El bochornoso espectáculo de esta semana en el Congreso de los Diputados para refrendar el pasteleo del reparto de los magistrados del Tribunal Constitucional nos ha mostrado el mecanismo de varios sonajeros. Ya escribí sobre la indignidad del “voto con la nariz tapada” o, en el mismo paquete, los díscolos que lo fueron a costa de sus disciplinados compañeros, todos ellos ahora mismo miembros de sus propios grupos a razón de cinco mil pavos al mes más dietas y pluses de pertenencia a comisiones. Pero hay una cuestión que quedó a la vista a cuenta de la patética trapisonda aunque quizá no hayamos reparado demasiado en ella: la de la votación telemática, secreta e individual que se aplicó para este asunto concreto.
Empezaré mostrando mi perplejidad ante el hecho de que los representantes de la soberanía popular no estén obligados absolutamente siempre a votar con luz y taquígrafos. No entiendo que un tipo o una tipa a quien he escogido a través de una papeleta en la que, por cierto, se me han impuesto los nombres, tenga la prerrogativa de ocultarme en qué sentido se pronuncia. Proclamo mi derecho a saber qué se hace con mi voto.
Claro que una vez que eso no es así, lo auténticamente lisérgico es comprobar que en estas votaciones presuntamente personales e intransferibles, los grupos políticos tienen herramientas para conocer la decisión de los culiparlantes. Son métodos de puro comisariado. Resulta que al ejercer el sufragio telemático, los diputados reciben un justificante digital donde consta lo que han votado para que se lo entreguen al responsable de velar por la disciplina. Máximo cinismo.
Leyendo esto no sé por qué me ha venido a la memoria el parlamento, o como se llame, chino.
Y con ejemplos como el que relata Javier: ¿Qué puede pensar la ciudadanía de los políticos a los que han votado? Pues cuando menos, que les han traicionado. Que se están aprovechando de la confianza y la oportunidad que se les ha dado de ser representantes del Pueblo, y de trabajar por el bien común. A algunos, esto último ni les suena. Ni sepan que eso está entre sus principales funciones. Y es que, para esos, su única función es obedecer a quien le puso en la candidatura electoral.
Y ya sé, no se me olvida, no todos sin iguales…. ¡Faltaría más!
Y por eso, porque no todos son iguales, cuando somos convocados a votar, tenemos que buscar la diferencia entre candidaturas y decidirnos por aquella que nos parezca que tiene menos «culiparlantes».
Como he dicho alguna vez, españa tiene un democracia podrida de lacabeza a los pies, por accion o por omision es un pais corrupto y no por el dinero que se llevan que tambien si no por todos los casos de corrupcion de otra indole que se acuerdan entre politicuchos sin principios.
Decia alguien que el que vota a un fascista es tambien un fascista, y asi lo creo yo, pues eso ¿quien no vota a un fascista en las elecciones?.
Hay unos cuantos engañatontos que encima salen a la palestra a posicionarse contra la corrupcion , hace poco un tal odon elorza (espinal) que se pone una pinza para votar (jejejeje) si de verdad cree en lo que dice deberia haber dejado el partido al que pertenece ha ce por lo menos 40 años, no digamos nada del tal casado que sabiendo que esta en un partido corrupto hasta la medula nos dice que no va a hablar de la corrupcion en su partido, pues es de otros y se queda tan pitxi, asike ojo con la cartera pues si es de otros esos dineros que tiene que pagar el pp segun sentencia los pageremos nosotros, que tambien pues a pesar del reconocimiento de corrupcion segun sentencia del TS, el pp seguira cobrando suvbenciones a costa del dinero publico o no?.
Pues eso quiene votan a un fascista son fascistas, como muy bien aparecio en el RINCON DEL PROTESTON del otro dia.
Y volvemos a Weber, con su adecuada distancia entre los políticos y los administrados para salvar la imprescindible arquitectura institucional. El representante de la voluntad popular, soberano que delega, no controla a su representante, pero este sí debe dar cuentas a su partido. Es decir: la secuencia elector-representante-estado se corta en su primer eslabón y queda el selecto grupo de elegidos para ejercer el poder. Esta parece que es la finalidad del edificio democrático (y parece que también de su software incorporado): Que unos pocos gobiernen para esos mismos pocos. Los antiguos, que eran más cultos, lo llamaban aristocracia, y era, recordemos, lo opuesto a democracia.
Por eso Vito Corleone quería ampliar su negocio: Quería que su hijo fuera senador.
Rita Barberá, mas comedida, solo quería «pastuki» para todos (ellos, claro), y para Solchaga, egregio socialista, la mejor manera de hacer dinero en España era la política. Kashogui, por su parte adoraba la democracia de Estados unidos, porque era el tipo de país que si tenías dinero, eras inocente siempre. Aquí, no, somos más de democracia ejemplar, aquí prescribe tu delito, y si no, «se lo das a la fiscalía y te lo afina», ya que «en el Supremo lo ganamos por la puerta de atrás».
Y los «quincemeros», ¿donde están?
Cada vez más divertido el circo.
Vamos a ver, los diputados, senadores, etc son ELEGIDOS por el DEDAZO PARTITOCRATICO, así que nadie se rasgue las vestiduras porque los diputados, senadores, etc se deban a la cúpula del partido que los eligió. Se ha cerrado el círculo con los llamados “pactos antitranfuguismo” (ya van por su tercera versión), que coartan hasta extremos insufribles la libertad de actuación de nuestros presuntos representantes. El sistema de listas cerradas y bloqueadas propicia esta penosa situación, pero que nadie se llame a engaño, las listas abiertas no son la panacea, ya las utilizamos para la elección del Senado y no significan ningún avance. A día de hoy yo creo que la única solución coherente sería la adopción del sistema anglosajón, distritos electorales unipersonales, en los que los candidatos tuviesen que dar ellos mismos la cara ante SUS ELECTORES, responsabilizándose de sus actuaciones ante ellos. Ya lo he dicho alguna vez, el sistema yankee tendrá sus defectos, pero a mí me encanta. cuando hay senadores y congresistas republicanos que votan a favor del impeachmen de Trump o demócratas que le ponen las cosas difíciles a Biden para sacar sus planes adelante. Más allá que yo esté de acuerdo o en desacuerdo con dichos temas. Aquí eso es impensable. La colonización por parte de las cúpulas de los partidos de todas las instituciones es el mayor peligro para la democracia en Hispanistan. No sé si estos a tiempo para variar el rumbo.
Tan responsable es el que vota con la nariz tapada como el que lo hace sin tapar, el voto debería ser consecuente, con lo que se vota y sus consecuencias.