Ante ustedes, un estajanovista de la democracia representativa que en el instante de redactar estas líneas lleva a la chepa las ocho horas de discursos, réplicas y dúplicas que se suceden en el debate de Política General del Parlamento Vasco. Mi primera conclusión, de hecho, no tiene que ver con el fondo sino con la forma. Quizá haya llegado el momento de plantearse el sentido de estos atracones dialécticos cuya sustancia se queda —y eso, siendo generosos— entre los actuantes y los que ejercemos de notarios. Pregunten a su alrededor y comprobarán que salvo los muy cafeteros, nadie sabrá darles razón de lo que se dijo ayer en la cámara de Gasteiz. Para empeorarlo, si alguien pretendiera acceder a un resumen de la sesión a través de los medios, hoy se va a encontrar que los titulares gordos lo reducen casi todo a una mención a 1839 de lo más golosa para lucirse en la interpretación. Personalmente, creo que esa alusión fue demasiado arriesgada, pues se prestaba a gracietas y cargas de profundidad como las que inspiran los tuits más salerosos. Qué despiporre, por cierto, que los mismos que se ponen megaserios remitiéndonos a 1714 se choteen de la referencia a otro año histórico de un siglo y pico después.
En todo caso, y puesto que, como les he dicho, estuve pendiente de cada ripio que se aventó ayer en pleno que abre el curso político, me quedaré con lo que para mí su espíritu más allá de las proclamas y los cruces de declaraciones. Por primera vez en más de un año volvimos a ver todos los escaños ocupados. Un paso hacia la luz que se atisba al todavía lejano final del túnel de la pandemia. Es el momento de recomenzar.
La referencia a 1839 es arriesgada porque pone a huevo la respuesta facilona. «Algunos quieren volver al siglo XIX y otros miramos al futuro».
A mí me parece una muestra de meritoria voluntad de buscar caminos alternativos y fórmulas que no sean de todo o nada y bloqueo permanente.
Fruto de la depurada dialéctica de la residual y singular representante de la extrema derecha en el Parlamento, surgió un pensamiento político digno de figurar en el Vademecum de los graves efectos secundarios de la COVID.
El verso solitario de los abascálidos en tierra infiel, que no sé cómo se llama ni me importa un carajo, soltó la siguiente originalidad de la fachenda;
» Menos medallas y más marmitako», lo cual es bastante lógico salvo que la medalla sea pensionada, en cuyo caso que nos den la pasta que ya compraremos nosotros el bonito del norte.
Menos callos a la madrileña y más kokotxas.
Sesión de postureo.
Sesión de marcar ciertos caminos por los cuales transitar a lo largo del curso político. Y poco más. Si, podría decir que es una sesión de puro trámite. Llegar, un poco de cháchara, y para casa. Como el comienzo del curso en cualquier ikastola.
Al menos es así, como yo creo que se lo toman muchos/as de sus señorías con asiento en el Parlamento .
Estaremos que, pasada esta sesión de trámite, se ponga todos a trabajar en serio, por eso que en campaña electoral prometen: «el bienestar de las personas».
Que así sea.
Pues así ha sido.
En Gara llevan un par de días choteándose del Lehendakari por esa alusión a 1839.
Con ese argumento de querer volver al siglo XIX mientras ellos miran al futuro.
Hoy explica el Editorial;
«»»Es difícil saber a quién se dirigía, a quiénes apelaba. Aunque intentase proyectarlo a futuro, no parece que las generaciones más jóvenes se puedan vincular a esas referencias»»‘
Escribías que tiene cuajo que hagan ese reproche quienes están todo el día remitiéndose a los Reyes Católicos o a Don Pelayo y cosas así.
No se queda atrás que lo hagan quienes están todo el día a cuestas con Amaiur o Roncesvalles.