Condenar o no condenar

Les confesaré un secreto: a mí tampoco me gustan el verbo condenar ni el sustantivo condena como sinónimos de rechazar o rechazo. Aunque me consta que la tercera acepción de la RAE lo asimila a reprobar, el vocablo siempre me ha sonado excesivo y, si me pongo tiquismiquis, incluso un tanto vacuo y artificioso. Supongo que eso ha sido a fuerza de escucharlo durante decenios en labios de personas que parecían estar compitiendo por aparentar la mayor indignación en lugar de limitarse a lamentar y censurar sinceramente unos hechos. Los formulismos manoseados acaban perdiendo su sentido o, un paso más allá, convirtiéndose en caricaturas. Eso pasó, por ejemplo, con la letanía «mi/nuestra más enérgica repulsa», a la que puso banda sonora La Polla Récords.

Por todo esto, propongo que dejemos de enguarrarnos en las batallitas de los comunicados conjuntos. Más allá de la utilización de este o aquel término, busquemos la miga del asunto. Y si se trata, como en el caso reciente de la agresión de una descerebrada fanática a un joven del PP, la cuestión es tan simple como la expresión contundente y sin matices ni tics justificatorios de la denuncia de tal hecho. Es muy adecuado decir, como hizo Arnaldo Otegi, que es «reprobable, rechazable e inaceptable» y que «va en la dirección contraria a la construcción de la convivencia democrática». A partir de ahí, puesto que no nos hemos caído de un guindo, cabría pasar de las palabras a los hechos. ¿Cómo? Imponiendo la autoridad y el influjo que se tiene sobre los agresores y, sobre todo, no promoviendo actos contra la mentada convivencia democrática. Ya nos entendemos.

3 comentarios en «Condenar o no condenar»

  1. Ahora que la tienen tomada con los LGTBI es el momento de rechazar esas agresiones y evitarlas con actuaciones políticas, policiales, judiciales y de educación social. Ja, ja ja.
    El tal Oyarzabal que es el gay saludo del armario más antiguo del PP cuando le han pedido que rechace los delitos de odio ha respondido con su talante habitual de tipo irrespetuoso y agresivo verbalmente que VOX no promueve esos hechos con su discurso, que su partido tampoco pero que en Euskadi la EPV es fuente de odio a lo español. Nada de condenas, rechazos ni nada parecido.
    Ese es el tipo de argumentación que siembra vientos.
    Ahora son los «maricones», luego serán los inmigrantes o los rojos o los separatistas o simplemente el diferente.
    Todo esto es muy viejo y se llama fascismo. Algo que nunca ha condenado la extrema derecha española. Es más, es su herramienta de trabajo.

  2. Dichosas palabras. Unas veces valen mucho y otras veces no valen nada. Parece mentira que la union y el entendimiento entre partidos y entre ciudadanos, dependa de la palabra: CONDENAMOS .
    Claro que hay que CONDENAR lo que es condenable, pero de nada me sirve esa palabra, si, tras pronunciarla, los hechos no son coherentes con lo dicho.
    Supongamos que la Izquierda Abertzale se «cae del callallo» y llega a decir que CONDENA esto o lo otro….¿y qué hemos adelantado, si los hechos: los ongis etorris se siguen celebrando, se justifican los ataques a la Ertzaina por aquello de ocio neoliberal, etc., etc.? Pues creo que habremos adelantado muy poco.
    Y es que la PALABRA, aquello de «te doy mi palabra», o incluso cuando se decía: «palabra de vasco», ha perdido mucha parte de su valor. Por eso a mi me sirven mucho más los hechos (lo que se hace), que los dichos (lo que se dice).

  3. Lo del totem de la palabra «condena» ya aburre.
    Es un juego infantil en el que unos exigen que se utilice y creen que así ponen en un brete a los otros y los otros se cierran en banda porque no les da la gana de hacer lo que les exigen.

    Si el problema no es «condena» o «rechazo». El problema es lo que va antes y después.
    El problema no es que Otegi rechace en vez de condenar los vandalismos de las noches de verano. El problema es que tras la concesión protocolaria del rechazo a continuación los justifica echando la culpa al neoliberalismo y organizan manifestaciones contra las actuaciones policiales que tratan de evitar esos vandalismos (eso sí, con la muletilla de «no los justifico» que es la excusatio non petita que suele venir antes de la justificación, de la misma forma que tras un «con todo el respeto» suele venir una falta de respeto).
    Y así el rechazo y también la condena quedan muy aguados.
    Contra la gente del PP aquí por parte de algunos sectores (no solo la IA) se hace un discurso que va más allá de la crítica política para entrar en un terreno de agresividad, insulto y violencia verbal (verbal en el primer estadio) que en la práctica viene a negarles el derecho a convivir con normalidad con el resto de la sociedad. Ese discurso, que además es continuado, da cobertura a los que pasan al segundo estadio; a la violencia real y efectiva.
    Y sí. Lo mismo que lo sufren los del pp acosados por otros, lo sufren otros sectores y colectivos acosados por tipos a los que dan cobertura discursos lanzados desde los aledaños del PP (y a veces desde el PP).
    Efectivamente. Así es. Pero creo que en esta ocasión la entrada iba de lo que iba. Es generalizable y aplicable a otros episodios e ideologías pero a veces el «y tú más» también es una forma, si no de justificación, sí de distracción.

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