Comparezco ante ustedes con más dudas que certezas. Porque me consta lo jodido que es el dilema entre el miedo a pasarse o a quedarse corto. También es verdad, que si tengo que elegir, la mayoría de las veces prefiero quedarme corto a incurrir en el exceso. O, en el caso que nos ocupa, que enseguida les desvelo cuál es, en la sobreactuación monda y lironda. Y ahora es cuando me pregunto y les pregunto a bocajarro si el rule de Pedro Sánchez a Kiev para verse con Volodímir Zelenski le aporta más al visitado o al visitante. Supongo que al primero, que tiene que hacer frente con lo puesto a un despiadada, injusta e ilegal agresión del imperialismo ruso, no le queda otra que hacer un hueco en su diabólica agenda a cualquier mandatario extranjero (ya sea de primera, segunda o tercera línea) que se le presente en carne mortal a mostrarle su solidaridad. No tanto por la solidaridad, que ya es bastante cuando el panorama internacional está lleno de aplaudidores de la salvaje invasión, sino por la correspondiente traducción en pasta y armas defensivas.
Yo ahí tengo muy poco que reprocharle a Sánchez. Creo que está haciendo lo correcto, pese a la murga que tiene que aguantar de su ventajista socio de gobierno, que disimula más bien poco que en esta vaina está más cerca de los que arrasan que de los arrasados. Sin embargo, no acabo de ver la necesidad real de plantarse en la capital de Ucrania, llamarla Kyiv en plan guay en el primer tuit tras el aterrizaje y hacerse el selfi de rigor con el solicitadísimo presidente de la nación que está siendo asolada. Pero puede ser, ya les digo, que esté equivocado.
El Embajador de Ukrania en el estado español acompañará al Lehendakari en el aniversario del bombardeo nacionalista español de Gernika. A mí el gesto me ha emocionado. A veces una presencia simbólica puede dar muchos ánimos a los acostumbrados al desprecio español en esta cuestión. Sobre el viaje del señor Sánchez a Kiev me parece un gesto necesario y valiente que hubiera tenido un bonito colofón haciendo después acto de presencia en la Villa mártir. Pero no llega hasta ahi la valentía del socialismo español.
Leo a un periodista local del régimen de siempre y que va de gracioso habitual, cachondearse de que el presidente Zelensky saque sitio para las visitas diplomáticas. En un día en el que aparece otra fosa común con 9.000 asesinados por el terrorismo ruso la chorrada del chistoso suena fatal. Y es que encima no se dan cuenta de su torpeza moral.
Supongo que aquí en este caso jugará ante todo la forma de ser de cada uno, de cada político para ser más exactos. Recuerdo, por ejemplo, el caso contrario, el de Felipe González, que asistió, pocos meses después de su toma de posesión de finales de 1982, a la inauguración de la variante de la carretera radial N-IV de Despeñaperros (luego modificada, por cierto, en 2011)… y nunca acudió en los siguientes 13 años a ningún otro estreno o acto más o menos parecido, categoría en la que me tomo la libertad de incluir la visita ucraniana (con la sola excepción de inauguraciones inescaqueables tipo Olimpíada de Barcelona 1992 y una particularísima y bastante hilarante a mi parecer: la del Museo Thyssen de Madrid ese mismo año 1992, porque que asistiera a la misma la totalidad de las altas autoridades del Estado –FG incluido– fue una de las condiciones que la baronesa Tita Cervera Thyssen indicó expresamente para la cesión de las obras pictóricas a España; busquen y, si les es posible, encuentren la cara que pone Felipe en ese sarao, pues no tiene desperdicio).
Así que sí, por lo visto el abogado sevillano desarrolló una especie de fobia a tales acontecimientos, que provocaba que a esta clase de cosas acudiese bien alguien de la familia real o algún ministro llegado el caso. Y eso que sin duda hubo asesores que le comentarían la segura promoción que para su imagen y popularidad supondría la participación en los mencionados eventos. Pues nada, no hubo manera, el hombre –se decía– no salía de Moncloa…
… hasta que pasa el tiempo y resulta que un epígono de su partido, el amigo Pedro Sánchez, se revela como alguien al que estas movidas le gustan más que a un tonto un lápiz, y pasamos al otro extremo: el presi del Gobierno pasa a estar presente sistemáticamente en, ya digo, saraos varios, tales como inauguraciones de AVEs, presidencias de finales de Copa, presidencia de actos literarios (hoy, justo hoy mismo, ha estado junto a los reyes en la concesión del Premio Cervantes en Alcalá de Henares ), acudir de público más o menos por la puerta de atrás al FIB de música alternativa…
… y en esas andamos. Cada uno habla de la feria como le va y probablemente Schez se haya dado cuenta de que 2022 no son los 80 ni los 90 del siglo pasado, y que la imagen, que antes era mucho, ahora es (casi) todo. Sí, en definitiva algo parecido a aquello de que hablen de mí, aunque sea mal. ¿Absurdo? Bueno, una cosa está clara: estas actitudes son las que le han llevado a ostentar la Presidencia del Gobierno de España, con la hostilidad más o menos expresa de un montón de gente, incluso de su propio partido… e inclusive alguno que se agobió cierto día que inauguró una carretera nueva entre la Meseta y el valle del Guadalquivir. ¿Qué tendrá al final esa zona de la península que en tan pocos kilómetros cuadrados siempre pasan cosas que repercuten mucho o poco en la historia de este rico y variopinto país llamado España (batalla de Navas de Tolosa, batalla de Bailén, etc)? Chi lo sa!
Viene bien recordar aquí aquello de «no dar puntada sin hilo». Por el contrario, nada tiene que ver con aquello otro de que: «tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda». Y, por supuesto, lo de derecha e izquierda es literal, sin connotaciones políticas.
Pero si lo pensamos con detalle, lo que sí encaja bien es aquello de : «esto es puro teatro». Y es una pena que hasta de esto, de una Guerra, se quiera sacar rendimiento político.
Denunciar una Guerra está bien. Ayudar a que se termine cuanto antes también. Y ayudar a las víctimas, por supuesto, y tal vez lo primero que hay que hacer.
Pero utilizar todo esto para salir en la foto, no es digno.
Quedar bien que se dice
Pero por desgracia no es la única y horrible guerra pero si la más mediática .
Todas ellas son horribles ..
Mientras la única manera de lograr la paz siga siendo hacer la guerra nunca la conseguiremos
Respondiendo a tu pregunta a bocajarro, Javier, para los que creemos que en democracia, en la mayoría de los casos, la forma es el fondo, la visita de Sánchez a Kiev no es más que la expresión formal de esa solidaridad, creo que sentida, que el gobierno y la mayoría de las formaciones políticas tienen con la legalidad y el estado violentado por el sátrapa genocida que hoy nos toca aguantar.
Si tenemos en cuenta que en Ukrania se está jugando la pervivencia de una manera de gobernarse basada en la multilateralidad, los acuerdos y la democracia, frente al atropello y el sometimiento del débil, la presencia personal de Sánchez con Zelenski, puede que no sea necesaria, pero sí conveniente.
La diferenciación de los apoyos y la manifestación de los mismos con el arrasado es hoy como nunca acertada, creo.