Si todavía no les ha dado por ahí, les animo a echarse a la retina alguno de los vídeos de la nueva campaña del PP. Ojo, que digo alguno; como se traguen los siete, se arriesgan a un lavado de estómago y/o cerebro. Bastará con el primero que se difundió, que según mis entendederas, viene a ser resumen y corolario del resto, amén de perfecto contenedor de la consigna que se pretende inocular en el cerebelo del respetable: “Aún (nos) queda mucho por hacer”.
Ese santo y seña tiene su qué, efectivamente, pero es cuestión menor al lado de la parte formal de los anuncios de marras. El gran hallazgo, que en realidad es una copia de otras varias copias que ya se han utilizado en publicidad y propaganda para vender motos diversas, está en la puesta en escena y, especialmente, en los intérpretes. En calidad de tales figuran Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal, Carlos Floriano, Javier Arenas y Esteban González Pons. Como si no hubiera cámara, el quinteto de mandarines genoveses —¿dónde está Soraya SdeS, por cierto?— conversa en confianza y tono de mecachislaporra sobre lo que les cuesta colocar su mercancía a la plebe eternamente insatisfecha. En lugar de soltarlo así, claro, lo disfrazan de “a lo mejor somos nosotros, que lo comunicamos una gotita regular”.
¿Habrá quien comulgue con semejante rueda de molino? Seguramente, ni ustedes ni servidor estamos capacitados para contestar a tal pregunta. Concluiríamos a bote pronto que no solo no nos surte efecto, sino que nos provoca mala leche, risa o ambas. Ocurre que el vídeo no está pensado para personas como nosotros, signifique esto lo que signifique.
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