Creo que fue en la segunda victoria de Obama, comicios arriba o abajo, cuando aprendimos a pontificar como si tuviéramos cuatro doctorados en politología que quien se lleva Ohio se lleva todo. Desde entonces, cada madrugada electoral yanki ha ido creciendo en paletismo mal barnizado. Ahora ya los cuñados recalcitrantes te sueltan con soniquete de letanía que la clave está en Wisconsin, que no hay que perder de vista Georgia o que mucho ojito con Pensilvania. Claro que mis bodoques favoritos de las últimas horas son los que, tras leer un titular de la edición digital de El País, enarcan una ceja y regurgitan que todo se juega en “el cinturón del óxido”, como si fueran capaces de distinguir tal cosa de una onza de chocolate.
Y luego, para triple cum laude, los que te avanzan lo que sin duda va a pasar después de haber pifiado groseramente cada pronóstico. Los mismos que vaticinaron que esta vez no habría sustos y Biden se anotaría una victoria indiscutible y por goleada hicieron la ciaboga en un segundo para dar por seguro el triunfo de Trump, qué putada, mi brigada. Ventajistas sin freno, en cuanto cambiaron los números en alguno de los estados arriba mentados, volvieron a virar para anunciar que el candidato demócrata será el próximo inquilino de la Casa Blanca. A lo que yo solo añadiré: ojalá.
El condado de Orange en el estado de Michigan sera definitivo. Los mismo que mandan un interventor a un Colegio electoral de Barakaldo y no trae la acreditacion.
La verdad, es que no tengo ni idea de lo que puede pasar. Lo que sí está la mar de claro es que insultar a la gente que no piensa como tú y no respirar no funciona, ni en EEUU ni aquí.
Porque han ocurrido… cosas. Por ejemplo, Florida ha establecido que se sube el salario mínimo. ¿Quizá tratar a esas dictaduras o cuasidictaduras latinas con dulzura como podría hacer Biden no ha sentado demasiado bien con unos latinos que lo ven mal? Qué misterio, eh. O en California, arrasan Biden y Harris, pero en una consulta en la que se lea preguntaba por la «affirmative action» se lo han tirado abajo. Pero no se preguntarán si eso de las cuotas por color de piel, etnia o sexo no es profundamente racistas o sexistas, no. Es que ni siquiera se les ocurre que están equivocados…
Malaga / Malagón o Guatemala / Guatepeor
El Imperio es el Imperio y gane quién gane los súbditos a rendir pleitesía. Dos caras de la misma moneda. Uno te amenaza a gritos y el otro con sonrisa profiden. Berdin da igual da.
J.C,, no creo que sea igual que gane uno u otro.
Quien viaje en el Air Force One va a ser el amito del mundo durante el tiempo en que se entretejan las nuevas alianzas.
A poco que una se interese por la geopolítica, y perdón por el palabro, se dará cuenta de que en las relaciones internacionales, si una mariposa aletea en ciertas capitales, puede desatar un tsunami en muchos pueblos.
Y no tengo ni idea de quién es Biden, porque de entrada, lo único que he comprendido es que NO ES TRUMP y con eso nos conformaremos.
Qué miedo me da la avalancha de politólogos senior y junior que nos van a dar clases en los medios sobre el resultado de las elecciones estadounidenses.
Aturdidos aún por la pléyade de pandemiólogos, virólogos, inmunólogos y demás expertos que dan yuyu echamos de menos los tiempos en los que sólo estábamos en manos de los traumatólogos, urólogos cardiologos y esos logos tan conocidos.
Bueno, el problema de los “cuñados” es que te convierten en “cuñado” a ti. Puedes tener un cuñado pelmazo y ese cuñado puede tener otro cuñado pelmazo, que eres tú.
Ya dije hace tiempo que mi mayor deseo respecto a estas elecciones era que el resultado fuese nítido e incontestable. A la vista está que no ha sido así. Quiero suponer que EEUU tienen los mecanismos constitucionales suficientemente fuertes como para resolver solventemente el entuerto. Esperemos que en las calles haya la suficiente cordura (¡no CORDITA!) como para saber esperar y aceptar un resultado que, obviamente, no va a gustar a todos. Parece a estas horas que Biden coge ventaja, pero “hasta el rabo todo es toro”. Si gana Biden debe de ser consciente de que, en un alto porcentaje, los votos recibidos no son una aprobación explícita a su programa y persona, sino una moción de censura a Trump, fundamentalmente no tanto por su programa y sus desempeños políticos y económicos como por su personalidad histriónica y agresiva y sus métodos más que discutibles. Veremos.
Por otra parte, de acuerdo con lo manifestado por un contertulio referente a la NO APROBACIÓN en California de la “afirmative action” (discriminacion positiva), así como otras tres proposiciones de carácter intervencionista en materia de alquileres, impuestos inmobiliarios… pues es curioso que cuando los votantes de un estado (California) votan en masa, más de un 60%, a favor de Biden, o más bien en contra de Trump, son considerados como gente informada, progresista, liberal, en el sentido americano de la palabra, y, en cambio, cuando esos mismos votantes rechazan las propuestas intervencionistas lideradas por esos sectores sedicentes progresistas son considerados como “desinformados”, “equivocados”, etc.
A ver…que los republicanos y los demócratas sean muy parecidos, sobre todo para el resto del mundo, pase. Aunque creo que no es lo mismo Obama qu G.W Bush.
Y cierto es que a Trump lo eligieron los republicanos.
No sé nada de las políticas reales de unos y otros pero sí sé el problema de Trump no es solo una cuestión de formas.
Su política de desinformación, de mentira y vulgarización y manipulación constante de una masa paleta, su postura en el tema racial…no son cuestiones de forma, sino muy de fondo.
Y…joder…es que lo está haciendo ahora está…muy…muy…muy cerca de lo que se entiende por un golpe de estado.
Una vez apartada la bola de cristal del centro de la mesa y cogiendo los periódicos antiguos guardados debajo de la mesa, se me ocurre que para admitir que Biden es igual que Trump, el maduro demócrata tendría que seguir separando a familias inmigrantes para disuadirles de entrar en su gran nación, deberá seguir alentando a las organizaciones de extrema derecha a disparar sobre manifestantes anti violencia y antifascistas; tendría también que mantenerse fuera de los acuerdos de París sobre el cambio climático, debería mantener la ruptura del acuerdo con Irán sobre armas nucleares, apoyar al Reino Unido en un acuerdo duro sobre el Brexit, mantener los aranceles de un 25 % sobre nuestros productos más exportados, el tubo de acero y las manufacturas de automoción. Deberá también mantener una postura agresiva sobre las relaciones comerciales y de defensa con la Unión Europea, que le haga a Merkel y Macron seguir con la misma idea, por ahora vigente, de que la UE debe iniciar su propio camino y que «la época en que nos podíamos fiar de Estados Unidos se acabó» y mantener la idea francesa de que «hay que refundar la arquitectura de defensa de la unión de tal manera que no repose solo en Estados Unidos»…
En fin, que para que dé igual uno que otro tendrían que continuar pasando muchas cosas que en absoluto son esperables en el candidato demócrata, por muy decepcionante que sea en su programa.
Y no hace falta ser politólogo, ni «cuñao» «enterao» para ver que no da igual. Solo leer un poco los periódicos, pero algo más que los titulares.
Los trenes que pasan por una estación pueden ser de igual color y forma, pero cada uno lleva un cartel con destino diferente en el morro. Habrá que distinguir entre uno y otro, digo.
Si el mundo esta asi es por que esta lleno de listos, que le vamos a hacer, pero los listos tambbien se moriran aunque eso no quiere decir que no surjan nuevos y hasta mas listos.