Ciento y pocos días después de su sorpresiva elevación a los cielos monclovitas, el sanchismo, atizado por todos los costados, como corresponde a cualquier gobierno que se precie, opta por la defensa de carril, declararse víctima de una conjura masónica. O de las cloacas, que es el término consensuado en el argumentario de los nuevos mandarines para nombrar al malvado monstruo informe que se está hinchando a soltar soplamocos a los pardillos llamados para la gloria de convertir la sombría Hispania rajoyana en la luminosa Pedronia, tierra libre de conflictos, penas y penillas.
Al primer bote, cabría recordar a lo Reverte que al poder se llega cagado, meado y llorado. Enfadarse y no respirar no es (o sea, no debería ser) una opción. Tampoco está de más recordar que el flanco en el que están recibiendo las hostias, el de la moralidad de los gestores de lo público, es exactamente el que utilizaron como bandera para despoltronar al anterior y encaramarse al timón. ¿Cómo es que ahora son bagatelas los que anteayer eran motivos de dimisión y/o cese fulminantes?
Claro que lo que menos cuela es hacerse de nuevas y llevarse las manos a la cabeza con las tales cloacas. Si personalizamos, como procede, la rata en jefe del sumidero del que hablamos se llama José Manuel Villarejo Pérez, y realizó buena parte de sus servicios más hediondos por encargo de conmilitones muy significados del actual presidente del Gobierno español. Si, como acabamos de escuchar con tristeza, una fiscal tenida por independiente (hoy ministra) le reía las gracias machistas y comentaba con él en tono jocoso ciertos delitos graves, era por algo.
Muy bien traído.
Cría cuervos y te sacarán los ojos.
Los hoy victimas de los escupitajos de batracios malolientes son los que encharcaron la ciénaga en que se crian los reptiles que emergen del fondo y saltan a la superficie.
La ausencia de una limpieza adecuada al heredar el edificio corrupto en estructuras y modales del anterior régimen hoy pasa la factura. Y no solo no se limpió, sino que se utilizó. Lo que quedará por ahí.
El estilo es claro: Dejar hacer mientras me sirva, como con Pujol y su tres por ciento, o como Bárcenas, Aguirre y la Cifuentes…y estrujar hasta la última gota la hiel acumulada, también cuando me sirva.
Todo lo contrario a una «transición modélica a la democracia».
Lo peor no es la corrupción que se desvela, sino que se han utilizado métodos propios del hampa por los encargados de perseguirlos.
Hemos estado y seguimos estando en manos de «tiradores de la manta», o movedores de ramas para que caiga el árbol.
Excelente comentario.
Mientras este PSOE no rompa con sus viejas y nefastas glorias manejadas por Felipe X campeón de la guerra sucia, creador de las peores cloacas (GAL) la credibilidad de Sánchez es 0.
Una cosa es oponer y otra es gobernar, la ministra es la continuación de los que hace 3 meses, estos mismos
adalides de la honestidad arrojaron del congreso.
Más de lo mismo.