Me perdonarán la obviedad del título, pero espero que lo entiendan. Llevamos ni sé las elecciones cuyos resultados provocan un cabreo tardío, literalmente póstumo, del personal, acompañado incluso de tan aguerridas como inútiles manifestaciones de protesta al día siguiente de la cita con las urnas. O simplemente de lamentos y rechinares de dientes por un desenlace escasamente agradable del escrutinio. Lo tremendo es que no pocas veces, quienes más disgusto manifiestan fuera de plazo son tipos y tipas que tuvieron a bien (o sea, a mal) pasar un kilo de acercarse a su colegio electoral.
No permitan que eso vuelva a pasar. No lloren mañana lo que pudieron evitar la víspera. Voten hoy. A la opción que entiendan que es la mejor o, siquiera, la menos mala. Tomando, desde luego, todas las precauciones en medio de esta peste que se empeña en no irse. Pero voten. Dejen con dos palmos de narices a los presuntos demócratas —algunos, hasta con autotítulo de antifascistas— que, meándose a chorros en la soberanía popular a la que tanto y tan en falso apelan, jugaron primero a impedir el ejercicio del derecho a sufragio y después, a tirar por los suelos la participación con mensajes apocalípticos. Si siempre nos sobrepusimos al voto del miedo, hoy debemos hacer lo propio con la abstención del pánico interesado.
Sorprendente el cambio de tipo de sociedad.
En los años de Ia interminable agonía del franquismo, los que odiábamos el fascismo teníamos sueños húmedos pensando que algún día podríamos votar en serio.
Unos cuantos decenios después hay un sector blandengue que no vota por pereza, porque llueve, por el miedo al bicho (para eso estaba el voto por correo) porque no se considera representado por nadie o porque está enfadado con el mundo.
Tampoco se libra de su parte de responsabilidad en la abstención quienes se dedican full time a decepcionar al personal desde sus cargos.
En cualquier caso en tan sólo 40 años de votaciones el desgaste ha sido muy fuerte.Exagerado, diría.
Claro que se vota hoy, o mejor dicho: hoy PODEMOS votar. Más aún: hoy TENEMOS que votar. Por responsabilidad, por hacer uso de un derecho, para que luego podamos protestar, reclamar, pedir cuentas, y si luego nos defraudan, no podremos «devolverlos, pero eso si, dentro de cuatro años podremos votar a otros, si lo consideramos oportuno. Así es la democracia. Nuestras decisiones a la hora de elegir a quienes queremos que nos gobiernen tienen fecha de caducidad. No como en una dictadura, que dura mientras otros quieran y duran más, cuanto más duras son. Así es que, TODAS Y TODOS A VOTAR , para evitar males mayores.
He escuchado al doctor Otegi que hoy se vota si merecemos un gobierno que nos mienta o uno que nos diga la verdad. Por supuesto un gobierno de Bildu nos diría la verdad, nos daría 1.200 euros a cada uno todos los meses, contrataría 40.000 médicos y enfermeras más ( fijos todos con mucho mejor sueldo que ahora), proporcionaría vivienda digna a todas y cada una de las vascas/os y, en definitiva, cuidaría de cada una de nosotras/os como si sus hijos fuéramos o mejor, si cabe. Por supuesto, los derechos fundamentales consagrados en la constitución (uyuyuyyyy!) como el de votar serían respetados a machacamartillo. Y por supuesto el derecho a la vida, aunque hace unos años, a un tal Isaías Carrasco se le segaran los dos un par de días antes de ir a votar pero que estamos orgullosos de nuestro pasado y tal y no volverá a pasar y si no, para eso está la acetona.
Así que ya sabéis, como gane Urkutrón es que somos gilipollas y como he leído a otro superguai: «dejaremos mucho que desear como PUE-BLO si vuelve a ganar este tipo». Ya sabéis, el pueblo es nuestro twiter.
Por cierto, y para todos estos que van de listos sugiriendo que si el brote hubiera sido en Bilbao en vez de en Ordizia no se hubiera prohibido votar a los contagiados informarles que el año 2016 en Ordizia ganó EAJ/PNV. Luego seguimos.