Les confieso mi absoluta zozobra con ribetes de sensación de irrealidad y hasta unas gotas de impotencia. En el sur de Euskal Herria hemos alcanzado una velocidad de crucero de casi 3.000 contagios diarios con una incidencia a 14 días que supera los mil por cada 100.000 habitantes. Como dijo ayer en Onda Vasca la consejera Gotzone Sagardui, en la lotería del covid, cuanto mayor es el número de positivos, mayor es el número de papeletas para que nos toque el premio indeseado de acabar en el hospital o, si la suerte es más chunga aún, en la UCI. Y sin necesidad de que nos lo cuenten las autoridades sanitarias, todos tenemos uno o varios familiares o amigos que han dado positivo directamente o que están en el entorno estrecho de alguien infectado. Sin ser un experto en cálculo de probabilidades, parece bastante razonable pensar que estamos a cinco minutos de incrementar el balance de mañana o pasado mañana.
Una situación así sería delicada en cualquier época del año, pero se antoja que lo es más en unas fechas en las que se multiplican por ene los contactos sociales. La más elemental de las prudencias nos llevaría no ya a limitarlos sino a evitarlos directamente. Pregúntense si están dispuestos a hacerlo. Si son sinceros con ustedes mismos, dirán que esta vez no. Incluso los más cautelosos tendrán que claudicar ante la resistencia de su círculo inmediato. La consigna general es que sí o sí habrá celebraciones casi a la antigua usanza y que salga el sol por Antequera. A ver cuál de las arriba mentadas autoridades sanitarias es la guapa que toca el pito y se atreve a cortarnos el vacilón. Ya les digo yo que ninguna.
Mira por donde me acabo de encontrar con un vecino muy majete y veterano al que le han dejado hoy en custodia al nietecillo de 8 meses.
Sus aitas tenían comida de empresa cada uno por su lado.
Las prohibiciones sientan fatal y las recomendaciones se pasan por la entrepierna por un puñado de langostinos, unos tragos y unas risas.
Si yo fuera un currela de la sanidad pública estaría muy muy cabreado. O eso o me iría de comida de trabajo. Total…
Guste más o guste menos, parece que el modelo “Madrid según Ayuso” ha triunfado; y no sólo entre la plebe, las autoridades se tentarán mucho la ropa antes de tomar medidas muy restrictivas. Yo creo que ni ellos mismos están convencidos de su virtualidad y la economía no está para bromas. Únicamente si el sistema sanitario da síntomas de colapso podrían decidirse a actuar. Las bajas, que las habrá, están descontadas. Se ha abierto el baile, pues ¡a bailar!
Ómicron es más leve (quizá un 50%). Buena noticia. Contagia como diez veces más.
Terminamos con dies veces más casos, y, por lo tanto, con 5 veces más muertes y secuelas graves.
Y mientras sea la batalla final de esta campaña, nos podemos dar con un canto en los dientes, porque ya estamos en un escenario como el de la gripe, variedades que pueden recombinarse en nuevas.
Yo a nivel personal creo que esto lo pasaremos la mayoría, las llamadas «vacunas» (son otra cosa pero acepto vacuna) servirán o sirven para que nos pille con más o menos defensas ante este virus, por lo tanto con o sin vacunas, a cuidarse y cuidar al prójimo por igual.
Lo que recomienden los políticos es como ponerse a regar en el desierto ,hacen justo lo contrario solo por fastidiar y sin racionalizar
Son los sanitarios los que tienen que poner pie en pared y recriminar a los irresponsables que les están machacando la vida a ellos y de paso a todos los que hemos tomado conciencia de lo que ocurre en los hospitales y en muchas familias a las cuales les está tocado un caso grave . yo ya tengo unos cuantos de mi entorno
Una vacuna es cualquier preparado farmacéutico, administrada por vía oral, parenteral u otra, que permite al organismo reconocer y defenderse de un agente patógeno de forma autónoma, produciendo una respuesta inmune propia ante la presencia de este patógeno.
Para ello se le administra al organismo un agente atenuado (o sea, ya destruido, no funciona demasiado bien con virus porque desnaturaliza sus cápsulas), un agente infeccioso más inocuo pero que se ha modificado para que tenga un aspecto antigénico similar al patógeno (AstraZeneca, Sputnik V, Sinovac, utilizando adenovirus) o bien haciendo que el propio cuerpo sintetice primero la proteína que va a reconocer (por ARN, Pfizer, Moderna).
Y sí, todo lo que hemos recibido son, por lo tanto, vacunas. Otra cosa es que un virus de vía aérea no puede, por definición, tener vacunas plenamente esterilizantes porque, oh, sorpresa, primero se reproduce en las mucosas de las vías aéreas mucho antes de que el cuerpo reaccione a su presencia, así que se es contagioso.
Al final, selección natural.