No, qué va. Esta vez no íbamos a salvar la Semana Santa sino las vidas. Cómo nos gustan los lemas de todo a cien, es decir, las trampas en el solitario. Porque es verdad que, a excepción de los más jetas del lugar, en esta ocasión no hemos podido saltar el perimetral autonómico a la segunda residencia en Jaca, Castro, Villarcayo o Benidorm, pero ahí están las cifras de ocupación hotelera en cualquiera de los cuatro territorios del sur de Euskal Herria. Tienen poco que envidiar a las de hace dos años, cuando ni soñábamos con una pandemia. En algunos establecimientos son incluso mejores. Qué decir de las imágenes de terrazas —y allá donde se puede, de interiores— de los bares o, justo donde duele, de las precelebraciones, celebraciones y postcelebraciones futboleras.
De las no futboleras, mejor ni hablamos; ya me quedó claro cuando escribí sobre las patadas en la puerta que propagar el virus es un derecho inalienable. Manda muchas pelotas, por cierto, que los defensores de tal principio sean los mismos que nos cantan las mañanas con la flojera de las autoridades a la hora de decretar medidas de contención. Son, en cualquier caso, representantes de esa hipocresía general que trato de poner en solfa en estas líneas. Se proclama exactamente lo contrario de lo que se pone en práctica. Así de triste.
Si las autoridades lo permiten, es que hay barra libre. Si no lo permiten, están colculcando un derecho inalienable a la fiesta y al desmelene, a dónde vas a ir a parar.
¿Os acordáis cuando la culpa de la burbuja inmobiliaria era de los bancos que daban créditos baratitos? ¿Que decir que se vivía por encima de las posibilidades era anatema porque era culpar al pueblo?
Pues vuelta la burra al trigo. Los beneficios pa mí y que el coste lo asuman otros. Si resulta que quien ha tomado las precauciones de no meterse en un cañón del quince «porque los pisos no bajan» o se espera a haber recibido su dosis de vacuna para esquivar contagiarse es el «antisocial» hombre…
Hay conceptos, actitudes, no se si decir valores, que en esta situación que estamos viviendo, son fundamentales. Estos son: responsabilidad, sentido común, respeto hacia los demás, coherencia entre lo que se piensa y dice hoy y lo que se dice el día siguiente, etc.
Y como en todo esto, hay personas que obtienen un estrepitoso suspendo, pues así nos van las cosas.
Raro es que tengas salud y no dinero. Peor es que tengas dinero y no salud. Salud y dinero, en nuestra sociedad, son inseparables compañeros de viaje. El amor va por libre. A ese no se le puede juzgar.
No estaría de más nombrar «Tonto Perfecto con escarapela de Cretino Integral» al ilustre bilbaíno que nos deleitó subiéndose a un semáforo de Licenciado Poza ( calle sin ley) y tirándose estilo Magaluf ante las risas de otros compañeros de manada que se apartaron para dejarle un rato de protagonismo.
Como debe ser del mismísimo centro, se levantó, se sacudió el polvo y siguió a lo suyo con sus eminentes colegas descerebrados.
No estaría de más una placa conmemorativa con su foto en el lugar de los hechos para acordarnos siempre de quienes salen a la calle cada día con la sana intención de que la pandemia no decaiga.
¡Quien esté libre de culpa que tire la primera piedra!
Y esto lo podemos hacer en plena Gran Vía, donde seguro que no sobran.
Los descerebrados protagonistas de los desmanes vividos sobre todo en la capital vizcaína, el aglomeramiento en calles, terrazas,
casas rurales, fiestas ilegales etc, son los verdaderos culpables de infringir la leyes anti pandemia, y evitar que esta remita.
Pero no exime a las autoridades que han actuando de manera lasa para evitarlo.
Estas autoridades después de las siete semanas de confinamiento general, consideraron muy acertadamente que el equilibrio entre la salud y la economía, era lo más adecuado para sobrellevar la primera pandemia que hemos conocido a nivel mundial.
De nada sirve hacer leyes si no se hacen cumplir, una señal en la carretera no sirve para nada, si detrás no va un radar o una pareja de policía de tráfico desgraciadamente.
Yo, Eloy Galán, nacido en Abanto y Ciervana hace 67 años, empiezo a estar harto después de más de un año, esperando cada 15 días cuando y a qué hora, el señor Urkullu me va a permitir ir y regresar del monte, que es lo que hago habitualmente.
Todo porque no se hacen cumpir las medidas que se toman y quedan en meros bandos municipales.
Cualquier dia a las 8 de la tarde los balcones se poblaran de sanitarios que aplaudiran a lo mas idiota de la aficion zurigorri, vanguardia de la estulticia.
Pena y rabia, la cuarta ola se descojona de la risa.
Me adhiero entusiasticamente a la propuesta de Caustico.Pero Tonto Perfecto con escarapela… me parece escaso premio.Creo que habria que presionar a Estocolmo para la concesion del premio Nobel a la estupidez.
Vale Juan Ignacio. Estoy de acuerdo.
Tiene que ser muy complicado gestionar una situación como ésta con tipos así.
Menos mal que no representa ni a los bilbaínos, ni a los athleticzales ni a la juventud vasca.