Parece que al final no fue para tanto. Nadie que votara el domingo puede decir que se expusiera a un peligro mayor que entrar al súper —no pongo el ejemplo del vermú, que los guardianes de lo correcto me crujen— a comprar un paquete de macarrones. Pena de desmemoria impetuosa, muy pronto habremos olvidado los quintales de guano en que estuvieron envueltas nuestras primeras (y espero que últimas) elecciones de la pandemia. Al punto de que los campeones galácticos de la democracia hicieron todo lo posible primero por impedirlas, y después, por propagar el pánico para que la gente menos militante se quedara en casa. Eso último, para nuestra pena y nuestra vergüenza, lo consiguieron.
Se diría incluso que a alguna de las banderías que jugó tal baza le salió bien la vaina. O, bueno, medio bien, que aunque últimamente se haya convertido en moda celebrar los meritorios subcampeonatos, el algodón no engaña. Todavía, 100.000 votos de diferencia, con la peste, Zaldibar, Osakidetza, De Miguel, la muerte de Manolete y lo que te rondaré, moreno. Yo sí me acuerdo de cuando la hegemonía era pan comido en 2014. Eso, sin pasar por alto las paradojas o quizá las parajodas de las urnas. De qué te vale un resultado extraordinario si enfrente hay, salvo chaladura inmensa, una mayoría absoluta que te hace prescindible.
Siempre se ha dicho que destruir es más fácil que construir.
Por eso mismo, desmovilizar al electorado y con ello aumentar la abstención, es mucho más fácil que conseguir que se tomen una molestia tan pequeña como la que supone acercarse al colegio electoral y depositar el voto. Me escandaliza una abstención tan alta como la del pasado domingo. No entiendo como se puede dejar pasar la oportunidad de elegir a quienes consideremos que van a tener que dar solución a tantos y tantos problemas como tenemos actualmente en nuestra sociedad.
Pues yo me reafirmo en lo que pensaba. Ya consiguieron lo que querían. Vieron que las encuestas iban viento en popa y convocaron las elecciones. Sí, ya tocaba, es verdad, pero en septiembre no las iban a hacer ni por el forro de los… porque las cosas se van a poner feas. Desde el punto de vista político, un acierto, desde el punto de vista sanitario, un desastre. Pero lo que va a ocurrir no va a ser culpa de las elecciones, no, es todo en general. Todo lo que hacen, es decir, nada de nada de nada. Echar la pelota en el tejado de la gente. Van de guays, no hay que prohibir nada, que eso es de intolerantes… tratando de caer a todos bien. Total, no se nos vayan a enfadar por esta tontería del coronavirus. Y los residuos, igual. Qué va a ser esto de reciclar y tal, qué tontería, que cada uno haga lo que le de la gana, ya somos mayorcitos. Mientras desaparezca la basura qué más dará cómo. Bueno, en Zaldibar y alrededores ya se han caído del guindo, algo es algo. Por lo demás, la subida del PNV es por la muerte del PP y la de Bildu por la de Podemos. Decantación, voto útil. Ni Iturgáiz es más tonto ahora que cuando sacaba más escaños ni el PP hubiera sacado más con Alonso. De la caída de Podemos, digo lo mismo y, además, vale para lo que ha pasado en Galicia. Vaticino que, en las elecciones generales, las cosas cambiarán.
Una vez transcurridas las elecciones es hora de conocer la verdad sobre el tan manoseado asunto de Zaldibar.
El porcentaje de vascos que han ejercido su derecho al voto necesitan saber qué es lo que pasó, quiénes son los responsables, una vez amortizada la utilización del asunto con fines políticos y cómo van a responder quienes actuaron incorrecta o deficientemente. Tanto desde el punto de vista legal como económico.
Gestión de pandemia asesina, gestión de vertedero asesino, convoluto descubierto…prohibición de votos… La ocasión era de cambio, de que el pueblo hablara cambiando gobiernos y mayorias. Pues no. Parece que al pueblo soberano no le fascina la perspectiva que le plantean los revolucionarios de puestito fijo en la administración y conquista del paraíso. Parece más bien que los votos perdidos hace dos legislaturas vuelven a su origen. Parece que, en fin, queremos que los de antes, ahora con mayoría, lo sigan haciendo. Eso sí, con ocasión innegable, con unos 3/4 de escaños en manos nacionalistas, que EH Bildu se porte colaborando en avances sobre autogobierno y soberanías compartidas. Ahí se verá la verdadera vocación de país. Ahí se retratará cada uno.
Es típico confundir una situación extraordinaria como si fuera indefinida e inmutable. Sobre todo si sacas provecho de la misma.
Pero, recuerdo: el PSOE ganó las elecciones generales de 2008 en Euskadi. Ah, y no olvidemos su estupendo resultado electoral autonómoco de 2009. El propio Podemos ganó las elecciones en Euskadi… dos veces en menos de un año (diciembre de 2015 y junio de 2016). ¿Cómo están ahora?
En fin. Lo importante es que el parlamento ya no está en interinidad forzada y que hay cuatro años para intentar tomar el toro por los cuernos.
Esperemos que el pánico no llegue cuando los que mandan se les ocurra confinarnos a golpe de ocurrencias.
Todos debemos aprender de este año. y cuando digo todos me refiero especialmente a los políticos que han metido la pata una y mil veces en la gestión de la pandemia.
No es más peligroso acercarse a un colegio a votar que pasar horas en las terrazas de un bar, como tampoco lo era estar solo por el monte a partir de la 10:00 y sí en las terrazas como los «iluminatis» nos obligaban a elegir.
Estos iluminatis como Torra y compañía ahora vuelven a encarcelar a sus conciudadanos, esperemos que sean tan coherentes cuando necesiten el sufragio de los mismos. Y esto va también por nuestros gestores.
Los que ya teníamos hijos cuando el dictador la palmó, algunos no hemos digerido bien el Estado de Excepción a lo que hemos sido sometidos.
Personalmente prefiero votar a diario que estar un solo día encarcelado, aunque esto ya no depende de mi por desgracia,
No se puede torear ni mentir al pueblo como se ha hecho.
¡Ni tanto ni tan calvo!
Ayer me entretuve un rato en el twiter. Me resultó especialmente entretenido uno en el que los pata negra que han venido a salvarnos (por cierto, como decía Evaristo) hacían chanzas y se divertían mucho a cuenta de la celebración de los resultados que hicieron los del partido de confebask en la noche electoral. Qué celebraba Urkullu?, la pérdida de 50.000 votos?, jajajaja, qué risas tú, Egibar no tenía buena cara, jajaja. El cambio ya está aquí, temblad ustelas. Gora herria!!!!!!!.
El caso es que pensaba yo que, quizá, lo que celebraba Urkullu era que va a gobernar cuatro años en un gobierno con mayoría absoluta. También, quizá, que tras Zaldibar, de Miguel, osakidetza, nefasta gestión de la pandemia, violación flagrante de los DDFF de los votantes positivos en covid y dos legislaturas completadas van y le meten 100.000 votos a los predicadores de trigo, miel y amor por todos y para todos.
Lo cojonudo es celebrar con cohetes y confeti que te vayas a mamar cuatro años de oposición ante un gobierno con mayoría absoluta al que no has podido hacer ni cosquillas en estas circunstancias.
El cambio ya está aquí. Espero sentado.
De qué te vale un resultado extraordinario si enfrente hay, salvo chaladura inmensa, una mayoría absoluta que te hace prescindible.
Para pasar a la posición, si los de la mayoría absoluta se ponen de acuerdo, ¿o acaso la mayoría absoluta es una cantidad de escaños menor que el resultado extraordinario?
Oye, otra cosa, echo en falta a los adalides de los «DDFF» violados por el gobierno vasco. Los recursos etc…… ya no se acuerdan de los 160 pobres seres humanos cuyos derechos fundamentales fueron pisoteados?. O es que pasadas las elecciones ya no puntúa sacudir al PNV?.
Hipocresía y cinismo, una vez más.
Leo que es hora de conocer lo de Zaldibar. Mas allá de la deformada utilización electoral de este desgraciado accidente, supongo que todos tenemos las mismas ganas de que se depuren responsabilidades y también culpabilidades si existen. Pero lo que estoy convencido es que el proceso judicial y la investigación que necesariamente conlleva, siguen su curso y se hará justicia. Si no fuera así, quizas buscaría una habitación en los confines del desierto de Gobi para pasar los últimos años de mi vida porque los servicios que nos hemos dotado, en lugar de ayudar me producirían quebranto y puede que esta fuese la hora que colmase el vaso. Empresa, Ayuntamiento, Diputacion y G.Vasco. Quien que y cuanto.
Javier, evidentemente, no se han celebrado las elecciones en condiciones. Solo con el ejemplo de Ordizia basta para reafirmarme en lo dicho.
También discrepo en que «los campeones de la democracia» (aunque nunca te atreves a señalarles con nombre y apellidos, supongo a quienes te refieres) hayan propugnado la abstención, más bien al contrario.
Si que comparto contigo en identificar a los verdaderos ganadores y también estoy de acuerdo cuando afirmas que de poco sirve subir en votos y escaños frente a la mayoría absoluta que se avecina.
Lamentablemente, y ojalá me equivoque, a los que no forman parte de dicha mayoría les auguro 4 años de travesía en el desierto y el sufrir de un rodillo que va a dejar pequeño al usado por Aznar en sus años de gloria.