Esta vez no es una exageración. Se mire por donde se mire, hay que calificar como histórico el acuerdo sobre las bases para la futura Ley educativa vasca que han alcanzado PNV, EH Bildu, PSE y Elkarrekin Podemos. Sencillamente, ni en la Comunidad Autónoma ni en ningún otro lugar hay precedente de un consenso similar sobre una cuestión tan espinosa como la educación. Estamos hablando nada más y nada menos que del 90 por ciento de los escaños de la cámara donde está representada la ciudadanía de los tres territorios. Se han quedado fuera el conglomerado que forma el PP con los restos de serie de Ciudadanos y, faltaría más, Vox. Ahora que no nos lee nadie, anotaré que semejante oposición le concede más valía si cabe al acuerdo. Si a quienes hacen bandera del cerrilismo irredento no les gusta lo aprobado por todos los demás, señal de que hay motivos, como poco, para ser moderadamente optimistas.
Ahora la pelota está en el tejado de los sindicatos que, en el momento de escribir estas líneas, mantienen para el próximo viernes la convocatoria de una huelga contra el borrador de la futura ley. Mañana se reúnen las centrales para decidir qué hacen ante el nuevo escenario. Su rapidez de gatillo les ha llevado a una tesitura muy resbaladiza. Si optan por suspender el paro, parecerá que se están haciendo una enmienda a la totalidad y que reconocen su precipitación. Si, con todo, se decantan por tirar millas y mantener la huelga, se dará la significativa circunstancia de que la amplia mayoría sindical de un sector concreto se enfrentará a una todavía más amplia mayoría social y política. Parece obvio dónde está la legitimidad.
¿Será que los sindicatos han perdido actualidad? ¿Será que su alineación ideológica con los partidos políticos les ha recortado su propio margen de maniobra? No tengo la respuesta a estas preguntas, pero tal vez vayan por ahí las «pataletas» a las que últimamente nos tienen acostumbrados los sindicatos. Es posible que ya estemos en tiempos de revisar la función y la utilidad de los sindicatos. Aquellos finales del siglo XIX y comienzos del XX, aquella dictadura franquista, quedan ya muy lejos, como para seguir con iguales o parecidas estructuras y estrategias.
Ahí dejo la reflexión por si sirve para algo.
Siendo una buena noticia la gratuidad de la concertada ¿de dónde va a salir la pasta? De alguna parte habrá que quitar.
Interesante desafío. Aunque la bajada de la natalidad de los vascos y vascas va a ser más preocupante aún. Seguro que está todo muy estudiado.
Pues mira Caustico, la pasta no la van a poner ni los políticos, ni la monarquía, tampoco los militares y por supuesto con la iglesia no cuentes. Quedamos los pringados de siempre. Perdona hablo por mí.
Haran los sindicalistas una huelga contra su propia irresponsabilidad? o seguiran en su misma linea irresponsable?, los sindicatos se convertiran en plataformas como los transportistas, con el animo unico y exclusivo de joder? los ciudadanos haremos plataformas para sustituir al parlamento? y los jubilados que, es que no podriamos paralizar el pais haciendo una plataforma y llenar de barricadas todas las rotondas del pais para que nos pongan una pension real? esto ultimo nos vendra de mtu propio en cuanto feijoo gobierne con la extremaderecha derecha