Lo admito. Me llevé un berrinche considerable al enterarme de lo del PP de Bilbao. ¿De la presentación de la gilimoción para expulsar del callejero a Zumalakarregi, Sabino Arana y Dolores Ibarruri? Qué va, eso me encantó. De hecho, lo que les decía que me molestó fue la bajada de pantalones, o sea, la retirada de la memez pretextando no sé qué balbuceos de que quizá no tocaba. Los ridículos, mejor hasta el final. Especialmente, si son de esos que delatan a quien los comete, y en este caso estamos ante una reproducción a escala 1:1 de la pobreza cultural que anida en el cacumen de —seamos justos— alguno de los ediles gavioteros en la capital del señorío.
Me dirán que también es señal de ranciendad ideológica. Por ahí veo que van la mayoría de los comentarios, pero fíjense que yo aparto ese cáliz. Prefiero señalar la vacuidad intelectual de tanto presunto sabio de casinillo con caspa y en el mismo bote, las ganas locas de dar el cante para salir en los papeles, una vez comprobado que en el desempeño normal del cargo no se vende una triste escoba.
Que levante la mano quien tenga conocimiento, fuera o dentro de la villa, de media actuación del cuarteto de munícipes del PP, y no vale citar cierto vídeo. Desde la inauguración de la legislatura lideran la clasificación consistorial de la absoluta irrelevancia pública. Incluso Udalberri o Goazen, con la mitad de electos, tienen una presencia infinitamente mayor en los medios y, desde luego, en la calle. No es mal síntoma esa insignificancia, y en mi opinión, tampoco que traten de superarla haciendo propuestas grotescas. Insisto, una pena que la retirasen.
Dicen que es con gaseosa… pero no deja de ser un perverso experimento de «posverité» de «liberales-franquistas-católicos» frente a los «carlistas- stalinistas-nacionalistas» . Y en los kioskos se vende a kilos en estas comarcas. Recomendable la lectura de El Paseante de hoy.