Sinceramente, no creo que tengamos motivos para estar muy satisfechos tras estas jornadas festivo-futboleras o viceversa. Al margen de la satisfacción o la felicidad de los vencedores —Zorionak, errealzales— y de la dolorosa decepción de los perdedores —Ánimo, athleticzales—, lo ocurrido antes, durante y después de la final de Copa debería darnos motivos para la reflexión. No generalizaré ni mucho menos. Soy bien consciente de que los descerebrados de Lezama, Zubieta, Pozas y la Parte Vieja, además de haber mostrado diferentes gradaciones de memez, donde ganan con diferencia los del sábado por la tarde en Bilbao, no representan ni de lejos a las aficiones a las que dicen pertenecer.
Estoy convencido de que la mayoría de los seguidores de uno y otro equipo estuvieron a la altura de lo que se nos pide en tiempos de una pandemia que ha estrenado con brío su cuarta ola. Sin embargo, el número de congregados y la gravedad de sus comportamientos son lo suficientemente significativos como para hacernos pensar sobre todo lo que falló y sobre las consecuencias que traerá. Me río con lágrimas al pensar que hubo quien pretendía que el encuentro se jugase con público. Al tiempo, me tiemblan las piernas ante la perspectiva de que dentro de menos de dos semanas queda otra final, aunque esta vez no sea un derbi.
La verdad es que no podemos estar contentos con el rendimiento deportivo del Athletic, ni con el comportamiento irresponsable de parte de sus aficionados, aunque tal vez sea mucho honor calificar de aficionados (en el pleno significado del calificativo) a quienes ofrecieron los lamentables acontecimientos a los que hace referencia Javier en su artículo.
Pero es lo que tenemos, hay que contar con ello, e intentar poner las medidas necesarias para que no ocurra, y si eso ocurre, que ocurrirá, que esos pseudos aficionados sean identificados, el Club les dé baja si son socios, y las autoridades competentes les apliquen las penas correspondientes.
¿Es mucho pedir?…Si, lo sé, pero hay que intentarlo, como se dice: con profesionalidad y con proporcionalidad.
Está en juego la salud pública y eso es mucho más que el fútbol, por importante que este sea.
A ver si hemos aprendido algo, aunque en el mundo del fútbol complicado es.
Tan complicado que se ha esperado un año entero intentando llenar de gente un campo de fútbol, dentro de una pandemia que todavia no se conoce realmente sus consecuencias.
No sé si existe un acontecimiento mundial de masas, que haga experimentar sensaciones de euforia tan desatadas, hasta abrazar y besar al vecino de butaca sin siquiera conocerle de nada, y solo por el hecho de llevar la camiseta del mismo color.
Sí es verdad que son minoría los descerebrados, pero es una minoría tan extensa que da miedo.
Que haya suerte y algo más, y que Bilbao no vuelva ser portada el día 17 por los mismos motivos del domingo pasado.
Un saludo.
Aclaro que, aunque cada vez menos, soy futbolero.
Y creo que quizás deberíamos dejar ya esa coletilla, esa disculoa de «no representan a toda la afición».
El mundo del fútbol nos regala de forma casi permanente episodios bochornosos en el terreno de juego, en los túneles de vestuarios, en las salas de prensa, en las gradas, en los aledaños de los estadios…como para que lo solventemos con eso de «es una minoría que no representa».
De este fin de semana hablamos de miles de personas. Y no sólo chavalería.
En Zubieta..en la catetada de la despedida al bus…entrevistaron a gente muy talludita, alguno con bebé en brazos.
Pues mira, Javier: desde mi punto de vista la cobertura dada por EITB a la final copera ha sido vergonzosa. Durante casi un mes no ha habido prácticamente más noticia reseñable en los informativos, ocupados en un 90% por los diversos comentarios y noticias relativos al evento ¡como si no pasase nada! Ni en Euskadi, ni en Hispanistan ni en el mundo mundial. Y claro, luego nos echamos las manos a la cabeza cuando sucede lo que sucede; la muchachada se toma la cosa a pecho, de acuerdo con la importancia concedida por todos los medios e instituciones al EVENTO. Lo de Licenciado Pozas, Lezama o Zubieta no son casualidades, ha sido potenciado y auspiciado por medios públicos y privados, sin ningún pudor. Bueno, nos queda otra final.