Maldito escepticismo crónico. Quiero unirme al entusiasmo general por el relevo en la Casa Blanca, pero apenas me sale una triste mueca de algo parecido a alivio por el descabalgue de Donald Trump. Y eso, sin dejar de preguntarme para mis adentros si muerto políticamente el perro del pelaje naranja, se habrá ido con él la rabia. Mucho me temo, y apuesto que bastantes de ustedes piensan igual, que no será así. El trumpismo va a seguir estando ahí durante mucho tiempo. Quizá jamás vuelva al poder, pero todo parece indicar que la brecha no solo no se va a cerrar sino que irá creciendo y, si cabe, radicalizándose… tanto en Estados Unidos como en latitudes más cercanas.
¿Haremos algo por combatirlo de forma efectiva? Aquí ya no soy escéptico sino directamente pesimista, o sea, realista informado. Llevamos años de avisos en bucle sobre el crecimiento a nuestro alrededor de una indignación que, a base de ser sistemáticamente ninguneada y despreciada, acaba siendo ciega e irracional sin posibilidad de vuelta atrás. Detrás de buena parte de lo que los superiormente morales tildan desde su confort de señoritos como populismo gañán de ultraderecha hay personas que se sienten arrojadas a patadas a la cuneta social. No sería tan difícil recuperarlas. Otra cosa es que interese mantenerlas encabritadas.
Vista la experiencia, los cabreados votantes desheredados de Trump ¿han conseguido algo en 4 años?
Un país en el que si no tienes pasta no tienes la asistencia médica necesaria para tratarte un cáncer, mientras se invierten cantidades monstruosas de dinero en armamento y militares, es una mierda.
Y eso no va a cambiar.
Permíteme una maldad.
Tras al asalto al Capitolio terminabas tu columna de esta forma:
«Por una vez, soy optimista y creo que es el penúltimo estertor del tifus trumpista. O quiero creerlo»
Sirva para anotar la complejidad de cualquier línea sostenida de análisis con aluvión de fenómenos de todo tipo que se suceden a velocidad de vértigo, interactúan entre ellos, etc.
Este ser ególatra, tóxico, prepotente, bocazas, singular y demás adjetivos despectivos, es uno más de los 44 predecesores que han gobernado los EEUU. (El país más imperialista del mundo)
Si tiramos de historia y hemeroteca, aparte de los records que hoy le otorga este diario. No ostenta el de metros de muro, deportaciones, guerras exteriores, penas de muerte, e incluso sin pandemia, el de paro.
Las desigualdades raciales en USA son parte de toda su historia. Trump ha conseguido con su despotismo y tiranía que hayan aflorado, y con «suerte»puedan erradicarse a partir de su marcha.
Nos podemos llevar sorpresa al ver nobeles de paz, con los récords que le faltan a Trump a poco que consultemos medios fiables e imparciales.
¡Ni unos tan diablos, ni otros tan ángeles!.
A ver si con el número 46 la desigualdad desaparece con gran velocidad en el «país de las oportunidades»
«O quiero creerlo» 😉
Totalmente de acuerdo. El trumpismo y otros populismos ofrecen respuestas simplistas a preguntas complejas. No compartimos sus repuestas, pero debemos encarar las preguntas.
Sería ingenuo esperar la solución de los problemas que infestan a la sociedad estadounidense en un «plis-plas» de cuatro años. A saber: desigualdad en recursos sanitarios y de renta, conflictos raciales, corrupción económica, desestructuración familiar, desigualdad de oportunidades, aplicación de justicia, sistema educativo. Pero es que aún peor perspectiva tiene la solución de problemas externos a que nos enfrentamos todos y del que Estados Unidos es partícipe cuando no responsable directo o cómplice: desigualdad en desarrollo, cambio climático, sistemas políticos antidemocráticos, bache tecnológico entre paises, salud, pobreza,…
Mientras la actitud de la administración USA frente a estos últimos sea radicalmente distinta a la mantenida por el payaso mediático y se asuma nuevamente la necesaria multilateralidad y conciencia ética global, vamos bien. Paso a paso.
Bueno, Javier, no creo te sea tan sencillo. Lo que llamáis “trumpismo” no es más que una determinada manifestación de una “guerra ideológica” que se dirime a nivel mundial. Al final es una guerra entre el “globalismo”, que utiliza como “vectores” de penetracion diversas ideologías “identitarias” (feminismo, ecologismo, multiculturalismo,…), haciendo gala de su “corrección política” y la resistencia de amplios sectores de la población que se niegan a asumirlo, reaccionando de forma más o menos radical y con mayor o menor lógica (nacionalismo, xenofobia, racismo, tradicionalismo,…), al sentirse agredidos en su más íntima idiosincrasia. ¿Tiene algo que ver la situación de “ganadores” o “perdedores” económicos en estas crisis globales que nos afligen? Pues supongo que algo si, pero no creo que sea determinante.
Los antiguos pensadores y revolucionarios marxistas (Marx, Engel, Lenin, Stalin) hacían incapie en la modificación de la “infraestructura” (las relaciones económicas fundamentalmente) a la hora de transformar la sociedad, despreciando o subordinando las transformaciones de la “superestructura”, la cultura, la religión, las creencias populares, la propia política. No era el caso de los anarquistas (Bakunin, Proudhom,…) o los socialistas utópicos del siglo XIX y principios del XX, que hacían mucho más incapie en la importancia de los condicionantes culturales y sociales. Del lado marxista ya Gramsci en los años treinta del pasado siglo intuyó la importancia de los cambios en la “superestructura” y su influencia decisiva en los cambios de los cimientos de una sociedad; fue, en última instancia el precursor del camino iniciado por el PCI con el “eurocomunismo”, el “compromiso histórico”, etc. Posteriormente otros pensadores de raíz marxista han incidido en esta linea, como Althusser, Marcuse, Foucault, etc. Y en esas estamos. Carlos Marx decía que “cuando se echa a la revolución por la puerta, esta vuelve a entrar por la ventana”. Realmente yo no consigo dilucidar qué tipo,de sociedad persiguen los grupos de izquierda que protagonizan en primera línea esta “guerra”; si está más clara la intención de los poderosos grupos de interés que actúan más en la sombra. ¿Has oído hablar del GRAN RESET”. Fue portada de TIME no hace muchas semanas.
Hay una indignación ciega e irracional que hay que hacer algo, dice usted ¿qué?¿cuál es la propuesta?¿cuándo no ha habido indignación ciega e irracional en la sociedad? Lo ocurrido en EE.UU no lo enfocaría por ahí sino en la estrategia de Bannon a través de las redes sociales. Ahí está la clave, tanto en la victoria de Trump como la subida de otros movimientos de extrema derecha europeos. Lo que ha ocurrido es que se ha logrado, a través de una desinformación sin precedentes, crear un relato alternativo de la realidad que ha resultado atractivo para mucha gente ,que no le importaba si era verdad o mentira, y ha engañado a otros( véase QAnon etc) Ahora que han echado a los creadores de teorías conspirativas de las redes sociales, se va a acabar el auge de la ultraderecha, me parece a mi ¿Tan simple como eso?…sí.
Interesante el análisis de Hametiknabil sobre la influencia de las relaciones económicas en la conformación de la superestructuras jurídicas, y con el que estoy de acuerdo. Quizá estemos llegando al fin de ciclo de los nacionalismos conformadores de la estructura política del mundo, al ser sustituido por una globalización del poder, que ha empezado por lo económico y está siguiendo por lo social e identitario. El viaje de un modelo a otro es el que resulta crítico de cara a la consecución de unos objetivos acordes con la ética: igualitarismo, solidaridad, paz, respeto a las identidades, desarrollo armónico con la naturaleza, etc.
Yo de lo que flipo es de la cantidad de progreguais que echan cohetes por la victoria de Biden. Y no me hace falta ni salir de casa para comprobarlo. Yo les comento que a Biden Urkullu le parecería del ala izquierda de su partido pero nada… ponen cara de conejo y tira millas.
Nada, a seguir.
Señor Xabier Intza, el señor Biden es de derechas pero no es esa la cuestión ¿A usted le da igual Trump que Biden? Usted sabrá que tanto Trump como la ultraderecha europea, incluído VOX, ha sido financiada y asesorada por Bannon y que Abascal le copiaba los discursos a Trump ¿no? Pues entre que se han quedado sin guionista y que les han echado de las redes sociales, yo creo que tenemos motivos para el optimismo.