Con la salvedad de una docena de plumillas y políticos a los que no les queda otro remedio, no conozco a nadie que tenga un conocimiento mínimo sobre la ponencia del Parlamento vasco para la elaboración del futuro estatuto de los tres territorios. Que sepan de su existencia o les suene levemente es ya un triunfo. Y si vamos al interés que despierta la cuestión, nos situamos entre el bostezo y la ceja enarcada. Lo consigno sin ninguna gana de provocar el llanto a quienes piensan que el conjunto de principios y normas que regularán nuestra convivencia le importa —por lo menos en el momento presente— un cuarto de higa al personal, que bastante tiene con llegar a fin de mes, encontrar aparcamiento cerca de la playa o decidir si le apetece más un vermú o una caña.
Con semejante panorama como contexto, se agradece que los representantes públicos se esfuercen para que el asunto tenga algún relieve en la agenda informativa. Una palmadita en la espalda, pues, para la secretaria general de los socialistas vascos, Idoia Mendia, que el otro día rescató del trastero de nuestra Historia reciente la (poco afortunada) frase de Xabier Arzalluz sobre el trato que recibirían aquellos que no se considerasen vascos en una hipotética Euskadi independiente. “Como alemanes en Mallorca”, dijo Arzalluz, sin sospechar que tropecientas lunas después, la martingala serviría para conseguir un titularcete de saldillo. Y eso va por Mendia, que resucitó la frasecilla a modo de exabrupto para acusar a su socio de gobierno —¡oh, yeah!— de pretender hacer tal cosa con los vascos que no se sientan españoles. Ella y todos sabemos que es mentira.
No sólo es un embuste más de los que proclaman a modo de asustaviejas.
Lo sorprendente de las palabras de Sra Mendia con tilde es lo viejuno que suena, casi como si le estuviera disputando a Alfonso Alonso un puñadito de votos.
Los que jamás pactarían con el PP en palabras del mentiroso mayor del reino, entienden la «pluralidad» vasca como una asamblea en la «casa del pueblo»;todos Españoles y progreguais, por este orden.
Siéntete vasco o marciano, lo que quieras, pero eres Español sí o sí y si no, «mira tu carnet…..» porque entre las 100.000 formas de sentirse vasco que cuentan estos progreguais no existe una, una sola que no acaba, inexorablemente, en la nacionalidad Española. La que a ellos les gusta, la «plural», la que «no divide».
Leí un twit de un tal Carrizosa, otro «no nacionalista» en este caso del partido Ciudadanos, en el que decía que, en realidad, él no odiaba al nacionalismo, se refería al catalán, que más bien lo que le producía era asco. Bien, pues algo muy parecido me pasa a mí con el «no nacionalismo» Español. La pluralidad, la de verdad, requiere cesiones y compromisos para buscar un punto en el que TO-DOS puedan encontrarse a gusto. A Idoia Mendia y al «no nacionalismo» Español se la suda las aspiraciones ajenas mientras ellos y los suyos, escribo conscientemente «ellos y los suyos», se encuentren a gusto. Es lo que hay.
Los siento Vizcaíno. Nos solo no fueron desafortunadas esas palabras de Arzalluz si no que fue un ejemplo muy claro de como quedaría la situación jurídica de las distintas personas que residieran en Euskadi si se aprobara el estatuto de «Ibarretxe» (en tiempos de la susodicha frase o en el estatuto que se esta desarrollando actualmente. Y cualquier persona con unos mínimos conocimientos de derecho y un poco de imparcialidad lo entendería fácilmente. Y me explico.
1. En este nuevo estatuto se pretende reconocer la nación vasca y la nacionalidad de las personan que lo integran. Según lo que decía el plan Ibarretxe, tendría nacionalidad vasca todos aquellos que estén empadronados en Euskadi en el momento del reconocimiento de esa «nueva» nacionalidad, sin necesitar renunciar o perder la nacionalidad española. Por lo que Idoia Mendia y los suyos pueden estar tranquilos. Nadie les va a poner una marca de ciudadanos de segunda.
2. ¿Pero que pasa con las personas que vinieran de España o Francia o Alemania… o cualquier parte de Europa a partir de esa fecha? Pues que seria ciudadano comunitario pero no obtendría la nacionalidad vasca automáticamente (salvo los supuestos recogidos a una ley al efecto, como en cualquier otro país. Pj. por matrimonio) Y estos ciudadanos que vivieran en Euskadi tendrían derecho como todos los demás a la sanidad publica, escuela publica, estado de bienestar (igual que un español en Francia, o un Alemán en Mallorca). Podrían votar y presentare en las municipales. Pero No podrán presentarse ni votar al parlamento vasco ni participar en referéndum nacionales, esto solo lo podrán hacer las personas que tengan nacionalidad vasca, es decir Idoia Mendia y todos aquellos vascos y vascas que independientemente se su ideología tengan nacionalidad vasca por estar empadronados en Euskadi el día se reconoció dicha nacionalidad.
Por lo tanto no es desafortunada la frase de Arzalluz, más bien los Socialistas retuercen los términos y niegan a otros lo que ellos mismos defienden en su constitución. ¿O a caso la populosa y privilegiada colonia de jubilados alemanes son ciudadanos de segunda en Mallorca?