En los tiempos de la presunta bonanza —rasquemos y veremos que no fue tal— me dejé las cejas, las yemas de los dedos y la garganta gritando que aquello era Jabugo para hoy y chopped para mañana. Pasé por cenizo, agonías y, de propina, analfabeto funcional en materia macro y microeconómica. “Lo del ciclo alto y el ciclo bajo se ha acabado; estamos en una nueva era de crecimiento continuo sostenido, con pequeños parones en el peor de los casos”, llegó a decirme un cátedro de la cosa. Y tras él, otro, otro y otro más. Cada perito en finanzas que me echaba al micrófono me vendía la misma moto y me daba unos golpecitos metafóricos en el lomo para que me relajara y gozara de la abundancia. Lo que tenía que hacer era dar gracias al cielo o a Wall Street por haber alcanzado mi madurez en una época en la que los alquimistas del parné habían creado las habichuelas mágicas. En lo sucesivo, habría mucho y para todos. En unos años, el umbral de la pobreza lo marcarían el 4×4 y los quince días de rigor en Cancún o Punta Cana.
Lo amargamente divertido es que bastantes de esos profetas son los que ahora andan predicando el apocalipsis. La neodoctrina es el anverso exacto de la anterior: decrecimiento continuo sostenido, con pequeños parones en el mejor de los casos. Íbamos como cohetes a la estratosfera de la opulencia y de pronto nos encontramos de culo, cuesta abajo y sin frenos cayendo al abismo sin fondo de la miseria. “Nunca regresaremos a los niveles de renta y bienestar que tuvimos”, reza el mantra vigente.
La trampa está en el enunciado y, especialmente, en el uso a la ligera de la primera persona del plural. ¿Regresaremos? ¿Tuvimos? ¿Quiénes y cuándo? Los hay que ya estaban tiesos entonces y que lo estarán más en el futuro. Otros ya iban cuatro escalones por encima y en este instante sacan ocho o diez traineras a la media. ¿La media? Sí, esa es la que se ha dado con la realidad en el morro.
Sí, es cansino oir a los «expertos y expertas» repetirnos el mantra de que vivíamos por encima de nuestras posibilidades cuándo muchos y muchas hemos vivido sin casa propia o de alquiler, sin coche y hasta sin trabajo fijo. Al día, vamos. Frustra comprobar como La Doctrina del Shock escrita mucho antes de la mal llamada «crisis» se cumple de pé a pá desde aquel lejano golpe de estado en Chile pero creo que se trata de eso, que vivamos acojonados hasta con el Eguraldi. Aún así, resulta casi peor resulta oirles hablar de «crecimiento y desarrollo sostenible», cuando saben que la Tierra es redonda y finita. Nacemos, crecemos … y morimos.
Yo me paso a la mesa de anoche sobre NAFARROA… Bien Javier, en tu sitio…, hicite lo mejor.., estar calladito porque …con esa fauna… ¡Qué dificil..!! ¿Les recomendarias la lectura de algun libro de investigación histórica, para que se vayan empapando un poco y reconociendo la verdad de la historia¿no??
Totalmente cierto JV. Sé que es muy fácil hablar ahora y soltar el «ya lo decía yo»… pero es que yo ya lo decía 😉
Y mil discusiones (en sentido latino y no anglosajón) con más de uno me he llegado a comer. No sé si tal o cuál caso es así o asá, pero lo que es cierto es que España ha sido durante 15 años un coto de nuevos ricos (contando clase obrera) desproporcionado si a la calidad cultural, educativa e idiosincrásica de su gente (aviso, incluyo a los vascos y en ese vagón viajo yo) nos atenemos.
Hablo de colectivos y de medias (sin números… ni falta que hace) así que nadie se ofenda que además me incluyo por que el problema comienza en uno y de externalizarlo sabemos mucho todos, carpetovetónicos y vascónicos, todos.
La economía de España (mucho menos, ahora sí, la vasca) era y es de cartón-piedra pasada por agua. Estructuralmente un cagarro y con una viabilidad cero patatero.
Comparando que es gerundio: Aquí en los Países Bajitos la economía está ultradiversificada, basada en nada y a la vez en muchos sectores, la española solo en el triángulo Banca-Turismo-Contrucción que a la sazón se necesitan mútuamente.
La media cultural y la cultura de trabajo, la madurez intelectual, talante internacional y lo que es más importante la sofisticación de la sociedad de cara a sacar adelante esos sectores que la requieren contrasta con la cultura española cortoplacista, mamonera, de apariencias y cero contenidos, el nepotismo y la falta casi total de una sociedad intelectual y profesionalmente sofisticada dado que los sectores industriales que conforman su modelo económico no lo reuqueren es A-BIS-MAL.
España se ha creído eso de la octava economía y se ha creído que aquello era para siempre y se cree que solo los políticos son corruptos cuando en más de uno y de dos hay un corrupto en potencia que alza su voz contra la tiranía de los pudientes…
A los vascos nos queda algo de idiosincrasia, poco, pero algo queda. Y disgo a todos los vascos, los nacidos en Gernika y los hijos y nietos de los nacidos en Albacete, porque todos conformamos una media que hace de todos un bloque: Euskadi. Con sus virtudes y defectos. Eso de la Euskadi Plural se lo dejo a Patxi López. Para mí solo hay una.
Y ya solo por supervivencia económica debemos apartarnos de ese mal sueño llamado España y lo siento por su gente de bien y de calidad, que la hay, solo un tonto lo dudaría. Pero si hablamos de medias, la suya es nociva. Y se tire del hilo que se tire (corrupción, cortoplacismo, falta de cultura democrática, nepotismo, ignorancia, simplismo, cultura de apariencia, etc.) siempre daremos con lo mismo. Su mentalidad.
Esa mentalidad es autodestructiva. Recomiendo la «España Invertebrada» donde Ortega y Gasset repasa qué es España, por qué y cómo se creó, cómo creció y cómo poco a poco se va descomponiendo siendo los catalanes y los vascos los protagonistas del siguiente paso inevitable en su descomposición como invento mal nacido y peor crecido.
Ya no hay Europa que alimente la economía española, ya no hay mercado doméstico que la alimente, ya solo queda quienes sean capaces de crecer en el mundo (y ahí mantengo la esperanza en nuestra economía vasca) o quienes se vayan al pozo de la idiotez y el egoísmo.
Me hace gracia cuando los nacionalistas españoles contraponen su españolidad como ejemplo de universalidad e integración cuando ESpaña, su cultura y su gente (colectivamente hablando) son lo más endogámico y excluyente que haya podido ver en mis 38 años de vida. Y he vivido más de la mitad de mi vida en 3 países diferentes al mío.
Agur Iparretik
Estoy arto de escuchar que viviamos por encima de nuestras posibilidades, eso es mentira ya que entonces si podiamos permitirnos tener casa propia y una vida digna, esto antes de que algunos se dedicaran a quitarnos nuestro trabajo y nuestras ilusiones ademas de nuestros derechos mas basicos