Susurran los conocedores de las catacumbas genovesas que de un tiempo a esta parte, a la grey peperil le ha entrado un canguelo considerable a cuenta del vuelo que ha (re)tomado el chaval del Ibex 35, también conocido como Albert Rivera. Se malician que después del pastón gastado en piolines con porra y demás aparatajes judicioso-policiales para meter en vereda a los disolventes catalufos, no vaya a ser el PP sino los advenedizos naranjas los que rentabilicen el estado de sitio declarado vía 155 en el nordeste peninsular.
La aflicción en el nido del charrán —supongo que saben que aunque nos lo parezca, no es una gaviota— llega a tal punto que un tipo tan fuera de sospecha abertzalizante como Alfonso Alonso anda afeando a su socio principal que se haya subido a la parra del “Euskadi nos roba”. Y no se queda ahí. Hasta nombra a sus dirigentes, empezando por el principal, como nacionalistas españoles. Vivir para ver.
Motivos para el tembleque en Casa Mariano, haberlos, haylos. La seguidilla de (vomitivas) martingalas sobre Concierto y Cupo parecen haber prendido en la yesca malvada e indocumentada a partes iguales del ultramonte mediático. Pesebristas monclovitas de tronío no tienen empacho en desmarcarse de su principal suministrador de alpiste para reír las gracias al chiquilicuatre del partido-probeta, ese que se cree entre Macron y Suárez, cuando a duras penas llega a Paquito Chocolatero.
Me confieso incapaz de discernir si estamos ante un guión preparado al dedillo o, como es tan propio de Celtiberia, frente a un experimento con gaseosa que se ha desmadrado. El caso es que yo también tengo miedo.
Suscribo
La deriva del escenario político en España da miedo, si. Y no hablo de opciones de voto sino de votantes, que al fin y al cabo, y muy a pesar de campañas financiadas ilegalmente y de una ley electoral injusta y viciada, son los que deciden quien se lleva el chollo para cuatro años y el sueldazo vitalicio. El PP sigue teniendo -y siempre tendrá- sus 6 millones de fieles asegurados, el resto es un maremagnum de gente cabreada/desnortada/decepcionada/angustiada que o bien no se molesta en votar o es fácilmente manipulable, y ahí el falangito tiene muchos votos que ganar. Lo mejor que puede pasar con este sujeto y las siglas que representa es que mueran de éxito, consigan entrar en el gobierno central pacto mariano mediante y demuestren que salvo para brindis al sol no sirven para nada más.
La yesca es muy fácil de prender entre el ultramonte mediático, cuando quien chasca la piedra es el chico de los recados de los propietarios de los medios ultramontanos. Y el miedo genovés no es más que la falta de control sobre los planes que pueda alumbrar la superestructura dueña del chiringuito celtibérico para los próximos cuatrienios.
La alarma ya ha sonado. El partido de la caja B está imputado por la justicia. Para mí que es el fin del principio, si no el principio del fin.
Y no sería la primera vez que se refunda un partido. A todo esto, la izquierda, mirando.