a la dimisionaria por la fuerza, casi mejor corremos un tupido velo. Sin tiempo para conocerla por sus obras —ni casi por su nombre, confiésenlo—, Montón se ha hecho una celebridad del esperpento político. Cada uno de sus balbuceos sobre su máster fulero de la Universidad Rey Juan Carlos provocaba más bochorno y estupefacción que el anterior. Algún día ella misma se escuchará diciendo que no sabía dónde se impartían las clases porque iba en taxi, y querrá que se la trague la tierra. Claro que antes tendrá que sincerarse ante el espejo y admitir que lo suyo fue un Cifuentes o un Casado de manual, lo que seguía negando con obstinación en el instante mismo de echar pie a tierra. Vaya tomando nota, por cierto, el o la siguiente del Consejo de Ministros. No suele haber dos sin tres.
Detrás de todos estos casos subyace, además del tema principal que es el de la escasa categoría de la clase política (y no política), un tema que debería ponerse encima de la mesa.
El del negocio de los masters y estos títulos de post-grado.
Es falso que los masters se regalen. Los masters…se pagan. Y el que tiene dinero…obtiene un master…porque lo paga y algunos a precio de kokotxa.. Y si pagas por algo…obtienes ese algo. Es lógico.
Sé que estaré siendo injusto con mucha gente que además de pagarlo se ha currado su master, le ha echado sus horas, sus codos, ha hecho los trabajos, etc. Pero un master…es lo que es…un producto comercial.
Y en una relación comercial pues vendedor (la universidad o instituto de estudios de turno) y comprador…tienden a llevarse bien y a que se consuma la operación comercial. Tú pagas…yo te doy un título de post grado para que se aun valor añadido a tu CV.
Y estoy seguro de que no sólo politicos relevantes de todo signo han tenido facilidades sino que muchísimos estudiantes anónimos que han necesitado, por las razones que sean, flexibilidad en las condiciones de realización del master.
Por tanto hay otro problema de fondo que acepta a todo loque gira alrededor de los «masters».
Hay un enfermedad que padecemos que se llama titulitis. La desproporción del peso de las reseñas a títulos en el CV por encima de la valía real (aunque creo que eso empiea a cambiar y estos casos aceleran ese cambio).
Y…nos vamos a rilar el día que se metan con los títulos de idiomas y el «nivel alto» o «nivel medio» de los CVs.
Ayer en la TV demostraron que partes de sus trabajos estaban copiados literalmente de otros textos y trabajos ya publicados en internet.
Y vuelvo a lo mismo; apuesto a que eso sucede en miles y miles y miles y miles de casos de trabajos de este tipo.
Y ese es otro problema de fondo; somos unos jetas y unos lisos: los políticos y los no políticos.
Además de másteres les falta vergüenza, mentir, mentir y mentir como niños de cuatro años pillados «infragantis» pintando las paredes de la casa.
Es tan escaso el nivel cultural de los políticos que al compararlos con los que posee la mayoría de la juventud no les queda más remedio que comprar los titulos para aparentar y engañar a los que los han sacado con gran sacrificio y trabajo.
La política en algunas personas es como la monarquía, se hereda aunque seas tonto.
Aquí tuvimos un lehendakari ingeniero con master por la cantina de la UPV, y nadie pidió dimisión ni nada. Cierto es que se esforzó hasta los 28 en terminar la carrera…pero no. Además, toda la España mediática, política y militar estaba encantada, como con el emérito.
Cada día ilusiona más España.
No me resisto: leo que esta tarde hay colas en la biblioteca de la Universidad Camilo José Cela.
¿Colas en una biblioteca? ¿En España?
Ah! que es una cola para leer la tesis doctoral de Pedro Sánchez, que parece ser que es en esa biblioteca donde se puede ver.
No me hace falta leerla. No tengo dudas de que es una castaña. Me ínfimo nivel. Tan ínfimo como el de cualquier trabajo de los que están haciendo cola, o de los tertulianos que hoy se cebarán en el asunto, etc.
A ver si es que ahora vamos a descubrir la mediocridad media del personal, con muy execpeciones muy honrosas pero excepciones, y ello incluye políticos de cualquier partido y no políticos. Así nos va.
La carrera por quien es el más mediocre y quién no vale ni para hacer la O con un canuto promete ser apasionante dado lo parejo en la materia de los contendientes.
Creo que Larry tiene razón al situar este tangana menor en el ambiente de mediocridad general de los politicos españoles.
Pero los politicos no nacen en una incubadora especial para cenutrios con pico de oro, asi que a lo mejor es que retratan a la perfección el ecosistema semianalfabeto de los votantes a los que adulan y por eso nos pone tán nerviosos, por que nos devuelven una imagen sólo un poco menos impresentable que la mediania general.
De todas formas, los politicos son únicamente la parte más visible del escenario social y también la mas expuesta al escarnio público y al desdén del «respetable».
Pero otro gallo cantaría si el mismo ahinco que ponemos en señalar con el dedo al politiquillo de turno pillado «in mientindi» lo hariamos con la casta universitaria, por poner un ejemplo, o con varias de las vacas sagradas de la autollamada intelectualidad y el mundo del arte en general, y a esos no se les apea de sus poltronas.
Que levante la mano quien no haya tenido un porcentaje escandalosamente alto de profesores de universidad a los que les quedaría grande una autoescuela, y peor, varios de esos inutiles amancebados han usurpado descaradamente el trabajo y las ideas de sus alumnos y se los han atribuido como propios sin tener la mas mínima decencia ni generosidad de dar al menos las gracias explicitas y en público a los cautivos (y desarmados) pringaos a los que robaron.
Respecto a nuestro ínclito lehendakari de los 100 dias que mencionabas antes, X.Intza, creo recordar que no llegó a decir que era Licenciado en Ingenieria, sino que tenia «estudios de»… pero puede que sea porque una vez libres de aquel gobierno nefasto una tiene tendencia a recordar sólo lo bueno.
Anlinber, tal cual. Estos ojitos soportaron la primera entrevista publirreportaje en TV1 que hicieron en Ajuria-Enea al Arquímedes de Coscojales mientras por la parte baja de la pantalla circulaban letras explicando la edad y trayectoria del homenajeado. En una de estas leo literalmente «es ingeniero industrial».
Tras la avalancha de petición de explicaciones en su blog (para entonces ya había polémica) se cambió su curriculo y se instauró lo de «estudios de ingeniería».
Como dice Taskuka:La política en algunas personas es como la monarquía, se hereda aunque seas tonto.
Me gustaria creer que a nuestra luminaria de Lehendakaritza le hubieran hecho pagar con creces sus mentirijillas académicas si aquello hubiera tenido lugar hoy, pero lo dudo bastante, la verdad.
Pocos años mas tarde llegó a ocupar brevemente la presidencia de la cámara del Congreso hispanistaní y en aquella ocasión, como aún no habia nacido El Escandaloso Affaire de los Másteres Inventaos, pues se le apeó cuando cambió (otra vez) el gobierno. Se ve que ha nacido para estrella, o eso, o en vez de traerlo la cigüeña, lo hizo un cisne blanco.
Y conste que no tengo ni medio mitificada la enfermedad de la titulitis, pero si que me afecta y mucho, la mentira, la mentira, la mentira… constante y a la jeta directa.
Exactamente igual que a los niños.