En mi última descarga compartía con ustedes el asco infinito y la brutal desazón que me produjo la sentencia del ya para los restos Tribunal de La Manada que reducía a diez meses la condena a un tipo que intentó matar de dos maneras distintas a una mujer en presencia de los hijos de ambos. Hoy, trepando por la escala del dolor y la perplejidad, les hago partícipes de mi espanto por el aguacero de justificaciones de la decisión judicial de marras que me ha caído desde la publicación de la columna. Y no precisamente solo por parte de gañanes de palillo en comisura babosa y copazo de Soberano, que también, sino en su mayoría, por hombres (ahora que me doy cuenta, únicamente hombres) muy cabales y profesionales del Derecho que ejercen en varios ámbitos, desde la universidad a los juzgados en diferentes responsabilidades, incluida la de dictar sentencias.
Algunos de esos educados bofetones por lo que escribí han sido públicos —vayan a mi muro de Facebook— y otros los he recibido en privado. Absolutamente todos tienen en común la misma idea: no hay un solo pero que ponerle a la sentencia y los que nos atrevemos a discrepar somos átomos manipulados de una turbamulta ignorante que solo merece el desprecio de los sumos sacerdotes de la ciencia jurídica. No crean que se conforman con el comodín del “es ajustada a Derecho”. Sostienen sin dudar que es justa. O sea, les parece totalmente de recibo que se vaya casi de rositas alguien que —¡en presencia de sus aterrados hijos!— intentó asfixiar y acuchillar a su pareja. ¡Solo porque no termina de hacerlo! Y aquí sí que no hay más preguntas, señorías. Hoy es 25-N, ¿verdad?
Bueno, en Twitter sí hay mujeres juristas –ellas dicen que son juezas– que defienden la sentencia.
Una de ellas incluso tiene la convicción de que se cuestionan las sentencias sobre la violencia contra las mujeres porque hay un complot para desprestigiar a la justicia.
Pues viva la Escuela de Kiel y la aplicación de las leyes «según el sano espíritu del pueblo Alemán»del milenario Reich. Viva el Derecho Penal de Autor, y cuando esa «sana interpretación social de las leyes» pida 15 años a los chavales de Altsasu por terrorismo, aplaudamos con las orejas.
Aitor Etxeandia
Profesor de Derecho
(el del muro de Javier)
No, profesor, sabe que no, que ni de lejos se defiende levantar la mano. ¿Los de Altsasu? Ya llevan en la cárcel mucho más que el «maltratador ocasional».
Claro, es que los legos en Derecho tampoco tenemos sentido común.
Al final va a ser verdad eso de que el lenguaje se inventó para enmascarar algunas realidades, y la jodida realidad de los distribuidores de sentencias es que son mucho mas misóginos de lo que les gustaria transmitir.
Incluidas desgraciadamente muchas mujeres con toga.
Que la sentencia es ajustada a derecho?. No me cabe ninguna duda, como tampoco me cabe ninguna duda de que en lo que respecta a los derechos de la mujer, el Derecho y la Justicia, asi con mayúsculas, están divorciados.
¿No comprende acaso que lo que está postulando es precisamente lo mismo que postulan los que lincharían a los chavales de Altsasu? Bastante tiempo y esfuerzo nos ha costado poder aplicar la ley sin atender a la personalidad del autor (le sugiero que indague en los postulados de la Escuela de Kiel) como para que ahora se apele a precisamente lo mismo que postulaban los supuestos juristas que dictaban y aplicaban las leyes en la Alemania de 1938.
Y, por cierto, mis compañeras juristas están de acuerdo conmigo.
El tema de los atenuantes me parece revelador. Su existencia obedece a la voluntad del legislador y a partir de ahí los jueces deben aplicarlos, les parezcan bien o mal. Claro que hay un margen a la interpretación arbitraria del juez que decide si concurre o no pero esa concurrencia es algo relativamente objetivo y si se aprecia esa concurrencia de una circunstancia atenuante que la ley contempla…debe aplicarla.
El caso del estado de embriaguez es claro. Si uno coge un coche borracho y causa una muerte, su estado de embriaguez conlleva una pena mayor. Si otro se sopla 8 cubatas, coge un hacha y se pone a hacer gracias y causa una muerte…su estado de embriaguez conlleva una pena menor, por ser atenuante. No sé si tiene eso sentido. Y muchos jueces no le veràn sentido pero deben aplicarlo así. No tienen la facultad ni la atribución de dejar de aplicarlo por considerarlo injusto.
En el caso que nos ocupa imaginemos que en animal ese antes de su salvajada se trinca 8 güisquis…pues (imagino que salvo que se demuestre que se los ha bebido deliberadamente para venirse arriba ya con el plan de hacer lo que hizo o incluso para poder tener esa atenuante, lo que sería muy probable pero habría que probarlo no sé cómo) estaríamos igualmente indignados con el tribunal por apreciar esa atenuante y quizàs es que el tribunal no tiene otra que hacerlo.
Volvemos a lo de siempre. La contradicción entre lo que suponemos que debe ser el fin del derecho y la justicia y los resultados a los que lleva la aplicación de la técnica jurídica. Sucede que esos resultados a veces derivan de que la técnica jurídica obedece al fundamento garantista del derecho. Y ese caràcter garantista tambièn se supone que es un valor del sistema en regímenes democràticos.
Claro…todo el equilibrio se viene abajo cuando, como sucede últimamente en casos muy mediàticos, el garantismo y el «in dubio pro reo» se aplica muy generosamente en unos casos y muy cicateramente en otros.
Entiendo que se establece que estas sentencias «están ajustadas a derecho» porque aplican lo escrito en las leyes para los delitos calificados, y los jueces emiten los fallos sin contravenirlas. Se me ocurre: ¡Estaría bueno!.
Pero lo que no está muy claro es que queden ajustadas a derecho las calificaciones de los hechos. Y creo que ahí sí hay una administración de la justicia de acuerdo con la personalidad de su autor, lo cual nos acerca a la referencia al III Reich. Si los delitos de terrorismo conllevan el encierro preventivo hasta lo exagerado de los chavales de Altsasu, se estará actuando conforme a derecho, pero no se está actuando con justicia al calificar dichos hechos de terrorismo.
Tampoco se está actuando justamente cuando se califican los hechos de la Manada como abuso en vez de agresión sexual, porque a cualquier mente medianamente educada se le ocurre que las circunstancias probadas de miedo, sumisión obligada, inferioridad física y de número es ya una violencia en sí misma contra la víctima.
No se está actuando conforme a lo que es un proceder justo el calificar un asesinato no consumado sólo por el ruego del hijo de la víctima como un simple caso de maltrato esporádico.
Y no se está actuando conforme a derecho cuando se califica la convocatoria de un acto de votación ilegal como rebelión cuando es evidente que no se ha usado la violencia. (Si consideráramos como rebelión actos de gobierno ilegales e inconstitucionales debería estar Montoro acompañando en prisión a Junqueras, los Jordis y Forcadell, sencillamente por la promulgación de la última amnistía fiscal inconstitucional)
No se trata de pedir una «sana interpretación de las leyes», sino de una calificación de los hechos ajustada a la realidad. Ahí tenemos el momento clave de la aplicación de la justicia. Después de realizada la calificación de los hechos, la aplicación exacta de la Ley la puede hacer un robot. Con toga, eso sí.
Creo que das en el clavo, Esnepel. De todos modos no deja de ser preocupante cómo se aborda este debate (bueno…y todos). Dice Javier que quienes discrepan de la sentencia son mirados con desprecio como si fueran àtomos ignorantes manipulados por la turbamulta (bueno, algo así). Por otro lado…quienes entienden que una decisión judicial injusta, nefasta, abominable (como es este caso en términos de justicia, que no coincide necesariamente con el derecho) puede ser màs resultado de la ley que el juez debe aplicar y que la técnica jurídica que al ciudadano le importa una higa y cree que es un postureo o excusa, al profesional del derecho le parece bàsica porque ha sido adiestrado para ello…son calicados de machistas cromagnones que justifican las agresiones a mujeres.
Sin duda, queda mejor citar a la Escuela de Kiel que llamarnos nazis directamente. No por eso es menos falso pero tiene la ventaja de ser más ofensivo además de incomprensible. A mí al menos se me escapa completamente la relación entre apoyar el nazismo y que me parezca que esa sentencia deja a las mujeres a los pies de las y los juristas.