Manga de farsantes

Ahora que vamos despacio, vamos a contar hipócritas, tralará. No tengo el menor problema en encabezar el censo con mi humilde persona. Lo hago, no porque albergue conciencia de renuncio, sino por pura higiene preventiva; por acción u omisión, todos somos culpables, y si no es así, vendrá alguien a señalarnos como tales. Me ofrezco voluntariamente para el acollejamiento ritual, pero inmediatamente añado a lista de farsantes a esos que, tras la matanza de París, andan echando loas a la libertad de expresión al tiempo que promulgan leyes mordaza o aprovechan las ya existentes para castigar la difusión de ciertos mensajes inconvenientes. Son los mismos, por cierto, que en época no lejana ordenaron cerrar medios de comunicación porque les salió de allá donde ustedes están pensando.

Cuidado, fondo norte. Congelen esa ovación que me iban a dispensar, no sea que alguno figure también en el inventario de impostores, que continúa con los que desde la misma cuenta de Twitter a la que han puesto como avatar el lema Je suis Charlie Hebdo suelen pedir el cierre de los medios de la caverna o el entrullamiento de Marhuenda, Inda y demás bocabuzones diestros. Eso, cuando no se aboga directamente por calzarles unas hostias o algo más contundente.

Y entrando en mayores, cómo olvidar a tanto digno que en las últimas horas no deja de adornarse con soflamas sobre los asesinos de las palabras, cuando apenas anteayer aplaudieron con las orejas (o callaron como piedras, que viene a ser muy parecido) ante los cadáveres de José María Portell o José Luis López de Lacalle, periodistas o cuentacosas apiolados por ETA.

15 comentarios en «Manga de farsantes»

  1. Hablando de farsantes, dibujantes, tinta y sangre …

    El 20 de septiembre de 1977, unos hombres entregaron a José Peñalver, el portero de la finca, un maletín dirigido a «El Papus». Estalló en el rellano: mató al portero, hirió gravemente a la secretaria de la redacción y a otras 15 personas. El consejo de redacción de la revista, objetivo del atentado, resultó indemne. El atentado fue reivindicado por la Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista). Nadie fue condenado por las muertes. Implicados apuntaban directamente al CESID.

    El proceso judicial duró más de seis años y puso a prueba la voluntad de las instituciones de aplicar la justicia. Desde la Audiencia Nacional, al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, pasando por el Tribunal Supremo y el Constitucional, nadie quería dictar una sentencia que desestabilizara «la joven democracia», dada la posible implicación de autoridades civiles y militares. No se pagó indemnización a la editorial ni se reconoció el caso como «acción terrorista», y la muerte del portero y las heridas de la secretaria se declararon como «accidente laboral».

    (Extracto del documental de La 2 sobre el atentado mortal contra la revista satírica y neurasténica «El Papus»).

  2. Por cierto, en recuerdo al PAPUS, hay todavía creo exposición en BIlbao, sobre ellos, (Maria Diaz de Haro)
    y publicado ahora, la maravillosa recopilación en cómic de «Sor Angustias de la CRuss».

  3. Una sociedad civilizada se basa en la educación y formación de las personas que la componen para que sepan (Sepamos) tolerar la diferencia y en el uso limitado, moderado y controlado de la coerción para el mantenimiento de las reglas de las que, entre todos, nos dotemos. Esta coerción es siempre una forma de violencia y en establecer sus límites y según estos sean se llega a la cualificación de un sistema. Cuanta más coerción sea necesaria menos avanzada es esa sociedad y aquellos que la dirigen. Cuando las reglas de las que hablo se basan en cuestiones de fe, en pequeñas o grandes intolerancias, en remarcar las diferencias sociales entre ricos y pobres o, por ejemplo, en «exportar» para otros estas fe, intolerancia y diferencias hemos de llegar a la conclusión de que el sistema en el que basamos nuestra convivencia ha fracasado o está fracasando.
    Mucho de esto nos pasa a todos cuando pretendemos afianzar nuestra posición «callando» al que no opina como nosotros ya sea cerrando periódicos, convirtiendo las opiniones en delitos, amordazando a la sociedad limitando su derecho a la protesta pacífica y de manifestación y llegando como culmen de la barbarie a encarcelar y/o matar a quien no opina como nosotros.

    En esta ocasión suscribo tus palabras al 100% incluyéndome en el grupo de potenciales hipócritas.

  4. Mas ejemplos.

    Lococo y su oso mitrofan, procesados en la audiencia nacional por una caritcatura del oso Mitrofan !

    Secuestro del la revista el Jueves por una viñeta con el principe y leticia en postura.

    Y luego hablan de libertad de expresion y piden penas de carcel por ultraje a la bandera, pitar al himno o a el rey.

  5. … y Xabier Galdeano y José Couso y…

    Y no me parece lo mismo, aplaudir con las orejas (hecho objetivo) que callar como piedra (hecho subjetivo, interpretable en intención). Hasta en el régimen jurídico se permite la no declaración como derecho.

  6. Es lógico, lo admito, hablar de ataque a la libertad de expresión por el ametrallamiento de un medio de comunicación. Pero el quedarse ahí es como reivindicar el derecho a la libre empresa si hubieran ametrallado un banco, a la libre movilidad de las personas si se hubiera producido en un barco, o, como en el 11 M, contra un tren cargado de personas. Han muerto por lo menos tres rehenes en el asalto a un supermercado en París. ¿Es esto un atentado al libre comercio minorista?
    A mí me gustaría ver más indignación en el hecho del mero ataque a la vida humana, a la seguridad de las personas, al pleno derecho a vivir en paz y sin miedo. Esa proliferación de kalashnikovs y lanzagranadas en manos de delincuentes reconocidos es ya tan insoportable que no hace falta el que el ataque haya sido a un medio de comunicación para que las condenas reclamen tantas loas a nuestra civilización occidental y sus excelsos derechos conseguidos.
    En estos momentos nadie menciona a las personas anónimas (y por tanto no conocemos si son ácratas, islamistas, cristianos, de derechas, comunistas, gays o heteros, no como el director y dibujantes asesinados, que ya parece que todos eran sus amigos) que han sido igualmente atacados destrozándoles el único bien que compartimos entre todos: La vida. Mi homenaje para ellos, primero, ya que nadie lo hace.

  7. Perdona Javier, pero a Portell no lo mataron por ser periodista (y lo expongo sólo a título informativo) sino como represalia por un atentado de esa fantasmal triple A contra un dirigente de ETA (no recuerdo ahora el nombre) en el que quedó gravemente herido y falleció su mujer. Ambos estaban en conversaciones «por la paz», pero al intentar los «fantasmas» cargarse al interlocutor de una parte, los otros se cargaron al interlocutor de la otra.

  8. De piedra me ha dejado, tocayo. Pues le remito a la columna anterior, la de los contextualizadores/justificadores.

  9. Pues me he debido de explicar fatal, tocayo; no he pretendido contextualizar nada (y muchísimo menos justificar), sólo que tu artículo yo lo he entendido como alusión a periodistas asesinados por el hecho de serlo, y sin quitar un ápice de gravedad a lo sucedido, trataba de explicar algo, nada más. Porque también eran periodistas Javier de Galdeano o Jusu Muguruza y ni los has citado (claro, eran del «otro bando») pero interpretaba que no los citabas porque no fueron asesinados por su condición de periodistas sino por otras razones, no menos despreciables. Y bueno, ya que lo escribes… ¿También tú eres de los que consideran «explicar=justificar»?. (Por cierto, que a Portell le conocí personalmente; era amigo de la familia; difícilmente justificaría algo así).

  10. Mire usted, Don Conan. Probablemente se lo explicaré en una columna entera. Estoy harto de que se emplee la «libertad de expresión» como excusa. Insultar gravemente a personas, celebrar asesinatos o animar al linchamiento (o cosa peor) de otras no entra en absoluto en la categoría de libertad menos de expresión. Y menos en una plataforma ajena, y bajo nombre anónimo.
    Como he dicho en numerosas ocasiones, comprendo las firmas anónimas (hay varias muy enriquecedoras en este mismo blog), pero en el momento en que se salta a insultos, imputaciones o mensajes que incitan al odio, hay que firmar con nombre y apellido. Y no con uno supuesto, sino acreditando la identidad. Yo me hago responsable de mis palabras. No estoy dispuesto a hacerlo las de los demás.

  11. Javier: ¿Otro bando? No sé de qué bando hablas. Desde luego, López de Lacalle estaba muy lejos de mi bando. Ni a Muguruza ni a Galdeano los considero de «otro bando», y aunque lo hiciera, no dejaría jamás de denunciar sus viles asesinatos.
    Explicar puede ser explicar o justificar. He escrito bastante sobre eso. El caso de los bombardeos de Isarel sobre Gaza es paradigmático. Decir que también Hamás hace atentados y mata israelíes no es mentira, podría ser una explicación, pero en realidad, opera como justificación. O cuando alguien dice que un torturador ha sufrido mucho, porque ha visto cómo mataban a compañeros suyos o lo intentaban con él mismo. A mi eso no me dice nada.

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