Consumado el abracadabra del Parlament, Borja Churchill, digo Sémper, tuiteaba, no sé si parafraseando al animal político británico o en versión libre del patriota español Méndez Núñez, lo que sigue: “Sin seny y sin honor”. Del adversario ideológico—no diré jamás “enemigo”—, el consejo. Si un dirigente del PP suelta una carga de profundidad así, es porque siente que el gobierno de su partido ha salido airoso de lo que se venía vendiendo como el desafío más grande a España desde que a Don Pelayo le entró un ataque de ciática.
¿Es que nadie tiene ojos y oídos para ver y escuchar el despiporre de los llamados unionistas a cuenta del numerito? ¿Que ahora la pelota está en el tejado de Rajoy? Pues ya han visto al no tan Tancredo agarrarla y ponerse a hacer malabares antes de devolverla de un derechazo al campo del que venía. De saque, una ración de artículo 155, ya veremos si con intención de aplicarlo de verdad o solo para acojonar. Y para redondear su jugada, ha arrastrado de vuelta al redil al PSOE de un Pedro Sánchez tan dócil como antes de ser expulsado del paraíso. Me extraña que nadie haya caído en la cuenta del tremendo pepinazo que supone el acuerdo de los dos partidos turnistas. Se dan seis meses para ver si procede hacer como que se reforma la Constitución, algo que, en todo caso, llevaría lo que queda de legislatura. Resumiendo: el inquilino de Moncloa se ha asegurado que no habrá moción de censura. En el viaje, se ha agenciado unas semanas preciosas durante las que no solo no dialogará, sino que apretará un poco más porque ya ha comprobado que la receta va de cine en su caladero de votos.
Hay algo que no me cuadra en esta situación de puente en que todo queda suspendido: Y es precisamente ese no-tancredismo que ha surgido como por ensalmo para devolver el 2º saque de Carles con un botepronto en dejada, como si se tratara de cualquier Nadal con muñequera rojigualda.
No es propio. Por mucho que analicemos, no es Rajoy. O por lo menos no es el del 1-O, del palo y tente tieso, ni el del discurso del Rey. Me da más la impresión de que concede una oportunidad a un posible paso atrás del process, y esto no es propio del personaje.
¿No será que ha entrado alguien en el escenario con autoridad suficiente para decirle «te apoyo ante la independencia, pero sólo en la unilateral»? Puigdemont ha declarado querer negociar y darse un plazo para ello. Esto puede que no estuviera en las instrucciones. No sería presentable el 155 ante alguien que quiere negociar, hablar o dialogar.
Ante su electorado (y cada vez mucho y más electorado), sí que es presentable, por supuesto, pero ante los acreedores (a ver si lo que se aplica es el art. 135 en vez del 155) es otra cosa. Habrá que asegurar bien lo que hemos oído, porque el puente es el puente.
El lunes seguro que Rajoy tiene más claro lo que «tiene que» hacer, aunque no tiene que coincidir precisamente lo que querría hacer.
Respecto a lo referente al amarre de Sánchez pasado por la batidora del Ibex35, así como el blindaje ante la moción de censura, brillante. Rajoy, y Javier por verlo y enseñárnoslo. Es así.