Miren por dónde, el protagonista del 25 de noviembre que acabamos de dejar atrás ha sido ese tipejo siniestro que atiende por Javier Ortega Smith. Resulta imposible no sentir náuseas al presenciar su comportamiento cobarde y brutalmente suficiente ante una víctima de malos tratos que le cantaba las verdades del barquero en el acto del ayuntamiento de Madrid. Ni fue capaz de sostenerle la mirada el muy cagarro humano. Antes y después, el fulano se había vuelto a permitir la chulería insultante de negar la violencia machista, una conducta que en una sociedad medio decente debería implicar bastante más que el destilado de mala sangre y bilis hirviente. ¿La ilegalización de la formación política que cobija a semejante sembrador de odio y a tantos como él? Jamás pensé que escribiría algo como esto, pero mi respuesta es rotundamente afirmativa.
Dado que eso no ocurrirá —me temo—, quizá proceda convertir nuestro cabreo en una actitud de provecho. Debemos conjurarnos para que los miles de Ortegas Smith que hay repartidos por el censo sientan nuestro aliento en el cogote y tomen conciencia de que su justificación (o, directamente, su práctica) de la violencia hacia las mujeres no les va a salir gratis. Y eso, siento decirlo por enésima vez, no se hace solamente con encendidas proclamas, repeticiones sistemáticas de topicazos, concentraciones para el telediario ni campañas resultonas. Tampoco, como demuestran los datos sobre la extrema juventud de muchos maltratadores y depredadores, con la martingala de la educación en valores. Hay que cambiar, por descontando, de mentalidad, pero especialmente de leyes. Es urgente.
No puedo estar más de acuerdo.
Aquello de «para que el Mal triunfe los buenos simplemente no hacen nada» deberia ser una maxima de obligado cumplimiento a pesar de la paradoja o precisamente por ella.
¿Ilegalización de un partido político, Javi? Eso es muy gordo. Hacerlo, sí, sería legal y no atentaría contra los derechos humanos, como bien apuntó la sentencia olvidadísima (sobre todo por aquellos que acuden a Europa como quien busca al primo de Zumosol) del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que refrendó la puesta fuera de la ley de determinada formación norteña que todos conocemos. Pero insisto, aun siendo legal la ilegalización de un partido político, eso son palabras no ya mayores sino gigantescas: dejaría fuera de los cauces de representación a una formación que ha obtenido en las últimas elecciones generales 3.640.063 votos.
Insisto: ¿ilegalizar la opción de tres millones seiscientas cuarenta mil sesenta y tres personas? ¿Y, por ejemplo, qué medio utilizarían después para «expresarse»? No quiero ni pensarlo.
Muy heavy.
Si propones un referéndum mi voto es SÍ rotundo. Sin embargo insisto en una idea que apunté en tu entrada «vetar al vetador»…. hablar de esta gente, aunque sea para criticarlos es darle alas.
Claro que hay que cambiar la mentalidad hacia una mas igualitaria y no discriminatoria reflejada en la actual Ley de Violencia de Género que ejerce una discriminación positiva a favor de la mujer y lo digo con conocimiento de causa. En mi entorno familiar la violencia la han ejercido dos mujeres, muy feministas ellas, contra una anciana y un minusválido y le aseguro que las penas no son iguales en el caso de que los agresores hubiesen sido hombres. Tuve que vivir año y medio con una grabadora encima por consejo de un varios abogados. ¿Pero a quién le importa que algunas mujeres insulten, amenacen de muerte y golpeen a hombres, ancianas y minusválidos? A nadie. Y no somos pocos los hombres que la hemos sufrido.
Mientras los hombres que hemos sufrido dicha violencia condenamos con rotundidad las agresiones hacia las mujeres no veo ninguna reciprocidad cuando la agresora es una mujer. Cuando esto ocurre la izquierda «chachi-progre del paraguay» procura silenciar, justificar y blanquear dichos casos. En este diario así ocurre. Así no hay forma de cambiar ninguna mentalidad hacia otra mas justa.
Y para terminar, me producen las mismas nauseas los cagarros humanos que justifican la violencia contra la mujer como las que justifican la violencia ejercida por la mujer hacia hombres, ancianos, niños y minusválidos.
PD: Échele un vistazo a La Ley de Violencia de Género y a los protocolos policiales.
En este mundo que nos ha tocado vivir hay que dar un paso adelante y cuestionar, sin miedo, lo que algunos y algunas pretenden establecer para nuestra sociedad. Hay un dicho que se puede aplicar a día de hoy: «Divide y venceras». En la sociedad actual ya no se distingue a las personas por sus cualidades, virtudes o defectos, entre otros muchos rasgos a tener en cuenta. Se limita a diferenciarlos por ser hombres y mujeres. Algo muy parecido de cuando se diferenciaban a las personas por ser blancos o negros. En tal situación uno deja de ser persona y tiene que aceptar el calificativo de hombre o de mujer. Con ese calificativo cada hombre y mujer tienen que arrastrar con una serie de condiciones y están obligados a defender una colección de principios de forma imperativa. Me niego a ello y lo combatiré donde haga falta. Porque antes de ser hombre o mujer, SOY PERSONA. Ni mas, ni menos.