Las huelgas generales en mi país son previsibles de cabo a rabo, y la de ayer no ha resultado excepcional. Aseguran los convocantes que fue un éxito apoteósico. Al otro lado, gobierno, patronal y esta vez también las muchas organizaciones incluso de izquierdas que no se han sumado pregonan que ha sido un fiasco del quince. La cuestión es que es inútil tratar de explicarles a estos y a aquellos que ni tanto ni tan calvo. Como en tantas cosas por estos y otros lares, el asunto va de construirse la realidad al gusto y/o de acuerdo a los intereses.
Empezando por mi, no tengo empacho en confesar que probablemente mi sensación de que la movilización se quedó en gatillazo tiene que ver con mis juicios previos, o sea, con mis prejuicios, siguiendo la etimología de la palabra. Por lo demás, la cosa creo que fue literalmente por barrios. En mi pueblo, Santurtzi, sin ir más lejos, Kabiezes y el centro lucieron prácticamente como cualquier otro día, mientras que en Mamariga predominaban las persianas bajadas. Puro retrato sociológico, supongo.
En cuanto al temor que anoté aquí el otro día sobre el derecho a parar y el derecho a no parar, me temo que hay pocas dudas. No entenderé jamás que si estás convencido de que tu causa es justa, tengas que coaccionar a los demás para que se sumen en lugar de esperar que se apunten voluntariamente. Paradojas, digo yo, como lo es también la encendida proclama a favor de la huelga no ya del tipo de bolsillo desahogado que les conté en la columna anterior, sino de un millonario con todas las de la ley que aprovechó para colarnos como heroico seguimiento del planto el día de descanso de su club.
Yo la viví también en margen izquierda y mi sensación es similar. Pero a la baja sobre todo sin comparamos con anteriores convocatorias. Y es que repito que están devaluando y distorsionando el instrumento de la huelga en así.
Ya no me voy a referir a las huelgas del tardo franquismo ni a aquella que le hizo por primera vez la UGT a Felipe González.
La última que recuerdo, no sé si puede ser hace unos 7 años o así y puede que fuera por la reforma laboral…teniendo un seguimiento desigual, fue una huelga «seria». Con sus piquetes coactivos también, por supuesto, pero se palpaba esa tensión social, la gente, tanto a favor como en contra, se lo tomaba en serio.
Me acuerdo de las concentraciones de cientos y cientos de personas a última hora de la tarde en frente de las grandes superficies comerciales para obligarlas a cerrar. Gente de todo tipo pero mayormente currelas de verdad, talluditos, perdiendo el jornal del día. Y tuvieron que cerrar.
Ayer..el programa festivo que figuraba en pasquines por las calles anunciaba para las 16,30…»Shopping» (que ya da una idea de la seriedad del tema; a una huelga general se llega por una situación casi extrema, si ya andas con chistecitos en la cartelería…) y el «shopping» consistió en que una veintena de mozalbetes de no más de 18 añitos, eso sí, con la indumentaria de malote oficial, como muy de negro y capuchas y tal, entraban de rondón y hacían la gamberrada de enmarranar de papeles el suelo y darse un par de vueltas coreando «Alianza Criminal; Patriarcado y Capital» (lo que decíamos; todo al puchero) muchos de ellos en plan risas. El juego consistió durante una media hora en que se acercaban a una zona y las tiendas bajaban la persiana., se alejaban y la volvían abrir, se acercaban y la bajaban…y así un rato. Luego se fueron y se quedó todo abierto con normalidad.
Ciertamente supongo que esto es mejor que escenas de tensión y amenazas serias y hasta agresiones que hemos visto en otros tiempos. Hoy todo es más naif y blandito, imagino que para bien. Y ellos mismos miden más. Tienen claras las instrucciones de hasta dónde se puede llegar o no. Eso ya digo que supongo que es bueno.
Pero la verdadera razón es que ni ellos mismos, los convocantes y participantes tenían el pulso de excepcionalidad que debe ser el motor de una huelga general. Ni ellos mismos se la creían. Bastaba con cubrir el expediente y salvar del ridículo una convocatoria muy mal medida y peor formulada (lo que escribe hoy el editorial de Gara ¿se lo creeran? ¿de verdad viven en esa realidad paralela?).
Una huelga burguesa para postureo de burgueses en una sociedad acomodada.
Pero…si ellos están contentos pues estupendo. Si así van a ser las huelgas a partir de ahora…pues bueno.
Pues sí Javier otra más como bien dices y toda la razón que la coacción no debe existir, cosa que jamas se ha dejado de hacer.
También es verdad que desgraciadamente todos los derechos adquiridos ha sido a base de huelgas coaccionadas y los no seguidores de ellas han gozado de los mismos «privilegios» que los huelguistas.
En cuanto a su seguimiento yo no daba un duro por ello, y en mi pueblo Ortuella ha sido irregular similar a lo que tu comentas del tuyo. (polígonos parcialmente en paro y comercio abierto)
Es curioso y paradójico ver como algunos pensionistas han hecho su primera huelga justo ayer cuando están fuera del mercado laboral y a salvo de posibles represalias.
Sigo defendiendo el derecho y respeto a ambas posiciones aunque no va a ser posible.
Me gustaría que el Sr. Lehendakari no tomase la misma posición que hizo con la huelga del metal de Bizkaia, ya que una auto-critica no nos viene mal a nadie.
Un saludo.
Pues como el año pasado y el otro, en los pueblos pequeños, siempre esta presente el comisario politico que se fija en quien cierra y quien no, sin necesidad de llevar el brazalete del comisario.
No es entendible que pueblos en los que los convocantes no ganan las elecciones resulten las huelgas generales un exito, si no estuviera el comisario politico escondido detras de todas las farolas.
Lo del éxito o no de una huelga, en este caso general pero de convocatoria particular, tiene la misma polivalencia que los resultados electorales: Va en función de las pretensiones, de los objetivos a alcanzar.
La valoración de los convocantes no puede ser más que de éxito sin precedentes, una respuesta casi masiva … de los medios de comunicación, de las primeras planas y de interrumpir una jornada laboral y comercial para que el día no sea normal, para que las tertulias se llenen de huelga, piquetes, respuestas….obligando a una valoración del gobierno y partidos contra los que se dirigía la huelga, ya que en realidad ha sido una acción política.
En este caso, un éxito. Se ha logrado lo que en realidad pretendían los convocantes.
En cambio, con respecto a los objetivos teóricos, o «nominales» de la huelga (salario mínimo, pensiones dignas y mínimas, contra la precariedad, por la derogación de reforma laboral, contra el feminicidio, el bache de géneros.. etc.) el éxito ha sido nulo. Las instituciones con competencia en estas cuestiones, los gobiernos, patronales, parlamentos, han sentido el mismo impacto que sintió el iceberg que hundió el Titanic. Y las posturas que tuviéramos cada uno sobre dichas aspiraciones no han variado sobre las que ya teníamos antes.