No sabe uno si enternecen o enfurecen las requetesobadas manifestaciones de sorpresa indignada —o de indignación sorprendida— que siguen a cada mejora de los resultados electorales del Frente Nacional en Francia. He perdido ya la cuenta. Sin mirar en Wikipedia, no soy capaz de decirles si son tres, cuatro o cinco consecutivas, pero sí que cada una de ellas ha venido orlada con idénticos mohínes y sobreactuados rictus de disgusto. Se diría que los ejercicios de manos a la cabeza, las mendrugadas tópicas sobre dónde va a parar esta Europa insolidaria, los tontucios recordatorios de la Alemania prehitleriana e incluso las bienintencionadas expresiones de preocupación forman parte de un exorcismo de los propios fantasmas.
Y eso es precio de amigo. En no pocas ocasiones, todo ese blablablá clueco es la (auto) delación de la izquierda exquisita y funcionaria sobre su responsabilidad vergonzosa y vergonzante en el ascenso de las huestes, primero de Jean Marie, y ahora, con mucho más peligro, de Marine Le Pen. Qué fácil, ¿verdad?, explicarlo todo en función del racismo, la xenofobia, el egoísmo y, en definitiva, la inferioridad mental de varios millones de votantes que no merecen consideración de personas. Tremebundo clasismo en nombre, manda pelotas, de lo contrario; no se puede llevar más lejos la perversión. Como coralario, brutal ceguera voluntaria de quienes para no quedarse sin su martingala se niegan, entre otras mil evidencias, esta que revelaron varios analistas el domingo pasado: el mapa de la desigualdad en Francia es milímetro a milímetro el de la fortaleza electoral del Frente Nacional.
He tenido -no aquí; en otro lugar- algún que otro pequeño (pequeñísimo, y educado) rifi-rafe con gente a la que, cariñosamente, tengo por «primaveras», «lanzaglobos» y, en general, «guays».
¿Por?
Porque según mi opinión, la mayoría de esta gente no se entera de qué está yendo la cosa (la minoría de ellos sí se entera, y actúa -cobra- de «engrasador» del Poder) pero no cesan de amonestar desde su Olimpo intelectual a las masas exhaustas, aturdidas, arruinadas, con su verborrea falsa, llena de lugares comunes y por completo dogmática.
¿Y de qué va la cosa, Palmer?
Como no deseo trabajar hoy mucho, me limitaré a «copiar y pegar» 2 direcciones (Es prácticamente el mismo artículo, empero, uno de ellos en inglés)
Estas 2:
http://www.economist.com/news/special-report/21579144-germanys-vision-europe-all-about-making-continent-more-competitive-merkel
[Enlace roto.]
Para los vagonetas -como lo estoy yo hoy- un resumencito: Europa tiene el 7% de la población del Mundo, el 25% de la riqueza (por lo menos) del Mundo… y destina ¡¡EL 50% DE TODA LA TELA DEL MUNDO A ATENCIONES SOCIALES!! (Muchísimo dinero)
Y si Europa destina esta cantidad GIGANTESCA a tal fin -carreteras, hospitales, educación…-, es porque los europeos creemos que debe ser así.
Pero ocurre que los que cortan el bacalao (Megafortunas familiares, Fondos de Inversión, Fondos Buitres…) dicen que el dinero estaría mejor en sus bolsillos; y que si la masa quiere mojojones… pues que se moje los cojones.
Y es por ello que desde hace varios años llevan lanzando sus baterías más mortíferas en pos de este resultado, ayudados por la completa inoperancia de partidos de izquierda, y el pasotismo -cuando no colaboración- de la socialdemocracia más light.
Los chorizos que dirigen el mundo han tenido en cuenta que un continente de historial ilustrado, con una clase media numerosa y MUY CULTA (culta como jamás en la Historia ha habido), con raíces judeo-cristianas en cierta medida aún operativas, y con conciencia nacional, es probable que no se deje dar por culo fácilmente, pues por número, habilidades, y riqueza son un enemigo temible; y para desgastar al enemigo lo que hay que hacer es darle leña cuando esté débil (paro, hipotecas, miedos varios) Y si no lo está, se le hace estar (Recuérdese el libro La doctrina del Shock)
Me he cansado de escribir en esta tarde festiva, y acabo, dejando al posible lector la tarea de completar mentalmente el rollo y establecer relaciones… que el tema tiene muchas, y varias de ellas tenebrosas.
En resumen: Los miserables que dirigen el Mundo quieren nuestra tela; la quieren toda; la quieren ya; quieren nuestra completa sumisión; quieren que perdamos la conciencia de clase, de «europeidad»… y en ese sentido van a por todas, utilizando TODO a lo bestia. Y frente a estos depredadores, ausentes por completo los grupos y partidos que deberían defender de ellos a las masas trabajadoras y contribuyentes, comienzan a crearse algunos frentes.
Y entre frente y frente, lanzaglobos y Guays
Creo que el enlace de la VANGUARDIA está roto.
Aquí va otro
http://blogs.elpais.com/cafe-steiner/2013/07/tres-cifras-para-un-debate-sobre-el-futuro-de-europa.html
De cualquier manera, el que quiera profundizar en el asunto que busque «7 25 50» en Internet. Descubrirá un motrollón de páginas y análisis-