El negacionismo crece y crece

Ciertamente, no se puede decir que fueran cuatro y el del tambor. La manifestación negacionista del pasado sábado entre Irun y Hendaia contó con una asistencia más que nutrida. Las imágenes dan fe de ello. Centenares de personas —por supuesto, sin mascarilla y arracimadas las unas sobre las otras— de ambos lados de la muga recorrieron las dos localidades exhibiendo pancartas pedestres con lemas visionarios y coreando las consignas esotéricas de rigor. Lo hacían, una vez más, en nombre de la libertad. De la de contagiar alegremente un virus que en año y medio ha causado millones de muertes en el planeta y ha dejado incontables secuelas probablemente permanentes entre quienes lo han padecido.

Resulta tremendo (y ahí es donde quiero llegar con estas letras que me costarán un reguero de biliosas diatribas de los aludidos) ver el tamaño que va adquiriendo este movimiento que no acepta la evidencia que sus propios ojos deberían mostrarles. De convocatoria en convocatoria, crece la afluencia a estos saraos y, lo peor, también escala el engorilamiento de sus representantes que pretenden convencernos de que lo que está ocurriendo obedece a una conspiración mundial para secuestrar las conciencias y convertir en esclava a la humanidad. La cosa sería una extravagancia si todo se quedara en sus estrafalarias proclamas. Ocurre, sin embargo, como hemos visto en esta última ola, que el ejercicio de lo que reclaman como derechos individuales inalienables —no vacunarse y pasarse por la sobaquera las recomendaciones sanitarias— tiene consecuencias demoledoras en la salud de sus congéneres.

8 comentarios en «El negacionismo crece y crece»

  1. Indudablemente la especialidad de psiquiatría es una las que más salidas profesionales ofrece ya, siempre y cuando la numerosa clientela potencial derivada del nefasto trumpismo asuma su trastorno y se someta a tratamiento. Porque a los yankis se les critica pero se termina copiando lo peor de ellos. Y ahí está la IDA para demostrarlo.
    El negacionismo es una moda más como jugar a la ruleta rusa, hacer balconing borracho y drogado o como pasó en su momento, organizar orgías para infectarse e infectar de SIDA voluntariamente. Preocupante.
    Yo lo veo como una mezcla de trastorno mental buscado, un enfermizo afán de protagonismo y la necesidad de hacer el mal.

  2. No hay que asombrarse del número de negacionistas o conspiranoicos y gente de ese tipo, siempre los ha habido y siempre los habrá. Recuerdo a mi padre, de pequeño, diciendo que no se creía que nadie hubiera pisado la luna. Es que la gente tiende a «comprender» la realidad tratando de tomar aquello que encaja en sus esquemas, y no todo el mundo es Einstein. Leí una vez cómo hicieron una encuesta en EE.UU para saber cuánta gente creía en los ovnis, y resultó que muchos, pero descubrieron que los que creían en las hadas y los duendes eran todavía más. Cuando inventaron el tren, hubo quien creía que si ibas a tanta velocidad te morías…y cosas así. No conocemos lo que piensa la gente más que cuando, por lo que sea, nos afecta. Una minoría que no crea en las vacunas o en el COVID, siempre habrá. Hay que hacer con ellos lo mismo que con la minoría que no cree en las normas de tráfico, no hay otra.

  3. Es una pena que no sea posible privar a estas personas, llamadas negacionistas, de las atenciones necesarias cuando sean víctimas de las consecuencias de su negacionismo.
    Tienen la suerte de poder hacer lo que hacen, sabiendo que «si sale mal» ahí van a estar los servicios de Salud a su disposición. Visto así, hasta parece injusto que se les preste esos servicios.
    Por otra parte, más que negacionistas, yo creo que son «negados «.
    Negados de un mínimo de inteligencia, de sentido de responsabilidad, de solidaridad con las personas de su entorno, de un mínimo de empatía con quienes son infectados por el Covid19 y con quienes han fallecido, y seguirán falleciendo, por esta causa. Y tal vez también podrían pensar que se contagian y fallecen por culpa de su negacionismo. Pero para eso, también son «negados».

  4. Esta “gente” que es negacionista de todo lo que suponga no hacer en cada momento lo que le sale de ahí, reclama la LIBERTAD sin haber conocido, por fortuna para ellos, lo que es la falta de ella. Esta “gente” se aprovecha de un poder judicial corrupto y dirigido, que tiene declarada la guerra al gobierno y de unos políticos mediocres y blandengues, siempre mirando de reojo al censo electoral, para campar a sus anchas y complicarnos la vida y la salud a la mayoría de ciudadanos, que que si cumplimos las normas establecidas.

    Algo que también viene a cuento, es el tema del botellón, y si hablamos de botellón, hablamos de quema de contenedores, destrozo de jardines y mobliario urbano y de agresiones diarias a la Ertzaintza. No hace mucho, a eso se le llamaba KALE BORROKA y se trataba de otra forma mas expeditiva y eficaz.

    Si algún negacionista/botellonista, insolidario, vándalo, tocapelotas, se siente aludido, decirle que me preocupa mi familia, mis amigos, los sanitarios, las buenas personas que hacen lo posible para evitar sufrimiento a los demás; ellos me importan una mierda, es mas, no sufriría lo mas mínimo si se infectasen fatalmente, si algo sobra en este planeta es gente de esa calaña.

  5. Ya lo han mencionado más arriba, los más idos de este rebaño son los de siempre.

    Me preocupan más los que dicen que «ya que están ya vacunadas las personas» hay que quitar todas las medidas y, más importante, las precauciones que en realidad han funcionado de veras. No, no me estoy refiriendo a los encierros en casa, me refiero a la limitación de movilidad y contacto social. Quieren volver a la vida de siempre, con la gente moviéndose de aquí para allá, obligada a ir al trabajo y que se le mire mal si lleva mascarilla, etcétera.

    Están jugando a la ruleta rusa con un virus que ya ha mutado en poquísimo tiempo para volverse muchísimo más contagioso. Era algo «poco probable». Y ahora juegan a que es «poco probable» que el virus mute hacia algo más agresivo para los jóvenes. Que es lo que pasó, en realidad, en las epidemias de gripe de 1918 y 1968: eran variedades que llevaban la tira dando vueltas entre la humanidad, hasta que una variación las hizo mucho más virulentas (que no más contagiosas). ¿Por qué insisten en dejarle todos los dados posibles a la delta? Es imposible «convivir» con los virus. Tarde o temprano sacan seises y te matan. Pero parece que no lo queremos ver.

  6. De todo el chorreo de datos sobre el COVID que nos suelen soltar los informativos se suele obviar el más significativo que es el porcentaje de personas en la UCI que no han sido vacunadas. Si como creo haber oído alguna vez es del 70% de no vacunados, no parece que cabría más discusión sobre el tema

  7. Vigilarlos y ponerles un cepo. Si hubiera habido protocolos preparados para una pandemia, no las gilipolleces (con perdón) que no nos ayudarían ni ante una pandemia de gripe medianamente adaptada, el bicho no se habría expandido.

    Pero, claro, el totalitarismo sinocentrista no quiere debilidad y la OMS había olvidado todo sobre cómo es realmente una pandemia aérea; hasta el punto de que ni siquiera quería cobtemplar la posibilidad de transmisión por aerosoles. Si no aprendemos, nos borrarán del mapa.

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